Anaya y Meade no quieren entender

Anaya y Meade no quieren entender
Ni Anaya ni Meade parecen estar conscientes de que su adversario se llama López Obrador y que tiene alrededor del 40 por ciento de la intención de voto, a un tris de ganar la Presidencia y la mayoría absoluta en el Congreso.

Siguen golpeándose como si obtener el segundo lugar tuviera alguna importancia. Seguramente la tiene para ellos, para su ego, pero no para México.

Durante el debate fue lamentable la manera en que desperdiciaron tiempo y energías en denostarse uno al otro con puyas y niñerías, cuando tenían a López Obrador desorientado, sin poder responder a nada porque no se atrevía a decir lo que piensa.

Y cuando el candidato de Morena ya estaba cerca de estallar por insuficiencia argumentativa, se trenzaron Anaya y Meade en acusaciones con todo y papelitos que, para efectos de la elección, no dicen absolutamente nada.

Fue el único momento en que el candidato de Morena sonrió, se relajó aliviado, porque quienes lo secundan en las encuestas se olvidaron de él y riñeron entre sí.

La medalla de plata no le importa a nadie. Sólo el primero se va a terciar al pecho la banda presidencial y va a gobernar México por seis años, cuando menos.

Anteayer los candidatos Anaya y Meade siguieron golpeándose. Uno dijo en Coahuila que los gobiernos del PAN han aumentado la inseguridad en los estados que gobiernan.

El otro le respondió desde Puebla que es en las entidades gobernadas por el PRI donde ha aumentado la tasa de homicidios, la de secuestros y la de feminicidios.

¿Y saben una cosa? Los dos tienen razón. Es que sólo PRI y PAN gobiernan en los estados, con un par de excepciones perredistas donde también ha subido la criminalidad, porque es un fenómeno nacional, no de tal o cual partido en lo particular.

Morena, en cambio, sale bien librado porque es un partido que no gobierna nada, salvo algunas delegaciones donde reina el narcomenudeo y el maridaje entre autoridades y delincuentes.

¿Por qué pierden el tiempo Anaya y Meade en aniquilarse uno a otro, si el segundo lugar no importa y al que hay que bajar es al primero?

Por sus fobias personales nos van a dejar a López Obrador en la silla presidencial.

Tanto Anaya como Meade tienen un futuro personal promisorio en sus empresas –el primero–, o en organismos internacionales –el segundo. Tal vez no les afecte que gane AMLO.

Ellos en lo personal no necesitan la reforma educativa porque ya se formaron, ya saben, ya la hicieron en la vida.

Tampoco necesitan de la reforma energética porque no viven en los estados de la costa del Golfo de México, donde se reactivaría de manera notable la economía.

Si caemos en un régimen autoritario que no respete la separación de poderes y haga pedazos la economía, a ellos les va a ir bien de todas maneras pues tienen las puertas abiertas para trabajar fuera del país.

Sin embargo los que nos quedaremos, y la gran mayoría de la población que no tiene recursos, ¿Qué va a hacer con un régimen autoritario? ¿Con un país sumido mucho más en el caos de la violencia y la anarquía criminal? ¿Con un retroceso grave en materia económica?

No, el segundo lugar no le importa a la mayoría de los mexicanos, sino conjurar el riesgo de una regresión populista y autocrática en la que, como diría Marcos en su tiempo, nos llevaría el carajo a todos.

Bueno, a casi todos.

Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero.


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