Mientras el país se llena de morgues móviles y camiones con cadáveres que circulan por los estados de mayor índice de violencia sin saber a dónde poner los muertos, por el fin gobierno federal aceptó que esto es un tema que lastima y daña a la sociedad de manera profunda.
Según la Secretaría de Gobernación, los datos oficiales arrojan 37 mil 485 desaparecidos en el país, de los cuales sólo 340 ya han sido identificados y de este total, hay 26 mil registros completos que pueden ser la base para comenzar "seriamente una búsqueda y localización" de desaparecidos o de sus familiares en México.
Durante la instalación del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, Alfonso Navarrete Prida, secretario de Gobernación, señaló que los datos son “paradójicos” y seguramente es “mucho más grande el número de personas desaparecidas, pero teníamos que basarnos en datos oficiales”.
Sin duda es una cifra realmente baja, si tomamos en cuenta que tan solo en un tráiler en Jalisco, colocaron más de 100 cadáveres sin identificar; o que en Veracruz en las fosas clandestinas, han hallado pruebas de que han sepultado a tal vez miles de personas durante años.
Además, también señaló que “este es uno de los temas más dolorosos y más complejos que resiente nuestro país. Es un tema que lleva implícito mucho dolor, mucha exigencia, mucho enojo".
Pero justo eso se lo venían diciendo al gobierno federal –a este y al anterior- las ONG’s defensoras de derechos humanos; las familias que no saben dónde están sus hijos o parientes; algunos medios de comunicación e incluso desde el extranjero levantaron la voz para denunciar la crisis humanitaria que vive México.
Sin embargo, los argumentos oficiales al respecto pasaron de los “daños colaterales” a una cerrazón total con la administración de Peña Nieto. Y nuevamente fue Ayotzinapa lo que detonó todo el terror de lo que se vive en el país en materia de seguridad y justicia y a partir de ahí, México se ha convertido como en un cementerio ambulante.
Han pasado casi doce años desde que comenzó la desastrosa “guerra contra el crimen organizado” y desde que México literalmente tocó fondo en los niveles de violencia entre 2009 y 2010, poco o nada hizo el gobierno federal para prevenir o al menos atender a las víctimas de los desaparecidos.
Terminó el sexenio del señor que dicen que es alcohólico y siguieron acumulándose los muertos y los desaparecidos; además de los desplazados por la violencia, que en pocos meses detonará ese tema como uno más de urgencia para el país.
Ya casi termina la gestión de Peña Nieto y las cosas están devastadas en materia de seguridad y justicia. Ahora ya hay un nuevo sistema de “búsqueda de personas”, pero como sucede en la mayoría de las decisiones de políticas públicas en el país, nace desfasado y en pocos meses será obsoleto.
Esto debido a que está rebasado por la tremenda realidad que vivimos. Este sistema será –y ojala me equivoque- solo una fuente de datos oficiales a donde recurramos los periodistas para obtener alguna cifra oficial, pero de eso a que sea la base para reconocer o ubicar a los desaparecidos de manera rápida y precisa, parece un sueño imposible de alcanzar.
A estas alturas, los colectivos de búsqueda y la sociedad civil haciendo labores de investigación policial, han sido mucho más efectivos para encontrar fosas clandestinas y cuerpos de personas que estaban desaparecidos.
Algo que las autoridades, con toda la estructura y la maquinaria de poder, no han podido o querido hacer y mejor utilizan los recursos disponibles en crear culpables y diseñar “verdades históricas”. A 50 años de octubre del 68, los muertos se siguen acumulando por miles en México…
Según la Secretaría de Gobernación, los datos oficiales arrojan 37 mil 485 desaparecidos en el país, de los cuales sólo 340 ya han sido identificados y de este total, hay 26 mil registros completos que pueden ser la base para comenzar "seriamente una búsqueda y localización" de desaparecidos o de sus familiares en México.
Durante la instalación del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, Alfonso Navarrete Prida, secretario de Gobernación, señaló que los datos son “paradójicos” y seguramente es “mucho más grande el número de personas desaparecidas, pero teníamos que basarnos en datos oficiales”.
Sin duda es una cifra realmente baja, si tomamos en cuenta que tan solo en un tráiler en Jalisco, colocaron más de 100 cadáveres sin identificar; o que en Veracruz en las fosas clandestinas, han hallado pruebas de que han sepultado a tal vez miles de personas durante años.
Además, también señaló que “este es uno de los temas más dolorosos y más complejos que resiente nuestro país. Es un tema que lleva implícito mucho dolor, mucha exigencia, mucho enojo".
Pero justo eso se lo venían diciendo al gobierno federal –a este y al anterior- las ONG’s defensoras de derechos humanos; las familias que no saben dónde están sus hijos o parientes; algunos medios de comunicación e incluso desde el extranjero levantaron la voz para denunciar la crisis humanitaria que vive México.
Sin embargo, los argumentos oficiales al respecto pasaron de los “daños colaterales” a una cerrazón total con la administración de Peña Nieto. Y nuevamente fue Ayotzinapa lo que detonó todo el terror de lo que se vive en el país en materia de seguridad y justicia y a partir de ahí, México se ha convertido como en un cementerio ambulante.
Han pasado casi doce años desde que comenzó la desastrosa “guerra contra el crimen organizado” y desde que México literalmente tocó fondo en los niveles de violencia entre 2009 y 2010, poco o nada hizo el gobierno federal para prevenir o al menos atender a las víctimas de los desaparecidos.
Terminó el sexenio del señor que dicen que es alcohólico y siguieron acumulándose los muertos y los desaparecidos; además de los desplazados por la violencia, que en pocos meses detonará ese tema como uno más de urgencia para el país.
Ya casi termina la gestión de Peña Nieto y las cosas están devastadas en materia de seguridad y justicia. Ahora ya hay un nuevo sistema de “búsqueda de personas”, pero como sucede en la mayoría de las decisiones de políticas públicas en el país, nace desfasado y en pocos meses será obsoleto.
Esto debido a que está rebasado por la tremenda realidad que vivimos. Este sistema será –y ojala me equivoque- solo una fuente de datos oficiales a donde recurramos los periodistas para obtener alguna cifra oficial, pero de eso a que sea la base para reconocer o ubicar a los desaparecidos de manera rápida y precisa, parece un sueño imposible de alcanzar.
A estas alturas, los colectivos de búsqueda y la sociedad civil haciendo labores de investigación policial, han sido mucho más efectivos para encontrar fosas clandestinas y cuerpos de personas que estaban desaparecidos.
Algo que las autoridades, con toda la estructura y la maquinaria de poder, no han podido o querido hacer y mejor utilizan los recursos disponibles en crear culpables y diseñar “verdades históricas”. A 50 años de octubre del 68, los muertos se siguen acumulando por miles en México…
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