¿Cuándo (y cómo) renunciar al trabajo que te está matando?

Mujer visiblemente cansada recargada sobre mesa de color blanco frente a una laptop


Para los que crecieron en sus veintes con “El diablo viste a la moda” y se horrorizaban de los absurdos pedidos de Miranda Priestly hacia Andy Sachs, eso fue solo un abrebocas de un futuro inmediato: millones de millennials se agotan por trabajos que demandan mucho tiempo y energía, con baja paga y que los consumen en aras de la productividad o de pagar unas cuentas enormes.

De hecho, fue viral el ensayo de la escritora Anne Helen Petersen en Buzzfeed, criticando un sistema que dejaba eternamente agotada a una generación que tenía que esforzarse más por un bienestar que le dio réditos a sus antecesores, tanto en economía como en calidad de vida. Pero con ellos, la promesa jamás se cumplirá y menos en tiempos post Covid.

Ahora bien, hay que trabajar para pagar las cuentas. Muchos siguen igual resistiendo en empleos para no volver a donde sus padres (cosa que se dio mucho en la pandemia y desde antes), para conseguir cierta estabilidad o un ascenso que ven improbable por las formas aún más sofisticadas de tercerizar las labores. Y otros renuncian, al denunciar las terribles prácticas laborales de sus empleadores. Pero el dinero manda. Siendo así, la cultura del aguante es relativa, pero también llega a generar problemas de salud pública como el ausentismo laboral. Pero esos no son los únicos síntomas que sufre un trabajador agotado hasta el paroxismo.

¿Cuáles son las consecuencias extremas de estar en un trabajo que odias?


“Es clara la definición de salud de la OMS, que es estado de bienestar general, no solo físico sino mental. Entonces todas las empresas deberían tener esto en cuenta, pero hay empresas que lo olvidan y los trabajadores empiezan a enfermar. Normalmente, lo hacen por soportar cargas de trabajo excesivas, les piden grandes exigencias, o no les aclaran sus funciones, y esto genera mucha angustia. Por otro lado, pueden generar estrés por no tener las condiciones adecuadas. No solo por el pago sino por el ambiente laboral y físico. Y por otro lado, porque de pronto no hay una adecuada comunicación con jefes o compañeros”, le dice a Metro Laura Villamil, Médica Especialista en Psiquiatría y Maestra en Terapia Cognitiva Conductual.

“De esta manera, muchas personas ya comienzan a perder la pasión por el trabajo y éste se vuelve como un castigo. Entonces, cuando los pacientes ven que esto está ocurriendo y presentan síntomas como dificultad para concentrarse, irritabilidad, olvidos frecuentes, entonces ya no son tan tolerantes ante la crítica contra el jefe y comienzan a tener insomnio y esto puede llevar a la depresión y ansiedad”, explica la experta.


Villamil explica que a esto hay que sumarle síntomas físicos como dolores de cabeza, músculos y diarrea y molestias gastrointestinales, y que los casos más severos llegan a generar incapacidad o un ingreso de la persona a una clínica de reposo:

“Básicamente, el burnout incluye estos síntomas y aparte de eso está el cansancio mental, que trae baja motivación, sensación de inutilidad y el pensar que jamás vas a llenar las expectativas de tu empleador. Ahí el paciente debe hacer un alto, identificar los síntomas y pedir ayuda en Talento Humano o pedir remisión a medicina laboral o psiquiatría. Hay que poner en la balanza el trabajo o la salud, ya que puedes cometer errores y quedar mal en el trabajo. Ahora, cuando las personas ya se sienten en un punto donde están afectadas emocionalmente, la recomendación es buscar otro”.


Piénsalo bien antes


“Hay que sopesar las situaciones. No a todos nos va a gustar las actividades que hacemos en el trabajo. Si bien amo lo que hago, no todo lo que hago en el trabajo me gusta, y si puedo cambiar de trabajo busco hojas de vida antes de pasar al otro ya, si tengo que dejarlo por cuestiones de maltrato, acoso psicológico y laboral y si se observa si hay sobrecarga laboral.


Pero seamos honestos: nadie en este planeta dirá que se siente conforme con su salario. Pero si esta carga es demasiado grande para el salario económico y emocional, y si este trabajo me está afectando a mí como persona y a los que quiero, y el desarrollo de otras áreas personales, puedo corregirlo o cambiar de trabajo. La idea es negociar, tomar acciones y conciliar”


le explica a Metro el Maestro en Psicología Clínica de la Universidad Areandina Pablo Monsalve.

Ahora bien, ¿qué tan cultural es renunciar a un trabajo, sobre todo si se habla de las generaciones actuales como fuerza laboral?

Baja tolerancia a la frustración


“Si bien la generación actual tiene bastante burnout, también es muy susceptible y se debe trabajar en terapia. Hay ciertos grados que no son normales y tienden a no adaptarse fácilmente a las situaciones. Ellos no tienen tolerancia a la frustración y el manejo de esto es la terapia”, explica Villamil.


Por su parte, Monsalve cuestiona el concepto de “soltar” actual, incluyendo trabajos y hasta parejas:

“Hay que saber qué soltar y qué no. Porque nos volveremos una cultura desechable. Esto incluso aplica para las relaciones. Es más fácil volver a comenzar que luchar y hay que tener discernimiento. Por eso hay que sopesar si se puede abandonar algo importante por cosas superfluas, y en el trabajo hay que aprender a saber que no todo es personal. Y más en la pandemia, cuando el aspecto laboral ha sido tan difícil, lo ideal es conservar el trabajo y mejorar desde el diálogo y la negociación. Y entender que las dificultades te hacen crecer”.



Vía: Publimetro

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