¿Cuántos casos existen en México de pleitos entre los padres sobre la custodia de sus hijos?, ¿Cuántos hijos sufren a diario la falta de acuerdos entre sus padres?, ¿Cuánta soberbia existe y casos de padres o madres que se empeñan en joder a su pareja, y por ende, llevarse de calle a sus propios hijos?
Cientos de historias se escriben a diario de violencia intrafamiliar, de injusticias, hasta de suicidios por no encontrar una salida a los problemas que enfrentan las propias familias.
Apenas el pasado fin de semana, el mundo entero fuimos testigos de cómo una madre, al sentirse vulnerable, sin salida, sin opciones, ahogada en deudas, desamor y amenazas decidió quitarse la vida en compañía de su pequeño hijo de 10 años, arrojándose de una altura de mil metros del puente La Variante ubicado en la ciudad de Ibagué en Colombia.
“El mundo es peligroso y yo no puedo protegerte” le escribió la madre al hijo en una carta póstuma donde relata las razones del suicidio. “Me dirán cobarde, pero solo Dios sabe la angustia y el terror que me da pensar que alguien te pueda hacer daño por mi culpa”, escribía la víctima Jessy Paola Moreno Cruz, de apenas 32 años.
En México y el mundo, la violencia contra las mujeres crece cada día. Tan sólo en nuestro país, según datos de la ONU, cada día son asesinadas 7 mujeres. En los últimos 25 años ocurrieron más de 35 mil defunciones de mujeres mexicanas con presunción de homicidio. 2 de cada 3 mujeres han experimentado algún tipo de violencia; siendo que el 41% han sido víctimas de violencia sexual en alguna etapa de su vida.
Ni qué decir de la violencia intrafamiliar donde las mujeres y los menores se consideran las principales víctimas del maltrato, ya sea físico o psicológico. Las intimidaciones, las amenazas, el asilamiento social progresivo, la intimidación, la coerción económica, forman parte de este tipo de agresiones que se sufren a diario.
Estos golpes sólo los ven y los escuchan quienes los dan, y tal es el caso de una madre mexicana, de nombre Josephine Hall, cuya vida se ha tornado un infierno tanto para ella, como su familia, pero sobre todo para su pequeña hija Margot, de tan sólo un año ocho meses.
El caso se tornó público cuando el mayo de 2018, comenzó a circular en redes sociales un video donde se aprecian diversos hombres allanando el domicilio de Josephine, para sustraer a la menor, para dársela en custodia a su padre, José Ladizinsky Mochón, de origen judío.
El juez Décimo Tercero de lo Familiar en la Ciudad de México, Eduardo Vélez Arteaga, violando todos los derechos de Josephine Hall, ordenó el operativo para recuperar a la pequeña Margot y entregarla a su padre. Meses antes, Hall había denunciado por violencia intrafamiliar y abusos a su esposo, a quien, cansada de tanta humillación, vejaciones, amenazas constantes de quitarle a la bebé y dejarla en la calle, había abandonado y emprendido la huida junto con la bebé.
El artículo 4º de nuestra Constitución mexicana, señala como principio fundamental el interés superior de los menores. Uno de los criterios relevantes para su determinación, es que se debe mantener, el status quo material y espiritual del menor y atender la incidencia que toda alteración del mismo pueda tener en su personalidad y para su futuro. En este sentido, el juez está obligado a examinar minuciosamente las circunstancias específicas de cada caso para poder llegar a una solución estable, justa y equitativa especialmente para los menores.
Sin embargo, en el caso de Josephine Hall, el juez de lo familiar ha tenido una actitud completamente parcial, no ha tomado en consideración el status real de la menor. Sus decisiones han violado los derechos de la madre, favorecido al padre, quien posee una red de influencia y recursos económicos superiores, que pudieran estar presionando para que el caso se resuelva a su favor.
Apenas esta semana, el juez volvió a autorizar el allanamiento de la morada de la madre de Josephine. Diversos policías ministeriales federales llegaron hasta su domicilio alrededor de las 6 de la mañana, en automóviles sin placas y sin identificaciones, violando el amparo que existe promovido por parte de Hall.
En el primer allanamiento, el juez basó su resolución en que la madre ponía en peligro la vida de su hija al subirla a caballos, aunque la equinoterapia para bebés y niños es una práctica de antaño. En esta segunda ocasión, el juez autorizó esta violación pues el padre exhibió un video, tomado de forma ilegal de la casa de Josephine, donde ésta aparece enseñándole un arma a otra persona en la sala. El padre de nueva cuenta acusó a su ex pareja de poner la vida de la menor en peligro, siendo que el arma es de procedencia legal, que ella cuenta con el permiso y la experiencia para su portación, pues su familia pertenece a un club de tiro de años atrás.
Es preciso que el nuevo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador conozca de este caso y actúe en consecuencia. El eje central de la Cuarta Transformación transita por el combate a la corrupción. De ahí que valdría la pena que pusiera un ojo en el actuar de este juez, que a todas luces ha tomado decisiones que atentan y violan los derechos de las víctimas, sobre todo de un menor.
Es menester también del Consejo de la Judicatura Federal y su titular el Ministro Arturo Zaldívar, revisar el desempeño del juez Eduardo Vélez Arteaga para ver si está obteniendo beneficios adicionales en este caso. Ha trascendido que José Ladizinsky Mochón lo trata como si fuera su empleado.
Apenas ayer, dos magistrados federales fueron destituidos por “notoria ineptitud y faltar a su declaración patrimonial”, en una cruzada de cero tolerancia a la corrupción y el combate con rigor de conductas deshonestas que se ha instaurado en este órgano colegiado.
Podrían comenzar a revisar la actuación de los jueces en materia familiar, de los casos de violencia de género, principalmente aquellos donde las mujeres y los menores aparecen como víctimas, como lo es el caso de Josephine Hall y la pequeña Margot. Caso que seguiremos dándole seguimiento.
Como alguna vez escribí en este mismo espacio: ¡Josephine Hall no estás sola!
Cientos de historias se escriben a diario de violencia intrafamiliar, de injusticias, hasta de suicidios por no encontrar una salida a los problemas que enfrentan las propias familias.
Apenas el pasado fin de semana, el mundo entero fuimos testigos de cómo una madre, al sentirse vulnerable, sin salida, sin opciones, ahogada en deudas, desamor y amenazas decidió quitarse la vida en compañía de su pequeño hijo de 10 años, arrojándose de una altura de mil metros del puente La Variante ubicado en la ciudad de Ibagué en Colombia.
“El mundo es peligroso y yo no puedo protegerte” le escribió la madre al hijo en una carta póstuma donde relata las razones del suicidio. “Me dirán cobarde, pero solo Dios sabe la angustia y el terror que me da pensar que alguien te pueda hacer daño por mi culpa”, escribía la víctima Jessy Paola Moreno Cruz, de apenas 32 años.
En México y el mundo, la violencia contra las mujeres crece cada día. Tan sólo en nuestro país, según datos de la ONU, cada día son asesinadas 7 mujeres. En los últimos 25 años ocurrieron más de 35 mil defunciones de mujeres mexicanas con presunción de homicidio. 2 de cada 3 mujeres han experimentado algún tipo de violencia; siendo que el 41% han sido víctimas de violencia sexual en alguna etapa de su vida.
Ni qué decir de la violencia intrafamiliar donde las mujeres y los menores se consideran las principales víctimas del maltrato, ya sea físico o psicológico. Las intimidaciones, las amenazas, el asilamiento social progresivo, la intimidación, la coerción económica, forman parte de este tipo de agresiones que se sufren a diario.
Estos golpes sólo los ven y los escuchan quienes los dan, y tal es el caso de una madre mexicana, de nombre Josephine Hall, cuya vida se ha tornado un infierno tanto para ella, como su familia, pero sobre todo para su pequeña hija Margot, de tan sólo un año ocho meses.
El caso se tornó público cuando el mayo de 2018, comenzó a circular en redes sociales un video donde se aprecian diversos hombres allanando el domicilio de Josephine, para sustraer a la menor, para dársela en custodia a su padre, José Ladizinsky Mochón, de origen judío.
El juez Décimo Tercero de lo Familiar en la Ciudad de México, Eduardo Vélez Arteaga, violando todos los derechos de Josephine Hall, ordenó el operativo para recuperar a la pequeña Margot y entregarla a su padre. Meses antes, Hall había denunciado por violencia intrafamiliar y abusos a su esposo, a quien, cansada de tanta humillación, vejaciones, amenazas constantes de quitarle a la bebé y dejarla en la calle, había abandonado y emprendido la huida junto con la bebé.
El artículo 4º de nuestra Constitución mexicana, señala como principio fundamental el interés superior de los menores. Uno de los criterios relevantes para su determinación, es que se debe mantener, el status quo material y espiritual del menor y atender la incidencia que toda alteración del mismo pueda tener en su personalidad y para su futuro. En este sentido, el juez está obligado a examinar minuciosamente las circunstancias específicas de cada caso para poder llegar a una solución estable, justa y equitativa especialmente para los menores.
Sin embargo, en el caso de Josephine Hall, el juez de lo familiar ha tenido una actitud completamente parcial, no ha tomado en consideración el status real de la menor. Sus decisiones han violado los derechos de la madre, favorecido al padre, quien posee una red de influencia y recursos económicos superiores, que pudieran estar presionando para que el caso se resuelva a su favor.
Apenas esta semana, el juez volvió a autorizar el allanamiento de la morada de la madre de Josephine. Diversos policías ministeriales federales llegaron hasta su domicilio alrededor de las 6 de la mañana, en automóviles sin placas y sin identificaciones, violando el amparo que existe promovido por parte de Hall.
En el primer allanamiento, el juez basó su resolución en que la madre ponía en peligro la vida de su hija al subirla a caballos, aunque la equinoterapia para bebés y niños es una práctica de antaño. En esta segunda ocasión, el juez autorizó esta violación pues el padre exhibió un video, tomado de forma ilegal de la casa de Josephine, donde ésta aparece enseñándole un arma a otra persona en la sala. El padre de nueva cuenta acusó a su ex pareja de poner la vida de la menor en peligro, siendo que el arma es de procedencia legal, que ella cuenta con el permiso y la experiencia para su portación, pues su familia pertenece a un club de tiro de años atrás.
Es preciso que el nuevo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador conozca de este caso y actúe en consecuencia. El eje central de la Cuarta Transformación transita por el combate a la corrupción. De ahí que valdría la pena que pusiera un ojo en el actuar de este juez, que a todas luces ha tomado decisiones que atentan y violan los derechos de las víctimas, sobre todo de un menor.
Es menester también del Consejo de la Judicatura Federal y su titular el Ministro Arturo Zaldívar, revisar el desempeño del juez Eduardo Vélez Arteaga para ver si está obteniendo beneficios adicionales en este caso. Ha trascendido que José Ladizinsky Mochón lo trata como si fuera su empleado.
Apenas ayer, dos magistrados federales fueron destituidos por “notoria ineptitud y faltar a su declaración patrimonial”, en una cruzada de cero tolerancia a la corrupción y el combate con rigor de conductas deshonestas que se ha instaurado en este órgano colegiado.
Podrían comenzar a revisar la actuación de los jueces en materia familiar, de los casos de violencia de género, principalmente aquellos donde las mujeres y los menores aparecen como víctimas, como lo es el caso de Josephine Hall y la pequeña Margot. Caso que seguiremos dándole seguimiento.
Como alguna vez escribí en este mismo espacio: ¡Josephine Hall no estás sola!
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