¿Sigue la protesta social?

¿Sigue la protesta social?
Al anticipar, en su momento, cómo estaría México cuando fuese gobernado por el régimen de la 4T, imaginé un país donde, finalmente, tendríamos esa paz social que no encontrábamos antes por sobrellevar la clase trabajadora las durezas del neoliberalismo.

Digo, Obrador y los suyos son, después de todo, gente con una decidida vocación social y directísimos emisarios de los sectores populares. Qué mejor, entonces, que tener un Gobierno en el que los intereses del pueblo bueno fueren validados como Dios manda, sí señor, en lugar de vivir los mexicanos con la pata de los “ricos y poderosos” en el pescuezo.

Y, en efecto, tuvimos miles de movilizaciones, literalmente, en los pasados sexenios y la protesta se volvió una suerte de actividad profesional: desde los miembros del extinto Sindicato Mexicanos de Electricistas hasta los militantes de Antorcha Campesina, pasando por esos denunciantes que exigían la aparición con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en territorios guerrerenses y los crónicos oficiantes de las conmemoraciones del 68, todos ellos hicieron que la capital de Estados Unidos Mexicanos se volviera una ciudad prácticamente sitiada. En esa urbe tuvieron lugar todos los bloqueos imaginables y todas las manifestaciones habidas y por haber. Pero, hubo también centenares de algaradas en localidades del interior del país, tomas de casetas de peaje, ocupaciones de edificios públicos, cierres de carreteras, destrucciones y actos vandálicos: la nación aparecía incendiada por turbas de agitadores, tan violentos como bárbaros.

Pues bien, los votantes decidieron soberanamente que las cosas debían cambiar y, en consecuencia, ya se fueron los aviesos gobernantes dedicados a servir los intereses del gran capital. También la corrupción, el supremo flagelo de la nación mexicana, ha sido erradicada por decreto. Pero ¿qué está pasando? ¿Ya no hay alborotos ni disturbios ni desórdenes? No, señoras y señores. No sólo sigue la agitación sino que las consecuencias están siendo gravísimas para la economía; mucho peores, de hecho, que en los anteriores tiempos. Las pérdidas alcanzan ya decenas de miles de millones de pesos. Que alguien nos lo explique, por favor.

revueltas@mac.com
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.


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