O sea, que tendríamos que aplaudir obligadamente el numerito de las consultas, esas pantomimas ridículas, ofensivas en tanto que suplantan la naturaleza verdadera de la democracia y, encima, tramposas, siendo que las elecciones en las que ha participado Obrador —y cuyos resultados siempre descalificó cuando no le favorecieron— las organizó el IFE (hoy, INE), una institución autónoma del Estado mexicano absolutamente confiable; que deberíamos igualmente celebrar la cancelación de un gran proyecto de infraestructura, generador de cientos de miles de empleos, y aceptar calladamente la consecuente pérdida de 830 mil millones de pesos, la rebaja en la calificación crediticia del país, la subida del pago de la deuda externa y la devaluación del peso mexicano; que habríamos de festejar, de la misma manera, las precipitadas arremetidas de los congresistas de Morena contra el sector bancario —más allá de que las cuotas sean excesivas— que, de nuevo, ha provocado pérdidas millonarias a los ahorradores; que, finalmente, tendríamos que regocijarnos por la embestida del mentado Partido de los Trabajadores para que los fondos privados de pensiones sean estatizados y sirvan de caja chica al futuro de gobierno, una propuesta que, otra vez, causó el derrumbe de la Bolsa Mexicana de Valores y aceleró aún más la salida de capitales. Y, todas estas celebraciones, porque ya se van Peña y los suyos, los que hubieran dejado a México “hecho pedazos”.
Pues, no, miren ustedes. Las cosas son lo que son y lo que está ocurriendo ahora en este país es punto menos que gravísimo. Y, no es solamente el tema de los mercados: la avasalladora predominancia de un único partido político en nuestro Congreso bicameral y en buena parte de los parlamentos locales nos remonta a los tiempos del priismo más autoritario y abusivo. Tampoco anuncian nada bueno los modos de un senador que amenaza con disolver los Poderes de las entidades federativas que no se plieguen servilmente a los designios del próximo presidente de la República ni los de ese sujeto que, designado al frente de la casa editorial más prestigiosa de Latinoamérica, se jacta de que “se las metimos doblada”. No, así no hay nada que celebrar…
revueltas@mac.com
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Pues, no, miren ustedes. Las cosas son lo que son y lo que está ocurriendo ahora en este país es punto menos que gravísimo. Y, no es solamente el tema de los mercados: la avasalladora predominancia de un único partido político en nuestro Congreso bicameral y en buena parte de los parlamentos locales nos remonta a los tiempos del priismo más autoritario y abusivo. Tampoco anuncian nada bueno los modos de un senador que amenaza con disolver los Poderes de las entidades federativas que no se plieguen servilmente a los designios del próximo presidente de la República ni los de ese sujeto que, designado al frente de la casa editorial más prestigiosa de Latinoamérica, se jacta de que “se las metimos doblada”. No, así no hay nada que celebrar…
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