Dijo el Presidente en su mini-informe de cien días: “no hay ni asomo de recesión, como quisieran nuestros adversarios conservadores o como pronostican con mala fe sus analistas”. No estoy seguro de si esta columna es de un adversario conservador o de un analista de mala fe, pero el tema de la posible recesión sí es un asunto relevante.
El dato de actividad industrial de enero parecería darle la razón a AMLO, especialmente en construcción. En lugar de la caída esperada, hubo un ligero crecimiento, de 0.6% anual con datos desestacionalizados, o 1.7% en datos originales. Con eso, la actividad industrial total nada más cayó 0.9% anual (originales, -1.1% desestacionalizados). En minería y electricidad, gas y agua, la caída de enero sí es mayor que la de los meses previos, mientras que en manufacturas no ha habido contracción, y el crecimiento de enero es superior al de diciembre.
Que la construcción haya modificado su tendencia (traía dos meses de contracción, y no pequeña) es especialmente relevante para la inversión, de la que platicamos aquí el lunes. Tanto la edificación como las obras de ingeniería civil (infraestructura) cambiaron de dirección. La primera caía 2% en diciembre, y en enero creció casi 4%; la segunda cayó 11% en diciembre, y creció 2.5% en enero. Con ese comportamiento y la venta de más unidades de transporte en enero, el dato de inversión de ese mes será positivo.
Para febrero, las cosas no necesariamente serán iguales. En equipo de transporte, en lugar del crecimiento de casi 10% que hubo en enero, en el mes pasado hubo una contracción de 5%. De construcción no tenemos idea y habrá que esperar un mes para saber. Ahí veremos si el dato de enero fue un cambio de tendencia o un evento aislado.
De cualquier manera, la actividad industrial continúa a la baja, y el trimestre que va de noviembre a enero es de contracción: 1.6% en datos originales, 1.4% en desestacionalizados. Sólo manufacturas crece, los demás sectores están en números rojos.
En cuanto al empleo, que López Obrador celebró en su evento, seguimos por debajo del nivel de noviembre, por 158 mil empleos. Más importante aún, el ritmo de generación de empleos a tasa anual sigue cayendo: entre enero y octubre se generaban 800 mil en doce meses, para noviembre fueron 700 mil, 660 mil en diciembre, 640 mil en enero, y apenas un poco más de 600 mil en febrero.
Es decir que tanto la actividad industrial como la generación de empleo mantiene una tendencia a la baja, y lo mismo ocurre con las ventas, según los reportes de ANTAD y Walmart, y las ventas de autos. Como ya hemos comentado, esos indicadores sirven para evaluar si la economía entra en terreno de recesión, y hasta ahora no parece haber razón para modificar la proposición que hace días presentó esta columna.
Sin embargo, habrá que esperar un mes más para saber la dirección en que se mueve la inversión, que depende en 60% de la construcción, y la mitad de este número viene de construcción residencial, que, según las cifras de INEGI, puede haber detenido su caída e iniciado una recuperación. Los especialistas inmobiliarios, al menos hasta hace poco, esperaban un crecimiento del sector, aunque lo pronosticaban para el segundo semestre.
De forma que, por el momento, adversarios conservadores y analistas de mala fe pueden mantener sus pronósticos. Seguramente cuando los datos indiquen una recuperación, y así se reporte, se transformarán mágicamente en buenas personas. Como de costumbre, esta columna seguirá apoyándose en datos y metodologías probadas, porque aquí la fe, buena o mala, no sirve de guía.
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero.
El dato de actividad industrial de enero parecería darle la razón a AMLO, especialmente en construcción. En lugar de la caída esperada, hubo un ligero crecimiento, de 0.6% anual con datos desestacionalizados, o 1.7% en datos originales. Con eso, la actividad industrial total nada más cayó 0.9% anual (originales, -1.1% desestacionalizados). En minería y electricidad, gas y agua, la caída de enero sí es mayor que la de los meses previos, mientras que en manufacturas no ha habido contracción, y el crecimiento de enero es superior al de diciembre.
Que la construcción haya modificado su tendencia (traía dos meses de contracción, y no pequeña) es especialmente relevante para la inversión, de la que platicamos aquí el lunes. Tanto la edificación como las obras de ingeniería civil (infraestructura) cambiaron de dirección. La primera caía 2% en diciembre, y en enero creció casi 4%; la segunda cayó 11% en diciembre, y creció 2.5% en enero. Con ese comportamiento y la venta de más unidades de transporte en enero, el dato de inversión de ese mes será positivo.
Para febrero, las cosas no necesariamente serán iguales. En equipo de transporte, en lugar del crecimiento de casi 10% que hubo en enero, en el mes pasado hubo una contracción de 5%. De construcción no tenemos idea y habrá que esperar un mes para saber. Ahí veremos si el dato de enero fue un cambio de tendencia o un evento aislado.
De cualquier manera, la actividad industrial continúa a la baja, y el trimestre que va de noviembre a enero es de contracción: 1.6% en datos originales, 1.4% en desestacionalizados. Sólo manufacturas crece, los demás sectores están en números rojos.
En cuanto al empleo, que López Obrador celebró en su evento, seguimos por debajo del nivel de noviembre, por 158 mil empleos. Más importante aún, el ritmo de generación de empleos a tasa anual sigue cayendo: entre enero y octubre se generaban 800 mil en doce meses, para noviembre fueron 700 mil, 660 mil en diciembre, 640 mil en enero, y apenas un poco más de 600 mil en febrero.
Es decir que tanto la actividad industrial como la generación de empleo mantiene una tendencia a la baja, y lo mismo ocurre con las ventas, según los reportes de ANTAD y Walmart, y las ventas de autos. Como ya hemos comentado, esos indicadores sirven para evaluar si la economía entra en terreno de recesión, y hasta ahora no parece haber razón para modificar la proposición que hace días presentó esta columna.
Sin embargo, habrá que esperar un mes más para saber la dirección en que se mueve la inversión, que depende en 60% de la construcción, y la mitad de este número viene de construcción residencial, que, según las cifras de INEGI, puede haber detenido su caída e iniciado una recuperación. Los especialistas inmobiliarios, al menos hasta hace poco, esperaban un crecimiento del sector, aunque lo pronosticaban para el segundo semestre.
De forma que, por el momento, adversarios conservadores y analistas de mala fe pueden mantener sus pronósticos. Seguramente cuando los datos indiquen una recuperación, y así se reporte, se transformarán mágicamente en buenas personas. Como de costumbre, esta columna seguirá apoyándose en datos y metodologías probadas, porque aquí la fe, buena o mala, no sirve de guía.
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
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