Huachicol: Viejas y nuevas historias

Huachicol: Viejas y nuevas historias
Estimado lector, a estas alturas usted ya ha de estar asqueado de tantas noticias relacionadas con esta historia putrefacta del saqueo permanente a PEMEX, a través de los más diversos métodos, de los cuales el ya famoso huachicol, representa sólo uno de tantos mecanismos; probablemente haya otros métodos que no conocemos y ni siquiera somos capaces de imaginar.

Entre los distintas formas que se instrumentan para el saqueo, algunos de los históricamente más conocidos son: enormes ejércitos de aviadores, (muchos de ellos con sueldos superiores al del presidente de la república en turno); adquisición y compra de bienes y servicios multimillonarios que nunca son entregados o bien son pagados a precios muy superiores a su valor real; y financiamiento ilegal a partidos políticos, entre otros.

De los mecanismos que ahora se conocen, encontramos: la planeación y coordinación para ejecutar las acciones de ordeña de ductos a campo abierto, desde la torre central de PEMEX, ubicada en Av. Marina Nacional de la CDMX; doble facturación; el robo sistemático de alrededor del 10% de las gasolinas por medio del tramposo recurso institucionalizado de las “evaporaciones”; viajes fantasmas de pipas que sólo se reportan una de hasta cinco operaciones; robo hormiga permanente ejecutado por todo tipo de empleados y de todos los niveles, sindicalizados y de confianza.

Sumado a lo anterior, se encuentran las “tomas” o ductos paralelos que sirven para abastecer depósitos de particulares (directivos, ex directivos y dirigentes sindicales de la paraestatal) que han hecho un gran negocio con el desvío de combustibles hacia cisternas propias, sin tener que aportar nada más que su ambición desmedida; asimismo, las tomas clandestinas que ahora se cuentan por miles.

Pero de lo que nadie da cuenta, es de una vieja historia de una presunta red de gasolineras que se construyó a partir de la década de los cuarenta del siglo pasado y que fue creciendo conforme pasaban los años y se expandía la élite política. A pocos años de la expropiación petrolera, los expresidentes -vía sus respectivos directores de la paraestatal-, se dieron a la tarea de construir una red de gasolineras que estaban conectadas directamente a los ductos de PEMEX.

Las gasolineras de dicha red eran otorgadas de manera discrecional por el presidente en turno a familiares y amigos además de su círculo más íntimo de colaboradores. Un negocio de regalo para amigos y/o un pago bien merecido por su gran esfuerzo y trabajo incansable, en los servicios prestados a la patria de sus hombres más leales. Gasolina gratis de por vida para consumo y para venta.

La red de gasolina gratis y vitalicia pronto se extendió para beneficiar a algunos gobernadores, líderes sindicales y operadores políticos de alto rendimiento; también se convirtió en un instrumento de cooptación o de consolación para aquellos políticos que, en su momento, no fueron elegidos por el dedo del señor para seguir creciendo en sus respectivas carreras políticas.

A partir de la alternancia del año 2000, no he conocido de historias que cuenten un cambio en la red de gasolina gratis y vitalicia para una porción de la clase política, pero con el crecimiento exponencial del huachicol, de ese año a la fecha, me parece que el método de apropiación de la gasolina tomó nuevos caminos.

A la expansión y crecimiento del hauchicoleo institucional y bronco, por omisión o consentimiento, contribuyeron los gobiernos que se alternaron en el poder los primeros tres lustros de este siglo; asimismo, para que este saqueo pudiera materializarse, debieron participar los tres niveles de gobierno y los especialistas del sindicato petrolero. También por omisión hicieron su parte los poderes legislativo y judicial.

Para hacer posible el sueño de la república federal y el municipio libre vía huachicol, algunos gobiernos estatales de plano “rentaron” la plaza, además de ofrecer servicios de seguridad y protección para el trasiego de mercancías, en tanto que el municipio libre empezó a cobrar “regalías” en aquellos casos donde las tomas clandestinas son parte de su territorio.

Es una pena, queda claro que la maquinaria política se aceita no cualquier lubricante, sino con gasolina.

Las viejas y nuevas historias del lubricante deben ser investigadas a fondo por el presidente, y si es verdad o ficción, dar cuenta de cada una de ellas, de lo contrario todo quedará como un simple circo, el circo del huachicol.

Nos leemos la próxima semana.


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