A todas luces, Cuba necesita apertura total, Democracia y libertades, libre flujo de personas y dejar atrás el pasado en el que los sumergió por fuerza un líder terco e infiel a los principios con los que derrocó al régimen del otro dictador, Batista.
Pero en momentos en los que el mundo se decanta a la derecha más racista, intolerante y tóxica, Cuba también podría seguir siendo la bandera de la resistencia.
Ante la amenaza de Trump, nada mal vendría a los países latinoamericanos copiar el buen ejemplo cubano de sobrevivir ante la violenta reacción del imperio. Sin su aislamiento y sin cancelar libertades, pero sí con su dignidad y capacidad de resistencia y lucha.
Es obvio que los pueblos tienen que seguir su propia inercia de transformación sin importar las presiones del exterior o la tendencia de otras sociedades, pero el mensaje del rumbo que tomará una nación como Cuba para los países de la América Latina que hoy, está hasta cierto punto indefensa, es poderosísimo.
Porque ¿qué hacer ante la infame amenaza de Trump que todo lo quiere invadir y todo lo quiere aplastar? Pero ¿qué hacer ante la asfixiante realidad de los cubanos oprimidos por la dinastía Castro?
Es por demás difícil, ser o dejar de ser.
En tiempos en los que el mundo no tiene piedad de nada.
Implacable: el momento de las definiciones, se instaló en Cuba.
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