Se dio a conocer la renuncia del ahora ex secretario de Hacienda, Ernesto Cordero y la pregunta obligada es: ¿Como para qué?
Lo único que se me ocurre como respuesta, es la evidente terquedad con la que nos ha venido aderezando la vida el todavía primer mandatario, Felipe Calderón, porque ante los números que muestran las encuestas al interior del PAN, las desafortunadas declaraciones de Cordero en el pasado reciente (que no se olvidarán en campaña), los fracasos de las administraciones panistas y el creciente sentimiento de rechazo a la estrategia planteada por el Presidente, la explicación es esa: su terquedad.
Quizá Calderón encuentra en su delfín la posibilidad de darle continuidad a su proyecto y ahí radica el temor de muchos como yo. Su único proyecto visible en lo que va de su administración es la fallida guerra contra el crimen, que además, sentenció: va a continuar hasta el final de su sexenio. Conclusión: eso es lo que se puede esperar del proyecto Corderista. ¿Alguna pastilla que me ayude a dormir?
Que no salgan sus defensores a decir que Calderón tuvo proyectos reales como los del empleo y la prosperidad para los mexicanos, esos fueron puros buenos deseos o mentiras de campaña.
La cosa es hacerle más difícil el transe a los panistas que, independientemente del candidato que surja de su contienda interna, sufrirán y me atrevo a adelantar (como muchos), perderán las elecciones presidenciales en 2012 y no por lo bueno o malo que pudiera ser el abanderado como persona, profesional o estadista, sino por las pésimas actuaciones de los gobiernos panistas al frente de la nación cuando se les otorgó la confianza.
Es lamentable que todo parezca indicar, que los mexicanos le regresarán el poder al mismo partido que echaron, por casi los mismos motivos por los que se irá ahora el PAN: Corrupción, ineficiencia, indiferencia a los problemas de los gobernados, enriquecimientos ofensivos, amiguismo, cerrazón y engaños a la hora de manifestar que se encuentran en ataque frontal contra el crimen organizado, cuando en realidad lo están propiciando, tolerando, engordando.
Los partidos de izquierda, tardan en demostrar que realmente quieren tomar al toro por los cuernos y decidirse de una vez por todas a anteponer sus proyectos personales o de grupo, para sacar adelante un proyecto incluyente que los ponga en la pelea seriamente. Aunque sé que algunos podrán recriminarme que mezcle a los partidos de izquierda en esta columna sobre asuntos del PAN, lo hago porque quiero dejar en claro la orfandad en la que estamos los ciudadanos.
Por lo pronto, los panistas sufrirán de cualquier forma un proceso doloroso ya sea, por doblegarse ante el último suspiro de poder que le queda a Felipe Calderón o bien, para darle una sopa de su propio chocolate, recordando la manera en la que él se impuso como candidato, derrotando a Fox en la figura de Santiago Creel en 2006. “Para lo que hubiera servido Creel,” pensará el lector y estoy de acuerdo.
Estoy seguro, que no obstante la guerra sucia que se inicie a partir de los tiempos formales de campaña o antes, y la terquedad de quien está en Los Pinos para no enfrentarse a la realidad de salir de su mandato de la misma manera en que entró en aquella toma de protesta (por la puerta de atrás), los panistas perderán su tiempo…
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