Extraviado en la soledad de su inmenso poder, empezó a perder el rumbo.
Gabriel García Márquez
(Cien años de soledad)
Los problemas que existen y el reto de resolverlos no son de una administración o de un partido que gobierna, sino de un país. Desde luego que las autoridades tienen la obligación primaria de actuar en consecuencia, más las de mayor jerarquía, pero se trata de asuntos que nos atañen a todos. Sin embargo, una cosa es el ideal de la razón y otra, la realidad. Lo cierto es que el país vive en un entramado de sentimientos: mientras la mayoría suscribe optimismo sobre el futuro, una minoría importante se instala en la incertidumbre y otro tanto en el rechazo a lo que ve y percibe.
Lo sano y deseable para que las cosas resulten de mejor manera es que no sean tiempos de cheques en blanco, como tampoco de condenas anticipadas. El consenso y el apoyo popular al gobernante son un importante activo, más ahora cuando la sociedad desconfía de las instituciones, autoridades e instituciones políticas, sean partidos o legisladores. Sin embargo, un gobierno popular no lo hace por sí mismo eficaz, particularmente en una perspectiva de largo plazo. Hay decisiones necesarias, que seguramente habrán de tomarse, independientemente de que conciten o no aceptación.
En el caso del Congreso, éste actúa a partir de las condiciones de su propia integración, esto es, una coalición gobernante con suficiente mayoría para aprobar los proyectos que vienen del Ejecutivo. Esta no es una realidad política nueva, pero el país ha vivido más de dos décadas de gobierno dividido y si bien es cierto que esto frenó el proceso reformador cuando el PRI tenía mayoría legislativa, también lo es que la oposición aprendió a participar del gobierno, más con la alternancia. Los resultados de la corresponsabilidad son encontrados; la parte más discutible es la pérdida de piso ético en el conjunto de la pluralidad política y que en parte explica el desenlace de la elección del pasado 1 de julio.
El Poder Legislativo ha actuado a partir de la dinámica que impuso el voto. Es explicable que los proyectos del Ejecutivo tangan acogida mayoritaria y que esa misma circunstancia sea aprovechada por la oposición. La redefinición sobre el destino del gasto es un tema discutible cualquiera que sea su fundamento. Lo relevante es que el gobierno mantenga las condiciones que le permitan mantener el equilibrio macroeconómico, fundamental para la estabilidad económica y el crecimiento sostenido.
Sin embargo, la ausencia de una sólida y eficaz oposición legislativa deja al país con un preocupante déficit para el buen ejercicio del poder; los pesos y contrapesos del sistema democrático son fundamentales para la funcionalidad del sistema. Por ello es muy alentador la manera como el Senado resolvió la designación del ministro que ocuparía la vacante de Ramón Cossío, en favor del jurista Juan Luis González Alcántara. Igualmente, fue positivo el acuerdo del pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para designar como su presidente al ministro Arturo Zaldívar, designación que concilia renovación con un sentido de independencia del Supremo Tribunal respecto a cualquier factor de influencia, no solo la proveniente del gobierno.
Pero la debilidad de la oposición no la puede ni debe resolver la Corte o el Poder Judicial de la Federación. No es su tarea. En todo caso es a la sociedad civil a quien le corresponde emprender la labor del escrutinio al poder. Esto convoca especialmente a los medios de comunicación y a la sociedad organizada. No se trata de confrontar; sí de reconocer, apoyar y en su caso, ejercer la crítica de manera constructiva, así como convocar y proponer las mejores vías para la solución de los problemas.
En su arranque, el nuevo gobierno necesita lo que muchos no están dispuestos a conceder: tiempo. Las cifras de la economía no son alentadoras para este primer año. Tampoco se puede esperar que en materia de seguridad pública se tenga un punto de quiebre en el corto plazo, aunque sí es una postura razonable advertir una tendencia a la baja de los delitos violentos o de alto impacto, hacia el segundo semestre de este año.
Muchos mexicanos se verán favorecidos con los programas sociales, así como el sur de país tendrá obras de infraestructura con un gran potencial para el desarrollo de las regiones más pobres del país. Sin embargo, no queda claro todavía los términos de la participación privada, fundamental para dar respuesta estructural al problema de la pobreza. El empleo productivo es la mejor respuesta a la falta de oportunidades. Además, muchos otros sectores, así como el centro y el norte del país, están a la espera de una respuesta que dé cauce a su potencial y capacidad de generación de desarrollo y riqueza.
El inicio de año, que coincide con el despegue del nuevo gobierno, es una gran oportunidad de reflexionar sobre las tareas que tenemos que emprender colectivamente, para hacer realidad el país que anhelamos.
@liebano
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Comentarios
Publicar un comentario
Hacer un Comentario