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Cualquier discusión sobre la actual desigualdad en Estados Unidos comienza con la observación de que los que más ganan han superado masivamente a todos los demás en lo que respecta al crecimiento de ingresos en los últimos años. Y la extensión de esta dispersión es notable en términos históricos.
No sólo se trata de una desigualdad de ingresos más profunda, sino también de un empeoramiento en la desigualdad de la riqueza.
Debido a que los ricos mantienen tantos activos financieros, se han beneficiado desproporcionadamente de un mercado de valores que ha superado de forma masiva prácticamente a todos los indicadores de bienestar económico de la nación; esto, en un momento en que los precios de los activos han recibido un extraordinario apoyo mediante las políticas (no como un fin en sí mismo sino como un medio, aunque imperfecto, para que las autoridades promuevan el crecimiento y el empleo).
Además, está la desigualdad de oportunidades. Una vez más, los datos son claros. La movilidad social ya no es lo que solía ser. Por otra parte, debido a su mucho mejor acceso a la educación, los hijos de las familias acomodadas tienen una oportunidad significativamente mejor de aprovechar las ventajas de una economía global en reestructuración.
Debido a que la profundización de la desigualdad ha abarcado tantas dimensiones a lo largo de tantos años, muchas más personas están prestando atención, incluyendo a economistas interesados en hallar formas de mejorar el crecimiento económico y la creación de empleo. Y la mayoría coincide en que la relación ahora tiene dos caras.
Por un lado, el decepcionante crecimiento y el persistente desempleo empeora el "trío de la desigualdad" de ingresos, riqueza y oportunidades. Por otro lado, entre mayor sea el trío de la desigualdad, más debilita el consumo, desalienta las inversiones y exacerba los perjudiciales problemas de sobreendeudamiento; todo lo cual reduce el crecimiento y la creación de empleo.
El centro del actual y serio debate acerca de la desigualdad ya no se detiene en estos factores. De hecho, la mayoría de la gente -y especialmente aquellos que han estudiado los datos y han hecho un análisis adecuado- están de acuerdo en que la desigualdad en Estados Unidos es inusualmente generalizada y dañina. También está en vías de empeorar los ausentes esfuerzos correctivos sostenidos.
Tampoco hay mucho desacuerdo en que la continuación de estas tendencias podría corroer el tejido social y socavar lo que hace especial a este país. Y la mayoría coincide en que incluso los muy ricos no pueden aislarse totalmente de este fenómeno social y económico. Después de todo, para usar una analogía con el sector de la vivienda, incluso las casas de gama alta tendrán dificultades para mantener su valor en un vecindario en deterioro general.
En lo que las personas difieren es en la forma de abordar la desigualdad de una manera que no debilite el crecimiento económico y la prosperidad general del país. Y conciliar puntos de vista contrarios a menudo puede ser difícil debido a creencias previas arraigadas sobre el tamaño óptimo del gobierno
Al observar que las mejoras no sucederán de la noche a la mañana, el presidente Obama presentó propuestas que -al producirse tras la expiración de los recortes de impuestos para los ricos instaurados por George W. Bush, y la Ley de Asistencia Asequible- ayudarían a desacelerar la creciente desigualdad. Las presentó de una manera incluyente, y en una forma que trata de limitar las acusaciones de una "guerra de clases".
Estas propuestas apelan a las áreas que tienen el potencial para abordar el trío de la desigualdad; a saber:
Equipar mejor a los jóvenes para tener éxito en la economía mundial actual a través de reformas educativas, incluyendo un mayor énfasis en la "educación temprana de alta calidad".
Mejorar el acceso de los desempleados de larga duración a la reestructuración laboral y a la capacitación mientras se busca igualar las condiciones de empleo y fortalecer las redes de seguridad.
Reformar las prácticas laborales que discriminan a las mujeres y afectan su evolución y oportunidades laborales.
Exigir a los contratistas que paguen a sus empleados financiados por el gobierno federal un salario mínimo más alto.
Mejorar el acceso a los ahorros para el retiro.
El presidente Obama abrió su discurso sobre el Estado de la Unión citando varias áreas en las que los estadounidenses se han desempeñado realmente bien en los últimos años. Al abordar lo que, hasta ahora, ha sido un incesante empeoramiento del trío de la desigualdad anticrecimiento, y al construir "nuevas escaleras de oportunidad", Estados Unidos puede -y debe- desempeñarse aún mejor.
*El autor es el presidente ejecutivo y copresidente de inversiones de PIMCO.
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