El juicio de “el Chapo” Guzmán, ¿verdad o ficción?

El juicio de “el Chapo” Guzmán, ¿verdad o ficción?
Todos suponíamos que lo más valioso con lo que contaba “el Chapo”, además del dinero y el poder que acumuló, era la información que posee, luego de crear una red de corrupción que involucró (o sigue involucrando) a funcionarios de todos los niveles, incluyendo a personajes de alto perfil del gobierno federal.

Al parecer, el juicio en la corte de Nueva York contra el líder del cártel de Sinaloa y tal vez uno de los narcotraficantes más poderosos en la historia, revela parte de lo que significó un personaje de este tipo en el escenario nacional.

Y no podría ser de otro modo, ya que sin la complicidad de las autoridades, difícilmente se puede llegar a esos niveles. Pero las revelaciones que hizo “el Rey” Zambada -hermano de “el Mayo” Zambada- en la corte como testigo en contra de Guzmán Loera, son de alguna manera esperadas pero no dejan de ser sorprendentes.

Esto en el sentido de que la justicia y la seguridad pública es para quien la pueda pagar. Nada nuevo en México, pero que por otro lado, pone en entredicho la tan mal lograda “guerra contra el crimen organizado”, ya que fue justo en esos momentos cuando el cártel de Sinaloa pago millones de dólares a García Luna para la protección de sus líderes y sus actividades, según confirmo “Rey” Zambada.

El súper policía de Felipe Calderón habría sido el enlace y la pieza estratégica, para simular la persecución de los criminales y proteger al mismo tiempo a algún bando, ya que también dijo Zambada que no solo fueron ellos, sino también los demás cárteles pagaron por protección al mismo García Luna.

En este caso, si bien se puede descartar que hubieran pagado a Calderón directamente millones de dólares en sobornos –tal como lo aseguró en un primer momento el testigo-, es obvio que un personaje tan cercano al expresidente tenía que influir en sus decisiones y peor aún, era el mismo encargado de guiar la “guerra”, con lo que hace a Felipillo su cómplice sin intensión de serlo.

Lo de Peña Nieto parece que queda como un buen dato que será casi imposible de comprobar, pero lo cierto es que el gobierno que termina no modificó prácticamente nada la estrategia de seguridad, con lo que dejó todas las redes intactas para que los grupos criminales pudieran seguir operando.

No es fácil dimensionar todo esto, cuando van décadas donde el narcotráfico convive y coexiste con el poder político y económico del país. La diferencia es que antes los negocios eran muy rentables, los capos se comprometían a mantener sus actividades aisladas de la vida pública y ajustaban sus cuentas a balazos, pero sin dañar a la sociedad civil.

Ahora es todo lo contrario. Ajustan sus cuentas con la sociedad civil de por medio, la han convertido en rehén de sus deseos y el poder político ya se vio rebasado por el tsunami que se ha generado con el descabezamiento de los grupos y la multiplicación de células cada vez más violentas e incontrolables.

Así, el hecho de que aparezcan nombres como el de Felipe Calderón, Genaro García Luna o Enrique Peña Nieto, en el juicio de “el Chapo” Guzmán, es normal dado el contexto de corrupción que se vive en México.

Entonces, que la imagen pública de estos personajes salga embarrada de esta manera no es más que un daño colateral –la frase favorita de Calderón- y ahora, tendrán que enfrentarse a la desgracia de que su “honor” y su “honra” de caballeros decentes, haya sido mancillada de esta manera tan desagradable y bochornosa que ofende a las buenas conciencias de México. (Un poco de ironía no cae mal).


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