Hay legisladores que actúan como un chango con navaja. Cuidado, son del partido en el gobierno.
El senador Salomón Jara, vocero del grupo parlamentario de Morena en la Cámara alta, anunció que su partido presentará una iniciativa para que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) esté obligada a decretar la revocación de permisos a las agencias calificadoras cuando sus evaluaciones “atenten de manera deliberada contra la estabilidad financiera”.
Es posible que el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa (el verdadero contrapeso que hay en el gobierno), logre hacerles ver la gravedad de su iniciativa y la congelen por un tiempo, pero eso es lo que piensan en Morena.
Piensan como si estuvieran gobernando Corea del Norte, y no un país libre, de economía abierta y con empresas que cotizan en los mercados internacionales.
Creen en el mundo de marranos con smoking y dientes afilados con un sombrero de Fitch, Moody’s o Standard & Poors, que pretenden devorarse a los buenos mexicanos.
Viven en el mundo de Kim Jong-un. Y quieren que todos vayamos para allá.
¿Quieren un reflejo de lo que piensan en el partido gobernante, en un solo párrafo?
Dijo ayer el vocero de los senadores de Morena:
“Queremos proponer a la CNBV que ahora tenga la facultad y la obligatoriedad (sic) de revocar la autorización para organizarse, de operar como institución calificadora de valores, cuando estas instituciones presenten evaluaciones o calificaciones que no se apeguen a los principios de independencia, objetividad, rigurosidad, autenticidad, veracidad, integridad y transparencia, o se atente de manera deliberada contra la estabilidad financiera de los mercados o contra alguna empresa o sector determinado”.
Ahí está lo que piensan. ¿No nos damos cuenta de lo que eso encierra?
Ese párrafo expresado por el vocero de la bancada mayoritaria en el Senado, del partido gobernante, tarde o temprano va a ser utilizado para regular otro tipo de libertades.
Se aplica, por ejemplo, a la libre circulación de las ideas y a los medios de comunicación.
Puede aplicar a los partidos políticos de oposición.
A todo el que, a juicio del gobierno, no se apegue a ciertos parámetros y “atenten contra la estabilidad” política, social, o el apellido que le quieran poner.
Más grave aún es que esta lógica dictatorial, de pretender acallar al que piensa diferente, no la toman de los tuits de Gerardo Fernández Noroña o de algún viejo manual estalinista.
No: la esencia de estos atentados contra los criterios independientes (hasta ahora verbales, pero que aspiran a convertir en leyes en menos de cien días de gobierno) la abrevan de las conferencias mañaneras del Presidente de la República.
El Presidente acusó el martes que “las calificadoras permanecieron calladas cuando imperó la corrupción”.
Y hundió el acero: “Standard & Poors nos castiga por 36 años de política neoliberal”.
Lo primero es absurdo: las calificadoras no evalúan corrupción, sino que avisan a los tenedores de acciones que el panorama viene bien, o mal, en países y empresas que emiten bonos o cotizan en mercados internacionales.
Y lo segundo, en consecuencia, es mentira: la baja de calificación se la hacen a las políticas públicas de este gobierno, no a la del anterior ni el ante anterior.
No le creen al agrónomo que pusieron en Pemex, con su proyecto de apostarle a la refinación en lugar de asociarse para recuperar reservas y extraer más petróleo.
Con falacias de rancio aliento nacionalista se ataca a las calificadoras, como si dudar del futuro de este gobierno fuera una ofensa a la patria.
Cancelaron un aeropuerto, embisten contra organismos autónomos, cancelaron las subastas eléctricas, congelaron la reforma energética… ¿y quieren que las calificadoras nos aplaudan y vengan las inversiones?
Y si no lo hacen, el instinto les manda prohibir la operación de las calificadoras en México.
Cuando les empiece a ir mal –porque han tomado un camino equivocado–, así querrán hacer con los medios de comunicación donde se señalan sus errores.
Así querrán hacer con los partidos o dirigentes políticos que aglutinen a la parte de la sociedad que piensa diferente al oficialismo.
Así están haciendo, aquí y ahora, con los organismos independientes de la sociedad civil.
Por cierto, ayer en su conferencia matutina, el presidente López Obrador se refirió a esas organizaciones civiles de la siguiente manera:
“¿Organismos independientes? ¿Independientes de qué? Son independientes del pueblo. Son dependientes de la oligarquía”.
En esos pasos andan Morena, sus legisladores y el Presidente de la República.
¿No lo queremos ver?
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero.
El senador Salomón Jara, vocero del grupo parlamentario de Morena en la Cámara alta, anunció que su partido presentará una iniciativa para que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) esté obligada a decretar la revocación de permisos a las agencias calificadoras cuando sus evaluaciones “atenten de manera deliberada contra la estabilidad financiera”.
Es posible que el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa (el verdadero contrapeso que hay en el gobierno), logre hacerles ver la gravedad de su iniciativa y la congelen por un tiempo, pero eso es lo que piensan en Morena.
Piensan como si estuvieran gobernando Corea del Norte, y no un país libre, de economía abierta y con empresas que cotizan en los mercados internacionales.
Creen en el mundo de marranos con smoking y dientes afilados con un sombrero de Fitch, Moody’s o Standard & Poors, que pretenden devorarse a los buenos mexicanos.
Viven en el mundo de Kim Jong-un. Y quieren que todos vayamos para allá.
¿Quieren un reflejo de lo que piensan en el partido gobernante, en un solo párrafo?
Dijo ayer el vocero de los senadores de Morena:
“Queremos proponer a la CNBV que ahora tenga la facultad y la obligatoriedad (sic) de revocar la autorización para organizarse, de operar como institución calificadora de valores, cuando estas instituciones presenten evaluaciones o calificaciones que no se apeguen a los principios de independencia, objetividad, rigurosidad, autenticidad, veracidad, integridad y transparencia, o se atente de manera deliberada contra la estabilidad financiera de los mercados o contra alguna empresa o sector determinado”.
Ahí está lo que piensan. ¿No nos damos cuenta de lo que eso encierra?
Ese párrafo expresado por el vocero de la bancada mayoritaria en el Senado, del partido gobernante, tarde o temprano va a ser utilizado para regular otro tipo de libertades.
Se aplica, por ejemplo, a la libre circulación de las ideas y a los medios de comunicación.
Puede aplicar a los partidos políticos de oposición.
A todo el que, a juicio del gobierno, no se apegue a ciertos parámetros y “atenten contra la estabilidad” política, social, o el apellido que le quieran poner.
Más grave aún es que esta lógica dictatorial, de pretender acallar al que piensa diferente, no la toman de los tuits de Gerardo Fernández Noroña o de algún viejo manual estalinista.
No: la esencia de estos atentados contra los criterios independientes (hasta ahora verbales, pero que aspiran a convertir en leyes en menos de cien días de gobierno) la abrevan de las conferencias mañaneras del Presidente de la República.
El Presidente acusó el martes que “las calificadoras permanecieron calladas cuando imperó la corrupción”.
Y hundió el acero: “Standard & Poors nos castiga por 36 años de política neoliberal”.
Lo primero es absurdo: las calificadoras no evalúan corrupción, sino que avisan a los tenedores de acciones que el panorama viene bien, o mal, en países y empresas que emiten bonos o cotizan en mercados internacionales.
Y lo segundo, en consecuencia, es mentira: la baja de calificación se la hacen a las políticas públicas de este gobierno, no a la del anterior ni el ante anterior.
No le creen al agrónomo que pusieron en Pemex, con su proyecto de apostarle a la refinación en lugar de asociarse para recuperar reservas y extraer más petróleo.
Con falacias de rancio aliento nacionalista se ataca a las calificadoras, como si dudar del futuro de este gobierno fuera una ofensa a la patria.
Cancelaron un aeropuerto, embisten contra organismos autónomos, cancelaron las subastas eléctricas, congelaron la reforma energética… ¿y quieren que las calificadoras nos aplaudan y vengan las inversiones?
Y si no lo hacen, el instinto les manda prohibir la operación de las calificadoras en México.
Cuando les empiece a ir mal –porque han tomado un camino equivocado–, así querrán hacer con los medios de comunicación donde se señalan sus errores.
Así querrán hacer con los partidos o dirigentes políticos que aglutinen a la parte de la sociedad que piensa diferente al oficialismo.
Así están haciendo, aquí y ahora, con los organismos independientes de la sociedad civil.
Por cierto, ayer en su conferencia matutina, el presidente López Obrador se refirió a esas organizaciones civiles de la siguiente manera:
“¿Organismos independientes? ¿Independientes de qué? Son independientes del pueblo. Son dependientes de la oligarquía”.
En esos pasos andan Morena, sus legisladores y el Presidente de la República.
¿No lo queremos ver?
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero.
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