Es común que las personas sueñen con ser millonarias y hasta comiencen a fantasear en qué gastarían su dinero. Si bien no es sencillo que suceda, existen diferentes mecanismos a través de los cuales la gente puede transformar su billetera en la de un rico. Diferentes juegos de casino, como la ruleta o las máquinas tragamonedas, convirtieron ese sueño en realidad en algunos casos con mucha suerte.
También la lotería de diferentes países tiene la capacidad de lograrlo. Sin embargo, aunque es difícil imaginar que una buena cantidad de dinero repentino pueda perjudicar la existencia de las personas, hay ocasiones donde el triunfo terminó siendo un grave problema. Es lo que le sucedió, hace casi 10 años, a Adrian y a Gillian Bayford, un matrimonio británico que vio su vida desmoronarse tras ganar millones de dólares en la lotería.
Querida, somos ricos
Los Bayford eran una pareja con muchos años de casados, quienes no gozaban de grandes lujos, pero tampoco de necesidades importantes. Por simple gusto, y por acariciar ese sueño de tantos, jugaban un boleto de lotería cada cierto tiempo. Pero todo cambió en agosto del 2012, cuando se hicieron con uno de los premios más importantes en la historia de Euromillones.
Obtuvieron nada menos que 212 millones de dólares, una cifra que cualquier jugador del planeta fantasea con ganar. En un comienzo, todo fue disfrute, festejo y alegría. Como es de esperarse, realizaron algunos gastos suntuosos. Entre ellos, algunos viajes alrededor del mundo, vehículos de alta gama, propiedades y ciertas inversiones.
Hasta se dieron lugar para la beneficencia, donando dinero a organizaciones benéficas y aportando ayuda a algunos familiares y amigos que la necesitaban. Lo que no podían imaginar es que, pocos meses después, todo se daría vuelta y el matrimonio viviría problemas internos que jamás había atravesado.
Divorcio y caída
La suerte fue grande, pero duró muy poco. Tan solo 15 años después de ganar la lotería, Adrian y Gillian se divorciaron, no sin antes quedar envueltos en polémicas y acusaciones cruzadas de codicia. La ahora ex pareja, que se había hecho pública gracias a la divulgación de su victoria en los medios de comunicación, se rompió por completo, para no volver a juntarse nunca más.
Gillian alcanzó a manifestar públicamente que el triunfo en la lotería le valió una “carga enorme” al matrimonio. Además, aseguró que todo fue muy estresante y que los familiares y amigos que comenzaron pidiéndoles ayuda para pagar deudas, luego querían más y más. A pesar de todo, ambos decidieron dividir el dinero y seguir adelante. Pero tampoco volvería la suerte en los sucesos siguientes de su vida.
Parejas que no ayudan
Luego de haber contado con 212 millones de dólares en sus bolsillos de un día para el otro, la ex pareja debía seguir adelante individualmente. Adrian compró varias propiedades con el objetivo de vivir de rentas, y formó un vínculo amoroso con una mujer 16 años menor que él. La joven, aficionada a los caballos, recibió todo tipo de regalos por parte del hombre. Entre ellos, 30 ejemplares de pura sangre.
Nuevamente, la mala fortuna cayó sobre Adrian. Su novia se fugó con todos los caballos, un auto de alta gama y hasta los dos perros que cuidaban. Como si fuera poco, varios inquilinos tuvieron problemas con sus propiedades, y debió enfrentar inconvenientes por mala administración. Hace poco tiempo, el hombre vendió una mansión que había adquirido, debido a la imposibilidad de mantenerla. Tuvo que resignar varios millones de su valor real.
A Gillian tampoco le fue demasiado bien. Fracasó en algunos negocios que intentó abordar y, al poco tiempo, contrajo matrimonio con un hombre que resultó ser un estafador. Además, fue juzgada por agresión a una ex pareja. La experiencia de los Bayford demuestra que, por sí solo, el dinero no hace feliz a nadie. No es posible saber qué hubiera sido de su vínculo si no se hacían millonarios, pero está claro que la forma en que manejaron su dinero no fue para nada productiva.
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