Han pasado 100 días de su gobierno, y el presidente Andrés Manuel López Obrador debe sentirse frustrado. A tiro por viaje, en sus conferencias mañaneras, ha tenido que excusar a sus funcionarios públicos por decisiones erróneas que han tomado. Primero, por contratar en puestos específicos que requieren cierto perfil, a quienes no cumplen con los requisitos; segundo, por incluir entre sus equipos a gente involucrada en casos de corrupción y, tercero, por tomar decisiones relevantes que tienen un impacto mediático y político que afecta la imagen de su gobierno, en términos de transparencia y honestidad.
Y sí, por eso AMLO ya les dio el primer jalón de orejas a su gabinete. Los programas sociales no avanzan como él quisiera, tampoco los apoyos directos. Lo que sí escuchamos a diario es el recorte de presupuesto en diversos programas como las estancias infantiles, comedores comunitarios, empleo temporal, seguro de vida para jefas de familia, el fondo de apoyo para las artesanías, recortes en cultura, a discapacitados, atención al sobre peso y la diabetes, programas de agricultura como el fomento ganadero, entre otros.
Eso, sin contar que la Primera Circular del presidente ha sido para pedirles a las dependencias y entidades gubernamentales que ya no den apoyo a ninguna asociación civil, por lo pronto.
Los escándalos de nombramientos incómodos en el Conacyt, Infonavit, PEMEX y aduanas han marcado la agenda del primer mandatario en sus discursos matutinos. Y qué decir del impacto político y mediático que tuvo la decisión de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) de clasificar como información “reservada” y de “seguridad nacional” la última conversación que sostuvieron los pilotos del helicóptero donde perdieron la vida la ex Gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso, su esposo el Senador Rafael Moreno Valle, y otras tres personas, con la Torre de Control en los últimos minutos previos al fatal accidente.
“Fue una confusión”, “Fue un error”, “Lamentamos las notas publicadas”, “Buscan difamar”, “Hoy fue desvinculado”, son algunas frases que han pronunciado los titulares de las dependencias a las que se les han achacado diversos errores. Y AMLO los pone al frente de los medios cada mañana a dar explicaciones cada vez que la riegan.
¿Existe un teléfono descompuesto entre el Presidente y su burocracia, y entre los funcionarios y los empleados de gobierno?. Pareciera que así sucede, aunque sin duda, las redes sociales y los medios de comunicación van un paso delante en la velocidad de la información que transita. Sin embargo, a diario, los casos le revientan al Presidente en su conferencias, quien una y otra vez, tiene que salir a decir que no dispone de las información del tema que se le pregunta o que desconoce del asunto.
Y pareciera también que como todavía no se pueden anunciar las buenas noticias, pues mejor se recurre al fantasma del tema de los ex presidentes y su posible enjuiciamiento, o se ventilan desvíos y gastos millonarios detectados en el anterior sexenio en diversas dependencias, sin que haya nadie tras las rejas. Total hay que distraer al pueblo con “pan y circo”, mientras el gobierno toma su cause, se organiza y comienza a dar los resultados esperados de sus más de 30 millones de votantes.
El tema es que hoy ya no hay pretexto para que eso suceda, Morena controla el gobierno y el Congreso a través de su mayoría. La oposición se ha replegado y parece no tener discurso para hacerle frente a este fenómeno político. Incluso, el propio Peje les llama “ternuritas” a quienes intentan hacerle un contrapeso. Y hoy el pueblo parece seguir apoyándolo al refrendar en las urnas con su voto mayoritario hacia este movimiento en los procesos electorales que vienen.
El bono democrático a este gobierno podría durarle un par de años, si la gente no comienza a palpar en sus bolsillos y en la seguridad de su familia el cambio que anhela. “Si no pueden renuncien”, como dijera la célebre frase que en alguna ocasión se le pronunció al gobierno de Felipe Calderón y al de Marcelo Ebrard. De ahí que si el Presidente no comienza a tener resultados palpables de sus instrucciones, veremos rodar cabezas muy pronto, incluso hasta de sus colaboradores más cercanos.
El tema es que podrán cambiar los nombramientos del gabinete como si fueran fusibles, pero lo que permanece abajo será una burocracia anquilosada, lenta, y con sus propios intereses. Aquella burocracia a la que se enfrentan todos los presidentes de nuestro país. Ni dudemos que ante este freno, el Peje decida dar por terminado el llamado “Servicio Civil de Carrera” que impide el despido masivo de los empleados de gobierno. Sin embargo, la toma de decisiones y los resultados no pueden esperar.
Un ejemplo es que Andrés Manuel López Obrador ha instruido a sus colaboradores a crecer a una tasa de 4% anual y hacer todo lo que esté en sus carteras para que ello suceda. Pero las noticias no son muy alentadoras para el primer año de su sexenio. Apenas el Banco de México (Banxico), junto con otras instituciones financieras del mundo como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Bank of America y Merryl Linch, han reducido los pronósticos de crecimiento para México entre 1.1% a 2.1% para este 2019. Es la tercera vez que se hace un ajuste que comenzó en una tasa del 3.2%. Una de las razones es la incertidumbre que prevalece en la economía mexicana que afecta la inversión.
Así que mientras López Obrador siga invirtiendo y perdiendo su tiempo en dar explicaciones de las decisiones de sus colaboradores, no podrá enfocarse en lo que realmente importa para México: darle la certeza jurídica al mercado para atraer capitales que se traduzcan en empleos y crecimiento a nuestra economía.
Apenas han pasado 100 días de gobierno y la esperanza de muchos se mantiene. Importante será meter el acelerador a una burocracia que hoy se siente amenazada por el recorte de sus ingresos y despidos. Es cierto que la responsabilidad no puede recaer en una sola persona, pero también es cierto que esa misma figura, que es la del presidente, encabeza todo ese cambio y esperanza tan anunciados para México, quizá esto no lo entienda la burocracia.
Y sí, por eso AMLO ya les dio el primer jalón de orejas a su gabinete. Los programas sociales no avanzan como él quisiera, tampoco los apoyos directos. Lo que sí escuchamos a diario es el recorte de presupuesto en diversos programas como las estancias infantiles, comedores comunitarios, empleo temporal, seguro de vida para jefas de familia, el fondo de apoyo para las artesanías, recortes en cultura, a discapacitados, atención al sobre peso y la diabetes, programas de agricultura como el fomento ganadero, entre otros.
Eso, sin contar que la Primera Circular del presidente ha sido para pedirles a las dependencias y entidades gubernamentales que ya no den apoyo a ninguna asociación civil, por lo pronto.
Los escándalos de nombramientos incómodos en el Conacyt, Infonavit, PEMEX y aduanas han marcado la agenda del primer mandatario en sus discursos matutinos. Y qué decir del impacto político y mediático que tuvo la decisión de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) de clasificar como información “reservada” y de “seguridad nacional” la última conversación que sostuvieron los pilotos del helicóptero donde perdieron la vida la ex Gobernadora de Puebla, Martha Érika Alonso, su esposo el Senador Rafael Moreno Valle, y otras tres personas, con la Torre de Control en los últimos minutos previos al fatal accidente.
“Fue una confusión”, “Fue un error”, “Lamentamos las notas publicadas”, “Buscan difamar”, “Hoy fue desvinculado”, son algunas frases que han pronunciado los titulares de las dependencias a las que se les han achacado diversos errores. Y AMLO los pone al frente de los medios cada mañana a dar explicaciones cada vez que la riegan.
¿Existe un teléfono descompuesto entre el Presidente y su burocracia, y entre los funcionarios y los empleados de gobierno?. Pareciera que así sucede, aunque sin duda, las redes sociales y los medios de comunicación van un paso delante en la velocidad de la información que transita. Sin embargo, a diario, los casos le revientan al Presidente en su conferencias, quien una y otra vez, tiene que salir a decir que no dispone de las información del tema que se le pregunta o que desconoce del asunto.
Y pareciera también que como todavía no se pueden anunciar las buenas noticias, pues mejor se recurre al fantasma del tema de los ex presidentes y su posible enjuiciamiento, o se ventilan desvíos y gastos millonarios detectados en el anterior sexenio en diversas dependencias, sin que haya nadie tras las rejas. Total hay que distraer al pueblo con “pan y circo”, mientras el gobierno toma su cause, se organiza y comienza a dar los resultados esperados de sus más de 30 millones de votantes.
El tema es que hoy ya no hay pretexto para que eso suceda, Morena controla el gobierno y el Congreso a través de su mayoría. La oposición se ha replegado y parece no tener discurso para hacerle frente a este fenómeno político. Incluso, el propio Peje les llama “ternuritas” a quienes intentan hacerle un contrapeso. Y hoy el pueblo parece seguir apoyándolo al refrendar en las urnas con su voto mayoritario hacia este movimiento en los procesos electorales que vienen.
El bono democrático a este gobierno podría durarle un par de años, si la gente no comienza a palpar en sus bolsillos y en la seguridad de su familia el cambio que anhela. “Si no pueden renuncien”, como dijera la célebre frase que en alguna ocasión se le pronunció al gobierno de Felipe Calderón y al de Marcelo Ebrard. De ahí que si el Presidente no comienza a tener resultados palpables de sus instrucciones, veremos rodar cabezas muy pronto, incluso hasta de sus colaboradores más cercanos.
El tema es que podrán cambiar los nombramientos del gabinete como si fueran fusibles, pero lo que permanece abajo será una burocracia anquilosada, lenta, y con sus propios intereses. Aquella burocracia a la que se enfrentan todos los presidentes de nuestro país. Ni dudemos que ante este freno, el Peje decida dar por terminado el llamado “Servicio Civil de Carrera” que impide el despido masivo de los empleados de gobierno. Sin embargo, la toma de decisiones y los resultados no pueden esperar.
Un ejemplo es que Andrés Manuel López Obrador ha instruido a sus colaboradores a crecer a una tasa de 4% anual y hacer todo lo que esté en sus carteras para que ello suceda. Pero las noticias no son muy alentadoras para el primer año de su sexenio. Apenas el Banco de México (Banxico), junto con otras instituciones financieras del mundo como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Bank of America y Merryl Linch, han reducido los pronósticos de crecimiento para México entre 1.1% a 2.1% para este 2019. Es la tercera vez que se hace un ajuste que comenzó en una tasa del 3.2%. Una de las razones es la incertidumbre que prevalece en la economía mexicana que afecta la inversión.
Así que mientras López Obrador siga invirtiendo y perdiendo su tiempo en dar explicaciones de las decisiones de sus colaboradores, no podrá enfocarse en lo que realmente importa para México: darle la certeza jurídica al mercado para atraer capitales que se traduzcan en empleos y crecimiento a nuestra economía.
Apenas han pasado 100 días de gobierno y la esperanza de muchos se mantiene. Importante será meter el acelerador a una burocracia que hoy se siente amenazada por el recorte de sus ingresos y despidos. Es cierto que la responsabilidad no puede recaer en una sola persona, pero también es cierto que esa misma figura, que es la del presidente, encabeza todo ese cambio y esperanza tan anunciados para México, quizá esto no lo entienda la burocracia.
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