Es triste ver cómo se está perfilando lo que será la madre de todas las batallas: la elección presidencial de 2012. Será la apuesta del mexicano por la continuidad de un régimen que ha decepcionado, la vuelta al pasado o el salto en “bungge“.
Es lógico que los partidos y sus actores, apunten sus baterías hacia lo que ellos creen los llevará a la victoria. El objetivo del PAN, es disminuir la abrumadora ventaja del PRI; el objetivo del PRI, es nadar de muertito y sólo responder en caso necesario; el objetivo del PRD, son ellos mismos.
El elector (espectador), está presenciando una vergonzosa batalla, la estrategia que siguen los políticos es siempre e invariablemente la misma: poner en evidencia lo peor del otro, lo que más cause horror, resentimiento, impotencia entre el electorado. No hay más argumentos ¿Qué pueden encontrar en sí mismos como para poderlo vender bien entre los ciudadanos?
Ningún político sale a decir: “Mi gestión, mi partido, mi persona son intachables; aquí están mis logros, mis virtudes y mi vocación”. No pueden, tienen la cola muy larga, se esconden en algunos detalles que pueden resaltar de sus actuaciones pasadas, pero sin decir mucho porque eso también los puede poner en aprietos.
Lo angustiante del caso, es que los argumentos que usan unos y otros para disminuir la posibilidad del contrincante, son ciertos. Que si el endeudamiento de uno, los muertos del otro, las corruptelas del de más allá, etc.
Es sólo el comienzo lo sé, y lo que nos espera será de un tono aun más fuerte. Y no es que esté mal que se denuncien las irregularidades de los actores políticos en su paso por los diferentes órganos de gobierno, lo malo es que son sólo ellos los que inevitablemente ocupen de nuevo un cargo público, en este caso el máximo del país y que al final todo aquello de lo que se acusaron quede impune y sólo se recuerde en el siguiente periodo electoral.
Es todavía más triste cuando la realidad te golpea con el cuestionamiento: ¿vas a votar por uno de ellos? ¿Son esas tus únicas opciones? ¿En verdad crees que trabajarán anteponiendo los intereses de la nación sobre los suyos? Con toda razón, el vencedor en la contienda explotará de alegría llegado el momento, para ellos es una buena noticia pero la solución de los problemas seguirá pendiente, la historia no me deja mentir.
Lo queramos o no; porque así está contemplado en la ley, el mexicano habrá de escoger entre el menos peor. La otra opción es anular el voto, pero la experiencia dice que los partidos tendrán dinero a manos llenas para comprar voluntades al por mayor y forzosamente se saldrán con la suya, puesto que negociar con la miseria es un arte que conocen bien.
Es claro que la salida de este laberinto no es sencilla, pero quizá una sacudida a nuestro actual sistema y a nuestras conciencias venga bien, aunque doloroso, necesario. El lector conoce ejemplos muy recientes.
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