La inseguridad y el gusto por el fútbol

La inseguridad y el gusto por el fútbol
En una reunión con unos amigos, justo en esas pláticas de cantina donde a veces se pretende ser todo poderoso y arreglar las cosas que uno considera están mal, hablábamos de fútbol y de las cosas que en México suceden con respecto a este deporte que nos apasiona.

Desde la calidad de los jugadores que son las estrellas brillando en Europa, hasta las pobres figuras que tiene nuestra liga. Lo mismo de la formación de los jóvenes y poco a poco la plática fue aterrizando en las cosas que suceden más cercanas a nosotros, los torneos de barrio, la cascara con los amigos, las anécdotas de la calle.

Uno de ellos dijo algo muy interesante con respecto a que en las ligas donde juega, la calidad de los jóvenes se ha deteriorado significativamente a lo que según él, fueron otras generaciones. Pero lo importante de esto es que aseguró que parte de este bajo rendimiento se debe a que los niños ya no juegan en las calles ni conviven con sus amigos fuera en entornos supuestamente muy controlado.

“Cómo van a aprender a jugar fútbol si ya no pueden jugar en las calles”, dijo. Y agregó: “la inseguridad ha provocado que jueguen poco y se hayan perdido de aventuras increíbles con un balón. Lo malo es que creen que porque son buenos en los videojuegos, son buenos en la cancha”.

He reflexionado mucho sobre esto que dijo mi amigo y creo que tiene razón. Si tomamos como referencia la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), realizada por el Inegi, el 74.9% de los mexicanos se siente inseguro en el lugar en donde vive.

Entonces esto en automático se relaciona con la poca posibilidad de poder jugar en las calles, de convivir con amigos y conocer más personas a través de un balón. La percepción de inseguridad es altísima y por lo tanto, los padres prefieren proteger a sus hijos teniéndolos más tiempo en lugares donde supuestamente corren menos peligros.

Así, según esta encuesta, los lugares donde más seguros se sienten los mexicanos son la escuela con 27.7%; la casa con 30.8% y su trabajo con 39.2%.

En contraparte, el 81.7 por ciento de los encuestados percibe mayor inseguridad en los cajeros automáticos “que están en la vía pública”; 75.1% en el transporte público; 69.9% se siente inseguro en el banco y –ojo- 67.8% en las calles que habitualmente usa.

Este último es un dato relevante, ya que es en las calles que habitualmente usamos y que ahora también están llenos de carros estacionados, en donde las generaciones anteriores disfrutamos tardes enteras con los amigos, era nuestro Maracaná y Santiago Bernabéu; ahí fue donde nos volvimos las estrellas de la colonia.

Más allá de las pérdidas económicas que son gravísimas –según el Inegi alcanza la cifra de 300 mil millones de pesos-, las miles de muertes, de desaparecidos y los desplazados de sus zonas de origen, la inseguridad y la violencia nos ha golpeado también en la forma en que convivimos y nos relacionamos incluso con nuestro entorno más cercano.

Así, según la ENSU, el 65.8% de la población ya modificó sus hábitos respecto a “llevar cosas de valor como joyas, dinero o tarjetas de crédito” por temor a sufrir algún delito. El 61.1% dijo que ya no permite “que sus hijos menores salgan de su vivienda”; mientras que el 55.8% dejó de “caminar por los alrededores de su vivienda, pasadas las ocho de la noche”.

Poco a poco nos aislamos más, pero en esa medida parece que nos sentimos menos seguros y protegidos. Y el problema de esto es que es el miedo el que hace que abandonemos los espacios públicos, las calles, los negocios y es justo ahí, donde comenzamos a perder la batalla ante la inseguridad.


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