No dejan de dar tropiezos en la 4-T. Primero, la insultante invitación a Nicolás Maduro, tipo impresentable que tiene a su nación, Venezuela, hundida en la peor de sus crisis, con millones emigrando a otros países y otros tantos sumidos en la pobreza extrema. Pero con tantos admiradores y adoradores del régimen de Maduro entre las filas de Morena, próximo partido en el gobierno, aunado a la necedad del presidente electo, López Obrador, a demostrar quién manda aquí, oponiéndose a cualquier cosa que digan los que no pensamos como él, pues no se le retira la invitación al sátrapa.
Pero, la cereza del pastel, es la confirmación de la presencia en la toma de posesión como presidente de la república, de la hija del presidente de los Estados Unidos, Ivanka Trump.
Lo que no piensan en la futura Secretaría de Relaciones Exteriores, que será comandada por Marcelo Ebrard, es que la hija de Trump es lo mismo que su padre, nada más que más bonita.
Comparten el mismo ADN racista y clasista, comparten las mismas ideas que pervierten toda relación, están coludidos en todas las intrigas de la Casa Blanca. Se sienten supremos frente a cualquiera. Tienen la misma visión sobre nosotros y todas las naciones latinoamericanas.
¿Pues qué no ven quién la educó desde que nació? Por favor. Por algo es la más cercana al troglodita de pelo naranja. Mire que Donald Trump tiene otros hijos y ninguno cuenta con la exposición mediática y el lugar de privilegio como Ivanka.
¡Ella es parte de la toma de decisiones!
Dónde están las voces que tanto se indignaron por la invitación de Peña Nieto al otrora candidato a la presidencia de los Estados Unidos.
Esto debe molestar tanto como aquel evento, pero es que ahora el papelón y la humillación vienen del mesías. Y al mesías, por algún tiempo, se le aceptará todo, hasta que escupa en la cabeza de algunos, quienes, felices por ser tocados por la saliva de su creador, darán las gracias.
Twitter: @adejorge
Pero, la cereza del pastel, es la confirmación de la presencia en la toma de posesión como presidente de la república, de la hija del presidente de los Estados Unidos, Ivanka Trump.
Lo que no piensan en la futura Secretaría de Relaciones Exteriores, que será comandada por Marcelo Ebrard, es que la hija de Trump es lo mismo que su padre, nada más que más bonita.
Comparten el mismo ADN racista y clasista, comparten las mismas ideas que pervierten toda relación, están coludidos en todas las intrigas de la Casa Blanca. Se sienten supremos frente a cualquiera. Tienen la misma visión sobre nosotros y todas las naciones latinoamericanas.
¿Pues qué no ven quién la educó desde que nació? Por favor. Por algo es la más cercana al troglodita de pelo naranja. Mire que Donald Trump tiene otros hijos y ninguno cuenta con la exposición mediática y el lugar de privilegio como Ivanka.
¡Ella es parte de la toma de decisiones!
Dónde están las voces que tanto se indignaron por la invitación de Peña Nieto al otrora candidato a la presidencia de los Estados Unidos.
Esto debe molestar tanto como aquel evento, pero es que ahora el papelón y la humillación vienen del mesías. Y al mesías, por algún tiempo, se le aceptará todo, hasta que escupa en la cabeza de algunos, quienes, felices por ser tocados por la saliva de su creador, darán las gracias.
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