Parece un fenómeno extraño, que mientras estamos bañándonos en la piscina en agosto, en cuestión de minutos puedan caer bolitas heladas del cielo, pero en realidad no tiene nada de sobrenatural.
Saber un poco de física ayuda a entenderlo. Para ello, el profesor titular de Meteorología y director del departamento de Geofísica y Meteorología de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Yagüe, explica a Muy Interesante cómo tiene lugar este curioso hecho.
El granizo se forma gracias a un proceso que en meteorología se conoce como acreción. Consiste en que alrededor de un cristal de hielo se van congelando gotitas de agua. Esto ocurre en las zonas altas de la atmósfera, donde las temperaturas son más frías, pudiendo alcanzarse temperaturas de -40ºC en el interior de las nubes. Estas nubes dónde se forma granizo son las llamadas cumulonimbos (nubes de tormenta), con inestabilidad y corrientes verticales, clave para su formación.
El profesor Yagüe matiza que el proceso de acreción desprende calor, por lo que llega un momento en que la temperatura de la superficie del cristal sobrepasa los 0ºC, y por tanto no puede congelar todas las gotitas de agua que captura, y esta partícula resultante es lo que se conoce como granizo. Cuando la inestabilidad sea mayor y se produzcan fuertes corrientes verticales, estas partículas ascenderán a lo alto de las nubes, donde se repetirá el proceso (ya que cuanto más alto ascienda más bajas serán las temperaturas) y volverán a congelar las gotas de agua de su alrededor.
En este momento es cuando tienen lugar las fases de crecimiento seco o crecimiento húmedo, términos comunes entre los especialistas de la meteorología. Como apunta el profesor Yagüe, la fase de crecimiento seco ese produce cuando no hay agua líquida en la superficie del cristal y se forma más hielo a su alrededor; por el contrario, cuando sí existen partículas de agua líquida se conoce como crecimiento húmedo. Cuándo la nube ya no puede soportar el peso del granizo, este precipita.
El hecho de que granice más en verano que en invierno se debe a que “las gotitas de agua se empiezan a congelar a temperaturas por debajo de los 0ºC pero hasta los -40ºC es posible encontrar algunas en estado líquido. Por ello, si las temperaturas son excesivamente frías no encontraremos gotitas de agua líquida, que son imprescindibles para producir granizo”- aclara el profesor.
En la época estival ocurre que el contraste de temperaturas entre el suelo (caliente) y la atmósfera (frío) es mayor que en invierno, y provoca que se formen corrientes verticales de aire. Esta inestabilidad ofrece las condiciones idóneas para el granizo, que cuánto más caótico sea el ambiente dentro de las nubes, más posibilidades hay de que granice y que este sea de un tamaño mayor. Este cambio brusco es el que hace que los cristales de hielo lleguen hasta el suelo sin derretirse. En invierno el contraste térmico es menor, por ello cae nieve en vez de granizo. “No obstante esto”- explica- “no quiere decir que en invierno no sea posible la generación de granizo, pero es menos frecuente.”
Por: Eva Cifuentes.
Vía: Muy Interesante.