El Presidente glorifica a Ricardo Salinas Pliego y TV Azteca y censura a las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). ¿Por qué?
En el discurso lopezobradorista son frecuentes las condenas al neoliberalismo. Sorprenden, por tanto, las alabanzas presidenciales a TV Azteca —empresa con “dimensión social (…) importante y fundamental para la vida pública del país”— y a Ricardo Salinas Pliego, uno “de los empresarios que más lee”. La buena opinión nace de que el empresario lo arropó en los años difíciles: en 2006 “estaba yo todos los días en TV Azteca en la mañana (…) en el 2012 también se abrieron espacios para nuestro movimiento”.
El Presidente se olvida que el empresario es flor del invernadero neoliberal. Cuando Carlos Salinas vendió las empresas públicas, Salinas Pliego se hizo de la televisora estatal y la convirtió en una palanca que le ha permitido progresar en la lista de multimillonarios de “Forbes”. En 1994 tenía mil millones y en 2018 ya había rebasado los siete mil. También pasa por alto testimonios sobre discriminaciones, bajos salarios y escasas prestaciones a quienes trabajan en ese conglomerado.
Andrés Manuel López Obrador se va al extremo opuesto con las OSC: “Le tengo mucha desconfianza a todo lo que llaman sociedad civil o iniciativas independientes” para luego acusarlas de haber recibido “moches”, de ser “fifís”, de faltarles un “baño de pueblo”. El viernes pasado, en el evento por el Día Internacional de la Mujer le subió decibeles a la agresividad. Acusó a los “movimientos feministas y de derechos humanos” de contribuir al mantenimiento del régimen autoritario: “Veían el árbol, pero no el bosque (…) cada quien se ocupaba de su movimiento”.
Las filias y fobias presidenciales tienen efectos concretos. Banco Azteca dará los plásticos que usará la mayoría de los 23 millones de beneficiarios de los nuevos programas sociales. Para Expansión y ADNpolítico, el Grupo Azteca atraerá beneficios concretos porque “tendrá acceso a una amplia base de datos de potenciales clientes”.
A las OSC, por el contrario, les canceló cualquier apoyo federal. Cuando Luz Rosales, directora del Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol), intercedió a favor de las OSC auténticas y profesionales, el Presidente respondió tajante que no habría “ninguna excepción” porque “algunas abusaron de estos apoyos”. Por cierto, Presidente, ¿Elba Esther Gordillo y René Bejarano, no “abusaron” de fondos públicos?
Tengo dos explicaciones sobre la inquina. La primera se relaciona con la paternidad de la transición. Para López Obrador los sujetos de la historia son los partidos que le presentan sus programas a un pueblo sabio, que selecciona al más adecuado. En México fue diferente. En los años ochenta se resquebrajó el autoritarismo y los partidos opositores pudieron refundar el país; fracasaron porque se dejaron colonizar por los modos del viejo régimen. Se hicieron “partidos fifís” (incluido el PRD que llegó a dirigir el actual Presidente).
El vacío que dejaron fue llenado —en parte al menos— por las OSC. Sostengo, con evidencia en mano, que las OSC auténticas y profesionales fueron clave en la forja de nuestra imperfecta democracia. Lastimosamente, a medida que la vida pública mexicana se corrompía, proliferaron las OSC oportunistas y vividoras.
Como las OSC auténticas han seguido defendiendo sus causas, se han convertido en escollos incómodos para los planes a futuro del Presidente. El viernes pasado, AMLO asumió el protagonismo de la transición, cuando dijo que él “logró unir todas las causas”. Hoy, dijo, “representamos a todas y a todos los ciudadanos, de todas las corrientes del pensamiento, de todas las religiones, a mujeres creyentes y no creyentes, a todas y a todos”. Por el pasado y por el futuro es que el Presidente quiere asfixiar, borrar, aplastar a las OSC.
Una cosa es querer y otra poder. Las OSC auténticas y profesionales resistirán, porque a Morena le están quedando grandes las transformaciones y porque subsisten las razones que impulsan a la organización ciudadana. Seguirá habiendo OSC oportunistas, pero el pueblo es sabio y apoyará a las auténticas.
El Presidente debería recordar una tesis de Jesús Reyes Heroles (“lo que resiste apoya”) y hacer suyo un llamado hecho el fin de semana en Jalisco: “hay que dejar de lado los rencores”.— Boston, Massachusetts.
@sergioaguayo Investigador y analista.
Colaboró Mónica Gabriela Maldonado Díaz
En el discurso lopezobradorista son frecuentes las condenas al neoliberalismo. Sorprenden, por tanto, las alabanzas presidenciales a TV Azteca —empresa con “dimensión social (…) importante y fundamental para la vida pública del país”— y a Ricardo Salinas Pliego, uno “de los empresarios que más lee”. La buena opinión nace de que el empresario lo arropó en los años difíciles: en 2006 “estaba yo todos los días en TV Azteca en la mañana (…) en el 2012 también se abrieron espacios para nuestro movimiento”.
El Presidente se olvida que el empresario es flor del invernadero neoliberal. Cuando Carlos Salinas vendió las empresas públicas, Salinas Pliego se hizo de la televisora estatal y la convirtió en una palanca que le ha permitido progresar en la lista de multimillonarios de “Forbes”. En 1994 tenía mil millones y en 2018 ya había rebasado los siete mil. También pasa por alto testimonios sobre discriminaciones, bajos salarios y escasas prestaciones a quienes trabajan en ese conglomerado.
Andrés Manuel López Obrador se va al extremo opuesto con las OSC: “Le tengo mucha desconfianza a todo lo que llaman sociedad civil o iniciativas independientes” para luego acusarlas de haber recibido “moches”, de ser “fifís”, de faltarles un “baño de pueblo”. El viernes pasado, en el evento por el Día Internacional de la Mujer le subió decibeles a la agresividad. Acusó a los “movimientos feministas y de derechos humanos” de contribuir al mantenimiento del régimen autoritario: “Veían el árbol, pero no el bosque (…) cada quien se ocupaba de su movimiento”.
Las filias y fobias presidenciales tienen efectos concretos. Banco Azteca dará los plásticos que usará la mayoría de los 23 millones de beneficiarios de los nuevos programas sociales. Para Expansión y ADNpolítico, el Grupo Azteca atraerá beneficios concretos porque “tendrá acceso a una amplia base de datos de potenciales clientes”.
A las OSC, por el contrario, les canceló cualquier apoyo federal. Cuando Luz Rosales, directora del Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol), intercedió a favor de las OSC auténticas y profesionales, el Presidente respondió tajante que no habría “ninguna excepción” porque “algunas abusaron de estos apoyos”. Por cierto, Presidente, ¿Elba Esther Gordillo y René Bejarano, no “abusaron” de fondos públicos?
Tengo dos explicaciones sobre la inquina. La primera se relaciona con la paternidad de la transición. Para López Obrador los sujetos de la historia son los partidos que le presentan sus programas a un pueblo sabio, que selecciona al más adecuado. En México fue diferente. En los años ochenta se resquebrajó el autoritarismo y los partidos opositores pudieron refundar el país; fracasaron porque se dejaron colonizar por los modos del viejo régimen. Se hicieron “partidos fifís” (incluido el PRD que llegó a dirigir el actual Presidente).
El vacío que dejaron fue llenado —en parte al menos— por las OSC. Sostengo, con evidencia en mano, que las OSC auténticas y profesionales fueron clave en la forja de nuestra imperfecta democracia. Lastimosamente, a medida que la vida pública mexicana se corrompía, proliferaron las OSC oportunistas y vividoras.
Como las OSC auténticas han seguido defendiendo sus causas, se han convertido en escollos incómodos para los planes a futuro del Presidente. El viernes pasado, AMLO asumió el protagonismo de la transición, cuando dijo que él “logró unir todas las causas”. Hoy, dijo, “representamos a todas y a todos los ciudadanos, de todas las corrientes del pensamiento, de todas las religiones, a mujeres creyentes y no creyentes, a todas y a todos”. Por el pasado y por el futuro es que el Presidente quiere asfixiar, borrar, aplastar a las OSC.
Una cosa es querer y otra poder. Las OSC auténticas y profesionales resistirán, porque a Morena le están quedando grandes las transformaciones y porque subsisten las razones que impulsan a la organización ciudadana. Seguirá habiendo OSC oportunistas, pero el pueblo es sabio y apoyará a las auténticas.
El Presidente debería recordar una tesis de Jesús Reyes Heroles (“lo que resiste apoya”) y hacer suyo un llamado hecho el fin de semana en Jalisco: “hay que dejar de lado los rencores”.— Boston, Massachusetts.
@sergioaguayo Investigador y analista.
Colaboró Mónica Gabriela Maldonado Díaz
Comentarios
Publicar un comentario
Hacer un Comentario