El espectáculo que dieron panistas y priístas fue para desalentar cualquier esperanza de que una mayoría utilizara el poder de su voto para impedir la llegada de la catástrofe al poder. Y no es que estemos en el paraíso; sin embargo, habría más posibilidades de desarrollo con cualquiera que con el que lidera las encuestas hoy, López Obrador.
No entiendo cómo es que algunos mexicanos vean la personalidad de este señor y todavía crean en sus mentiras, pero el hecho es que, sin una oposición fuerte, nos tendríamos que someter a sus designios.
De pronto Ricardo Anaya optó por desaparecer porque quizá no ha podido con las acusaciones en su contra y José Antonio Meade da la impresión de estar pidiendo de rodillas apoyo de la base del PRI, quienes a todas luces están de brazos caídos porque nomás no lo quieren; incluso, dan muestras de ver con buenos ojos al candidato de Morena.
Así las cosas, todavía no empieza la campaña y al peje ya le están dando trato de presidente de México y con ello, el señor se placea a sus anchas diciendo cuanta ocurrencia llega a su mente para beneplácito de muchos y terror de otros que, en lugar de confrontarlo con argumentos, agachan la cabeza como para pedirle perdón por anticipado.
Este escenario será fatal de cristalizarse la llegada de AMLO a la presidencia. Un pueblo no puede estar con este ánimo ante el arribo de un populista autoritario, egoísta y narciso.
La verdadera olla de presión estaría apenas llenándose y luego de unos dos o tres años, entonces sí habría consecuencias fatales. Al tiempo.
Twitter: @adejorge
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