No sé usted, pero a mi este sexenio (con menos de dos meses cumplidos) ya me está agotando. Sobre todo por la sobreexposición de la imagen y dichos del presidente que no se cansa (creo) de repetir lo mismo todos los días.
La culpa es de otros y generalmente esos otros son como fantasmas del pasado y nadie está en la cárcel pero él ya está cambiando la vida nacional, según él. Y nada ha cambiado, si acaso las complicaciones que de por sí eran muchas, se están agravando y multiplicando.
En las redes sociales ya no hay humor, aunque sea un poquito. Antes las cosas eran variadas y tenías de todo; sin embargo, hoy, todo es acerca del presidente. Madrearlo por cualquier cosa o defenderlo como si en serio fuera un ser divino. Asco.
Los medios de comunicación apenas le siguen el paso y yo me pregunto ¿para qué? si de todas formas van a escribir lo mismo que ayer y que la semana pasada. La nota es que no hay nota. Por qué se obsesionan tanto en seguirlo y no se ocupan de otros temas para que la gente no se canse, o por lo menos, no se duerma.
Ya no hay mucho sentido en leer los analisis, porque los analistas nunca conseguirán el objetivo de ser tomados en cuenta por parte del presidente y sus más cercanos para oxigenar la vida pública y mejorar o repensar algunas decisiones. Dudo mucho que en el actual gobierno se sienten a leer por las tardes o noches. Quizá su única brújula sean las redes sociales y pues, a buen santo se encomiendan.
En fin que cada día resulta más difícil interesarse por lo que hacen el presidente y su gabinete, porque no tienen remedio. Son cada vez más las cosas que se les salen de control y están entrando en una espiral muy delicada que puede derivar en una crisis sin parangón, pero ellos niegan todo y abren otro conflicto. Uno tras otro sin resolver nada.
¿Será que eso es precisamente lo que buscan? ¿Que uno pierda el interés de los asuntos que competen a los mexicanos para actuar a sus anchas?
No cabe duda que es un sexenio agotador y, espero que no, siniestro… y lo que falta.
Twitter: @adejorge
La culpa es de otros y generalmente esos otros son como fantasmas del pasado y nadie está en la cárcel pero él ya está cambiando la vida nacional, según él. Y nada ha cambiado, si acaso las complicaciones que de por sí eran muchas, se están agravando y multiplicando.
En las redes sociales ya no hay humor, aunque sea un poquito. Antes las cosas eran variadas y tenías de todo; sin embargo, hoy, todo es acerca del presidente. Madrearlo por cualquier cosa o defenderlo como si en serio fuera un ser divino. Asco.
Los medios de comunicación apenas le siguen el paso y yo me pregunto ¿para qué? si de todas formas van a escribir lo mismo que ayer y que la semana pasada. La nota es que no hay nota. Por qué se obsesionan tanto en seguirlo y no se ocupan de otros temas para que la gente no se canse, o por lo menos, no se duerma.
Ya no hay mucho sentido en leer los analisis, porque los analistas nunca conseguirán el objetivo de ser tomados en cuenta por parte del presidente y sus más cercanos para oxigenar la vida pública y mejorar o repensar algunas decisiones. Dudo mucho que en el actual gobierno se sienten a leer por las tardes o noches. Quizá su única brújula sean las redes sociales y pues, a buen santo se encomiendan.
En fin que cada día resulta más difícil interesarse por lo que hacen el presidente y su gabinete, porque no tienen remedio. Son cada vez más las cosas que se les salen de control y están entrando en una espiral muy delicada que puede derivar en una crisis sin parangón, pero ellos niegan todo y abren otro conflicto. Uno tras otro sin resolver nada.
¿Será que eso es precisamente lo que buscan? ¿Que uno pierda el interés de los asuntos que competen a los mexicanos para actuar a sus anchas?
No cabe duda que es un sexenio agotador y, espero que no, siniestro… y lo que falta.
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