Esta ya es una costumbre que comienza hacerse tradición. El hecho de que las ciudades más peligrosas sean mexicanas desgraciadamente no sorprende a nadie, sobre todo porque llevamos varios años liderando esta lista y aunque se alternan algunas urbes, casi siempre nuestro país ocupa el top cinco de esta lista.
De acuerdo al Ranking 2018 de las 50 ciudades más violentas del mundo, elaborado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (CCSPJP), de las cinco ciudades más violentas del mundo cuatro son mexicanas, pero en total son 15 las que entran en esta categoría.
Así, Tijuana es la más violenta ya que el año pasado contabilizó 2 mil 640 homicidios; le sigue Ciudad Juárez con mil 251; Acapulco con 948; e Irapuato con 473 asesinatos.
Pero hay datos relevantes en este estudio. El primero es que por ejemplo, Los Cabos y La Paz salieron de la lista de las más peligrosas, pero de acuerdo al CCSPJP, esto no se debió a ninguna estrategia de seguridad exitosa, sino a un factor clave.
En esos casos, la tasa de homicidios descendió porque el “Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se impuso a sus rivales del Cártel de Sinaloa y los expulsó de las plazas”, algo en es un fenómeno que sin importar los protagonistas y los ganadores, se repite cíclicamente en muchas ciudades del país.
Pero hay otro punto a destacar y es que según este organismo, el Estado “elude su obligación de aplicar la ley penal”, esto debido a estrategias de seguridad fallidas que promueven por ejemplo “lad legalización de las drogas, los subsidios para aminorar la pobreza y la amnistía para grupos criminales”.
Y dando el beneficio de la duda a esto y tomando en cuenta que desde el comienzo de la guerra contra el narcotráfico en 2006, las estrategias de seguridad se fueron perdiendo en el limbo al grado de que en estos momentos no sabemos cómo van a combatir la delincuencia, también hay un elemento muy importante en el hecho del aumento de la violencia y tiene que ver con el papel de las instituciones encargadas de procurar la justicia.
Un estudio realizado por la organización México Evalúa, nos puede dar una idea general de las fallas y lo debilitado que están las instituciones encargadas, pero sobre todo en el caso específico de la Fiscalía General de la República (FGR).
La otrora Procuraduría General de la República (PGR) ha sido una estructura defectuosa desde hace muchos años, que prácticamente fue quedando en el olvido y que su papel –que es fundamental para combatir a la delincuencia- perdió credibilidad, peso específico y trascendencia, a tal grado, que al cierre del sexenio nadie le hacía caso.
Pero entre muchos males que aqueja esta institución, México Evalúa revela cifras que son realmente preocupantes para el sistema de procuración de justicia en el país.
De acuerdo a su análisis, hay actualmente 166 mil casos acumulados que la PGR dejó sin investigar y que ahora los hereda la FGR; pero peor aún, en los pocos casos en lo que sí hizo su trabajo hay una tasa de impunidad directa del 61.2 por ciento.
Así, con este panorama de pendientes, la “FGR tardará más de 13 años para terminar su proceso de transición, principalmente para abatir el rezago en las investigaciones pendientes” y en el caso de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), necesitará al menos 11 años para terminar las cerca de ocho mil 600 investigaciones rezagadas.
No es fácil saber dónde está el origen del aumento de la violencia, pero lo que sí queda claro es que la impunidad y la corrupción han sido el caldo de cultivo de la situación que actualmente vivimos, en un entorno donde literalmente el miedo nos comienza a carcomer por dentro y esto es normal, tomando en cuenta que en México hay 15 ciudades que son consideradas las más violentas e inseguras del mundo.
De acuerdo al Ranking 2018 de las 50 ciudades más violentas del mundo, elaborado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (CCSPJP), de las cinco ciudades más violentas del mundo cuatro son mexicanas, pero en total son 15 las que entran en esta categoría.
Así, Tijuana es la más violenta ya que el año pasado contabilizó 2 mil 640 homicidios; le sigue Ciudad Juárez con mil 251; Acapulco con 948; e Irapuato con 473 asesinatos.
Pero hay datos relevantes en este estudio. El primero es que por ejemplo, Los Cabos y La Paz salieron de la lista de las más peligrosas, pero de acuerdo al CCSPJP, esto no se debió a ninguna estrategia de seguridad exitosa, sino a un factor clave.
En esos casos, la tasa de homicidios descendió porque el “Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se impuso a sus rivales del Cártel de Sinaloa y los expulsó de las plazas”, algo en es un fenómeno que sin importar los protagonistas y los ganadores, se repite cíclicamente en muchas ciudades del país.
Pero hay otro punto a destacar y es que según este organismo, el Estado “elude su obligación de aplicar la ley penal”, esto debido a estrategias de seguridad fallidas que promueven por ejemplo “lad legalización de las drogas, los subsidios para aminorar la pobreza y la amnistía para grupos criminales”.
Y dando el beneficio de la duda a esto y tomando en cuenta que desde el comienzo de la guerra contra el narcotráfico en 2006, las estrategias de seguridad se fueron perdiendo en el limbo al grado de que en estos momentos no sabemos cómo van a combatir la delincuencia, también hay un elemento muy importante en el hecho del aumento de la violencia y tiene que ver con el papel de las instituciones encargadas de procurar la justicia.
Un estudio realizado por la organización México Evalúa, nos puede dar una idea general de las fallas y lo debilitado que están las instituciones encargadas, pero sobre todo en el caso específico de la Fiscalía General de la República (FGR).
La otrora Procuraduría General de la República (PGR) ha sido una estructura defectuosa desde hace muchos años, que prácticamente fue quedando en el olvido y que su papel –que es fundamental para combatir a la delincuencia- perdió credibilidad, peso específico y trascendencia, a tal grado, que al cierre del sexenio nadie le hacía caso.
Pero entre muchos males que aqueja esta institución, México Evalúa revela cifras que son realmente preocupantes para el sistema de procuración de justicia en el país.
De acuerdo a su análisis, hay actualmente 166 mil casos acumulados que la PGR dejó sin investigar y que ahora los hereda la FGR; pero peor aún, en los pocos casos en lo que sí hizo su trabajo hay una tasa de impunidad directa del 61.2 por ciento.
Así, con este panorama de pendientes, la “FGR tardará más de 13 años para terminar su proceso de transición, principalmente para abatir el rezago en las investigaciones pendientes” y en el caso de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), necesitará al menos 11 años para terminar las cerca de ocho mil 600 investigaciones rezagadas.
No es fácil saber dónde está el origen del aumento de la violencia, pero lo que sí queda claro es que la impunidad y la corrupción han sido el caldo de cultivo de la situación que actualmente vivimos, en un entorno donde literalmente el miedo nos comienza a carcomer por dentro y esto es normal, tomando en cuenta que en México hay 15 ciudades que son consideradas las más violentas e inseguras del mundo.
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