Qué tal estimado lector, le saludo con aprecio entre estas líneas. En los ensayos anteriores (niveles de gobierno, dos paradigmas de política pública) hemos revisado cómo hay un reconocimiento social -mundial- a un nivel superior de gobierno; y en el caso del continente americano, ampliamente reconocido a través del cristianismo, dónde al menos hay dos paradigmas dominantes para relacionarse con Dios: el catolicismo y el cristianismo original y/o protestantismo evangélico.
También señalábamos, que de conformidad con Samuel Huntington, hay dos elementos que han sido determinantes para la prosperidad económica y política de los Estados Unidos en sus primeros 200 años de historia: el trabajo duro y la oración (comunicación con Dios).
En el caso de nuestro país, la mayoría de los mexicanos trabajamos duro, pero no tenemos la misma prosperidad económica y política que el pueblo estadounidense; sin duda, nos ha fallado el tema de la oración, y aquí es importante destacar que el pueblo americano tiene un paradigma diferente al nuestro.
Déjeme decirle también, que la comunicación con Dios vía oración por nuestros gobernantes, es un mandato de Dios ha establecido en la primera carta de Timoteo, capítulo 2, versículos 1-2. “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones, y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. (R.V. 1960)
También en otro ensayo anterior, previo a la jornada electoral de la elección federal de 2018, analizamos cómo un presidente actual, al igual que los reyes de antaño, concentra funciones de jefe de Estado y de jefe de gobierno. El mandato es claro, hay que orar por el presidente y todo el gobierno en su conjunto: los tres poderes, en sus tres niveles, para que vivamos bien.
También, ya hemos dado cuenta de que existen mejores sistemas de gobierno que el que hemos padecido durante los últimos 20 años; de igual forma, en los ensayos relativos al presidencialismo mexicano, explicamos cuales son las causas por las que no hemos logrado concluir nuestro proceso de transición a la democracia.
Pero si como sociedad estamos lejos de poder incidir en la conformación de un sistema de gobierno mejor, y no somos capaces ni siquiera de entender e imaginar cómo el ejecutivo y la clase política nos han expropiado el control real (soberanía popular) sobre los poderes legislativo y judicial, sólo nos queda orar.
Seguramente a usted, como a un servidor, y como a casi todos los mexicanos, nos interesa que el gobierno del presidente en turno sea exitoso y tenga buenos frutos en materia de estabilidad política y económica, para un mayor bienestar para todos los mexicanos.
Quizás usted forme parte del más de 40% de los electores que no votaron por López Obrador, y tal vez a estas alturas ya forma parte del más de 80% que aprueba su desempeño a lo largo de sus primeros 100 días de gestión.
Pero no obstante, la alta aprobación de su gobierno, contrasta con el diagnóstico de los analistas más reconocidos en la opinión pública, que vaticinan una debacle en el corto plazo, por diversos factores, entre los que destacan un conjunto de malas decisiones y una recesión económica que ya está tocando la puerta.
Si el diagnóstico de algunos analistas es correcto, la debacle –eventualmente- puede llevar al lopezobradorismo al fracaso histórico del presidencialismo mexicano, como ha sucedido con todos aquellos que le han precedido en el cargo; resultados que contrastan con el presidencialismo norteamericano, que generalmente ha producido resultados satisfactorios para sus gobernados.
Para que nuestras instituciones políticas y nuestros gobernantes sean exitosos, -como en aquel país- que incluso nos inspiró para institucionalizar un régimen presidencial, ya sabemos cuáles son los elementos que fueron determinantes para su éxito: trabajo duro y oración. El primer elemento lo tenemos en la gran mayoría de los mexicanos; en el caso del segundo, tal vez nos hace falta cambiar el paradigma y el método.
El discernimiento de los paradigmas será el tema del siguiente ensayo, si es que la coyuntura no me entusiasma con otro tema. De cualquier manera, lo espero en este mismo espacio la próxima semana, si Dios lo permite; también, que Él lo bendiga.
También señalábamos, que de conformidad con Samuel Huntington, hay dos elementos que han sido determinantes para la prosperidad económica y política de los Estados Unidos en sus primeros 200 años de historia: el trabajo duro y la oración (comunicación con Dios).
En el caso de nuestro país, la mayoría de los mexicanos trabajamos duro, pero no tenemos la misma prosperidad económica y política que el pueblo estadounidense; sin duda, nos ha fallado el tema de la oración, y aquí es importante destacar que el pueblo americano tiene un paradigma diferente al nuestro.
Déjeme decirle también, que la comunicación con Dios vía oración por nuestros gobernantes, es un mandato de Dios ha establecido en la primera carta de Timoteo, capítulo 2, versículos 1-2. “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones, y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad”. (R.V. 1960)
También en otro ensayo anterior, previo a la jornada electoral de la elección federal de 2018, analizamos cómo un presidente actual, al igual que los reyes de antaño, concentra funciones de jefe de Estado y de jefe de gobierno. El mandato es claro, hay que orar por el presidente y todo el gobierno en su conjunto: los tres poderes, en sus tres niveles, para que vivamos bien.
También, ya hemos dado cuenta de que existen mejores sistemas de gobierno que el que hemos padecido durante los últimos 20 años; de igual forma, en los ensayos relativos al presidencialismo mexicano, explicamos cuales son las causas por las que no hemos logrado concluir nuestro proceso de transición a la democracia.
Pero si como sociedad estamos lejos de poder incidir en la conformación de un sistema de gobierno mejor, y no somos capaces ni siquiera de entender e imaginar cómo el ejecutivo y la clase política nos han expropiado el control real (soberanía popular) sobre los poderes legislativo y judicial, sólo nos queda orar.
Seguramente a usted, como a un servidor, y como a casi todos los mexicanos, nos interesa que el gobierno del presidente en turno sea exitoso y tenga buenos frutos en materia de estabilidad política y económica, para un mayor bienestar para todos los mexicanos.
Quizás usted forme parte del más de 40% de los electores que no votaron por López Obrador, y tal vez a estas alturas ya forma parte del más de 80% que aprueba su desempeño a lo largo de sus primeros 100 días de gestión.
Pero no obstante, la alta aprobación de su gobierno, contrasta con el diagnóstico de los analistas más reconocidos en la opinión pública, que vaticinan una debacle en el corto plazo, por diversos factores, entre los que destacan un conjunto de malas decisiones y una recesión económica que ya está tocando la puerta.
Si el diagnóstico de algunos analistas es correcto, la debacle –eventualmente- puede llevar al lopezobradorismo al fracaso histórico del presidencialismo mexicano, como ha sucedido con todos aquellos que le han precedido en el cargo; resultados que contrastan con el presidencialismo norteamericano, que generalmente ha producido resultados satisfactorios para sus gobernados.
Para que nuestras instituciones políticas y nuestros gobernantes sean exitosos, -como en aquel país- que incluso nos inspiró para institucionalizar un régimen presidencial, ya sabemos cuáles son los elementos que fueron determinantes para su éxito: trabajo duro y oración. El primer elemento lo tenemos en la gran mayoría de los mexicanos; en el caso del segundo, tal vez nos hace falta cambiar el paradigma y el método.
El discernimiento de los paradigmas será el tema del siguiente ensayo, si es que la coyuntura no me entusiasma con otro tema. De cualquier manera, lo espero en este mismo espacio la próxima semana, si Dios lo permite; también, que Él lo bendiga.
Comentarios
Publicar un comentario
Hacer un Comentario