El Primer Nivel de Gobierno

El Primer Nivel de Gobierno
Estimado lector, es un gusto saludarle de nueva cuenta; en ensayos anteriores analizamos los niveles de gobierno, y señalamos que adicional a los tres órdenes constitucionalmente establecidos, hay un nivel superior, un gobierno divino al que seguramente muchos de ustedes reconocen como tal porque a través de sus oraciones, -el denominado Padre Nuestro-, pedimos que nos gobierne; le reconocemos en la contabilidad diaria de nuestros días (hoy vivimos en los últimos días de mes de enero del año 2019, d.C.), y hace apenas poco menos de un mes, aproximadamente, celebramos su nacimiento.

Anteriormente también, comentábamos que una de las funciones principales de todo gobierno era el diseño e instrumentación de políticas públicas, e hicimos un esfuerzo por tratar de comparar la política pública de salud vigente en México, con la evidencia bíblica que hay sobre política de salud, en el capítulo 11 del libro de Levítico, que contiene, entre otras cosas, todo un catálogo de los animales que podía y los que no podía comer el pueblo de Israel. Revíselo con ojos de diseñador de políticas públicas.

Pues bien, si tenemos evidencia de que creemos en ese nivel superior de gobierno a través de nuestras oraciones, celebraciones navideñas y la contabilidad histórica de nuestro tiempo, y además encontramos en la biblia, evidencia de que ese nivel superior de gobierno divino también en su momento diseñó e instrumentó políticas públicas para gobernar a su pueblo; entonces, su poder e influencia, ¿tendrá también algo que ver con el desempeño de un sistema de gobierno en particular?

Ya hemos abordado en términos muy generales los modelos o sistemas de gobierno, y para el caso de este ensayo, y para efecto de encontrar una respuesta a la interrogante anterior, tomaremos como material de análisis el modelo presidencial. Sí ese modelo de gobierno del que llevamos décadas quejándonos -porque su desempeño es muy mediocre- y sólo ha producido un puñado de ex presidentes ineptos y bandidos. Aclaro que no es sólo mi percepción, sino una percepción social generalizada.

Inicialmente, esos presidentes eran caudillos y mantenían al país, casi de manera permanente, en vilo; posteriormente, eran tan poderosos y sin ningún contrapeso, que eran autoritarios y manejaban la nación a su antojo; después, la competencia electoral los metió (junto con toda la clase política), en una lógica de acumulación desmedida y sin límite, de recursos para poder seguir haciendo política. Todo se pudrió.

Bueno, sabemos que históricamente, el desempeño de los presidentes mexicanos ha sido tan malo y nos ha dejado tan inconformes, que si mal no recuerdo, en 2006 el politólogo José Antonio Crespo, publicó una obra titulada “El Fracaso Histórico del Presidencialismo Mexicano”. El desempeño de los gobiernos posteriores a esta publicación, sirven para confirmar que el diagnóstico fue correcto; salvo que usted quiera defender a Calderón y/o a Peña Nieto.

En contraparte, en los Estados Unidos, hay o hubo -hasta por lo menos antes de Trump-, un modelo de gobierno presidencial que sirvió de inspiración y aspiración para todos los países del continente americano: el sistema presidencial norteamericano; que durante poco más de dos siglos, produjo resultados que generaban satisfacción en gran porcentaje de la población de ese país.

En ambos casos, México-EEUU, el modelo de gobierno es, salvo matices particulares en cada uno, el mismo; pero en los Estados Unidos ha generado resultados con los que el elector estadounidense se siente satisfecho, en tanto que en México y el resto de América Latina, salvo eventos excepcionales, sólo ha producido gobiernos que fracasan sistemáticamente, y no obtienen más que la insatisfacción y reprobación social.

La academia ha encontrado varias argumentaciones, para explicar las diferencias de resultados entre un modelo presidencial exitoso (EEUU), y otros que fracasan sistemáticamente (México); entre las principales destaca la educación, la idiosincrasia, la cultura y un gran etc. pero ¿serán todas o habrá otras más?. En todo el continente, las diferentes repúblicas ¿tendrán el mismo método para relacionarse con el nivel superior o divino de gobierno? Lo invito cordialmente, a que busquemos, juntos, nuevas respuestas.

Nos leemos la próxima semana.


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