Cuando caiga Trump

Las apuestas en Las Vegas no le conceden mucho tiempo, apenas seis meses. El argumento: que el lenguaraz presidente de los Estados Unidos se enredará con la lengua, se echará a propios y extraños encima y que no le quedará otro remedio que renunciar.

Nada sería mejor que eso fuera cierto, y de serlo, la pregunta es cómo y quién capitalizará mejor esa derrota en nuestro País.

Será el presidente y su equipo quienes se cuelguen todas las medallas, toda vez que, al final, ellos son quienes lidian con el toro-loco color naranja. Sería la mejor carta para permanecer en la presidencia, quizá la única.

O será la oposición rabiosa que desde hoy muestra mezquindad sobre si unirse en torno a la figura presidencial para hacer frente a la amenaza norteamericana o hacer demagogia por separado.

Los ejemplos del temor del PAN y Morena no se han dejado esperar. Saben que un revés al gringo cara de papa, será un triunfo de Peña Nieto, impulso necesario ¿suficiente? para colocar a su sucesor con relativa tranquilidad.

Espere que, de disminuir la presión por parte del esperpento aquel, comiencen las bizantinas discusiones políticas en nuestro territorio, porque pasada la moda del huracán Trump, seguirán las guerras por el poder en México.

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