Le saludo con todo mi aprecio estimado lector, esperando que se encuentre bien. Le prometí reflexionar sobre el discernimiento de los paradigmas para orar, y el método; pero considero que es necesaria una parada previa, en el tema de los medios para participar en política de manera individual, y en conjunto como comunidad, bajo la luz de dos paradigmas: el paradigma dominante de la democracia moderna y el antigüo paradigma bíblico.
En el caso del primero, moderno y dominante, la academia nos ha enseñado que el único vehículo que tiene la sociedad para elegir y formar gobiernos, y por ende el mejor, son los partidos políticos. Sí, esas organizaciones políticas de las que usted seguramente está decepcionado y cansado, y a cuyos miembros y participantes no los baja de bandidos; sí, esos vehículos por medio de los cuales se puede acceder a prerrogativas y financiamiento público abundante, incluso antes de llegar a los dineros públicos de los programas sociales.
Si le parece deleznable tener tantos partidos que sólo han decepcionado, tendrá que aguantarse y financiar con sus impuestos también a los que ya vienen en camino. De acuerdo con el ex director del IFE, José Woldemberg (El Universal, feb. 12, 2019), 102 organizaciones han solicitado al INE su registro como tales, y estima que dos o tres pueden logar el objetivo; adicionalmente hay intentos por resucitar al Partido Encuentro Social (El Universal, mar 5, 2019).
Ante la cantidad de partidos que tenemos, y el número de organizaciones interesadas en formar otros nuevos, vale la pena preguntarse ¿Qué aportarán esos arribistas a la arena política? ¿Qué los hará diferentes a los que tenemos y de todos aquellos que a lo largo del último medio siglo han nacido y desaparecido? Permítame una respuesta espontánea y quizás temeraria, pero por demás acertada: nada; pero en fin, no tenemos otra cosa, ¿o, si?
Por otra parte, usted se preguntará ¿cómo se vincula esto con la oración?; pues permítame decirle que uno de los componentes más importantes de la oración (hablar con Dios), es la petición, y parte del trabajo central de un candidato en campaña, es formular promesas a sus electores, sobre un cúmulo de peticiones ciudadanas que no han sido atendidas por las autoridades correspondientes.
Dicho lo anterior, pasemos al antiguo paradigma bíblico, en el que encontramos que éste también es un medio o método importante para participar en política, y que hace patente la superioridad del primer nivel de gobierno –Divino- en el Libro de Daniel 2:21: “Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos” (RV, 1960).
Bajo la luz de este versículo, creo que es sencillo entender que todo nuestro pesado y obeso sistema electoral, se transforma en un bello elefante blanco, y algo similar sucede con el sistema de partidos; ¿ha escuchado decir: “cada país tiene el gobierno que se merece? Con respeto le preguntaría: ¿cómo está su relación con el primer nivel de gobierno? Haga su diagnóstico propio, y responda la pregunta.
Pero si bien, el gobierno Divino da a cada nación el gobierno terrenal que se merece, en el sentido de que según le pidan o se quejen directamente con Él, pone y quita, entonces es evidente que Usted puede incidir en la conducción y desempeño del gobierno, mediante su oración (pedir y/o quejarse con Dios). Recuerde lo dicho en la carta a Timoteo, capítulo 2, versículos 1-2. “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones, y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. (R.V. 1960)
Bajo la óptica del antiguo paradigma bíblico, podemos ver que sí hay otros medios para participar en política; y no sólo eso: el gobierno superior nos pide que lo hagamos de manera intensa, permanente, a toda hora, como está establecido en la primera carta a los Tesalonicenses, Capítulo 5, versículo 17: “Orad sin cesar”. (R. V. 1960)
Si la evidencia del antiguo paradigma le parece poca, en la siguiente reflexión trataremos de ver cómo ese gobierno superior o Divino, puede incidir en las decisiones de los gobiernos terrenales, analizando el Libro del Éxodo, donde también se encuentra el antecedente más remoto de la separación entre las funciones de Estado y las de gobierno, como se da en los regímenes parlamentarios.
Pues bien estimado lector, si la reflexión sirve para edificar, ya sabe que hay otro medio para hacer política; es su decisión el que quisiera hacer política orando en uno, (moderno), en otro, (antiguo), o en los dos paradigmas; también en las citas de esta reflexión, hay indicios del manual que debe revisar para que lo haga de la mejor manera posible.
Que Dios lo ilumine, hasta la próxima.
En el caso del primero, moderno y dominante, la academia nos ha enseñado que el único vehículo que tiene la sociedad para elegir y formar gobiernos, y por ende el mejor, son los partidos políticos. Sí, esas organizaciones políticas de las que usted seguramente está decepcionado y cansado, y a cuyos miembros y participantes no los baja de bandidos; sí, esos vehículos por medio de los cuales se puede acceder a prerrogativas y financiamiento público abundante, incluso antes de llegar a los dineros públicos de los programas sociales.
Si le parece deleznable tener tantos partidos que sólo han decepcionado, tendrá que aguantarse y financiar con sus impuestos también a los que ya vienen en camino. De acuerdo con el ex director del IFE, José Woldemberg (El Universal, feb. 12, 2019), 102 organizaciones han solicitado al INE su registro como tales, y estima que dos o tres pueden logar el objetivo; adicionalmente hay intentos por resucitar al Partido Encuentro Social (El Universal, mar 5, 2019).
Ante la cantidad de partidos que tenemos, y el número de organizaciones interesadas en formar otros nuevos, vale la pena preguntarse ¿Qué aportarán esos arribistas a la arena política? ¿Qué los hará diferentes a los que tenemos y de todos aquellos que a lo largo del último medio siglo han nacido y desaparecido? Permítame una respuesta espontánea y quizás temeraria, pero por demás acertada: nada; pero en fin, no tenemos otra cosa, ¿o, si?
Por otra parte, usted se preguntará ¿cómo se vincula esto con la oración?; pues permítame decirle que uno de los componentes más importantes de la oración (hablar con Dios), es la petición, y parte del trabajo central de un candidato en campaña, es formular promesas a sus electores, sobre un cúmulo de peticiones ciudadanas que no han sido atendidas por las autoridades correspondientes.
Dicho lo anterior, pasemos al antiguo paradigma bíblico, en el que encontramos que éste también es un medio o método importante para participar en política, y que hace patente la superioridad del primer nivel de gobierno –Divino- en el Libro de Daniel 2:21: “Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos” (RV, 1960).
Bajo la luz de este versículo, creo que es sencillo entender que todo nuestro pesado y obeso sistema electoral, se transforma en un bello elefante blanco, y algo similar sucede con el sistema de partidos; ¿ha escuchado decir: “cada país tiene el gobierno que se merece? Con respeto le preguntaría: ¿cómo está su relación con el primer nivel de gobierno? Haga su diagnóstico propio, y responda la pregunta.
Pero si bien, el gobierno Divino da a cada nación el gobierno terrenal que se merece, en el sentido de que según le pidan o se quejen directamente con Él, pone y quita, entonces es evidente que Usted puede incidir en la conducción y desempeño del gobierno, mediante su oración (pedir y/o quejarse con Dios). Recuerde lo dicho en la carta a Timoteo, capítulo 2, versículos 1-2. “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones, y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. (R.V. 1960)
Bajo la óptica del antiguo paradigma bíblico, podemos ver que sí hay otros medios para participar en política; y no sólo eso: el gobierno superior nos pide que lo hagamos de manera intensa, permanente, a toda hora, como está establecido en la primera carta a los Tesalonicenses, Capítulo 5, versículo 17: “Orad sin cesar”. (R. V. 1960)
Si la evidencia del antiguo paradigma le parece poca, en la siguiente reflexión trataremos de ver cómo ese gobierno superior o Divino, puede incidir en las decisiones de los gobiernos terrenales, analizando el Libro del Éxodo, donde también se encuentra el antecedente más remoto de la separación entre las funciones de Estado y las de gobierno, como se da en los regímenes parlamentarios.
Pues bien estimado lector, si la reflexión sirve para edificar, ya sabe que hay otro medio para hacer política; es su decisión el que quisiera hacer política orando en uno, (moderno), en otro, (antiguo), o en los dos paradigmas; también en las citas de esta reflexión, hay indicios del manual que debe revisar para que lo haga de la mejor manera posible.
Que Dios lo ilumine, hasta la próxima.
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