Se inaugura esta semana la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión. Confieso que muero de ganas de escuchar el discurso de apertura de sesiones del nuevo Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, el legendario Porfirio Muñoz Ledo.
El 12 de noviembre de 1998, durante la visita del entonces presidente francés a México, Jacques Chirac, escuché uno de los mejores discursos pronunciados en la Cámara Baja, por el entonces perredista Muñoz Ledo.
Transcribo alguna de sus frases:
“Sea bienvenido a este Congreso General. Estáis (sentado) en el epicentro de la transformación democrática de México:
Es ésta la primera legislatura, desde la vigencia de la Constitución de 1917, en la que el Gobierno no tiene mayoría. Hace poco más de un año hubimos de decir, como en aquella Asamblea fundacional del parlamentarismo moderno, ‘que estábamos aquí por la voluntad del pueblo y que no cederíamos en el empeño por edificar un poder autónomo del Estado’.
Sois el cuarto presidente de Francia que visita nuestro país. Lo hacéis en un tiempo en que la quinta República ha llegado al punto más alto de su maduración institucional y del equilibrio armonioso de sus poderes públicos.
El general De Gaulle dejó un impacto perdurable en el imaginario colectivo de los mexicanos, encarnó la memoria y la grandeza de Francia, sembró el mensaje de una latinidad atlántica y de una Europa en obra, decidida a trascender los dictados estrechos del hegemonismo y de las inercias de la geopolítica.
El presidente Giscard D'Estaing llegó cuando la comunidad internacional buscaba un acuerdo entre los países productores y consumidores de petróleo, abogó vivamente por el estrechamiento y la complementariedad de nuestras economías.
Francois Miterrand nos visitó en el contexto de la conferencia de Cancún. Esfuerzo postrero del diálogo norte-sur. Recién emitido el comunicado franco-mexicano sobre El Salvador, nos exhortó a defender los derechos del hombre por igual en el interior de nuestros países que en el escenario internacional.
Francia reivindica su papel de vanguardia en la redefinición de la sociedad internacional. Nos alienta la crítica al neoliberalismo en el planteamiento de nuevas relaciones monetarias y financieras, que a partir de la multipolaridad restablecida por el Euro, permitirá reducir y compensar los estragos de la economía especulativa y restaurar los objetivos originales de Bretton Woods, el crecimiento estable de laseconomías por el financiamiento suficiente a la infraestructura, a la producción, al empleo y al mejoramiento de las capacidades humanas.
Es preciso abolir la confusión entre los equilibrios macroeconómicos y los ajustes estructurales. Los primeros son necesarios en una economía globalizada, los segundos no son sino el tributo que los países débiles han pagado unilateralmente a costa del bienestar de sus habitantes y del desmantelamiento de sus plantas productivas al fortalecimiento de las economías centrales y a la preeminencia de las corporaciones sobre el orden jurídico.
Estoy cierto de que la ignorancia sobre la verdadera naturaleza de la globalización ha sido aprovechada por los gobiernos mediocres, derrotistas, para justificar los errores y los errores, los errores y los horrores de sus políticas.”
Qué discursos se escuchaban antes, el nivel de clase y narrativa espectacular que endulzaban nuestros oídos en voz de los mejores parlamentarios que ha tenido nuestro país como lo han sido Porfirio Muñoz Ledo, Francisco Arroyo Vieyra, Pablo Gómez Álvarez, Juan José Rodríguez Prats, Manlio Fabio Beltrones y hasta el joven Armando Ríos Píter.
Esta nueva legislatura deja atrás prácticas oficiosas que durante años realizaron el PRI y el PAN, y sus aliados, por acallar a la izquierda mexicana.
Cómo olvidar aquel pasaje histórico cuando Beatriz Paredes, líder de la mayoría priista, le negó la palabra a Martí Batres para hablar durante la visita de los reyes de España.
Hoy ambos regresan a un escaño, ella como integrante de una bancada disminuida de tan sólo 14 de 128 senadores, él como Presidente del Senado, donde Morena cuenta con una bancada nutrida por 55 senadores.
Morena tiene prácticamente una mayoría bastante cómoda para aprobar casi cualquier reforma que pretenda impulsar.
Con 247 diputados federales, más 29 aliados del Partido del Trabajo (PT), 31 del Partido Encuentro Social (PES), y los 16 del Partido Verde Ecologista (PVEM), su nuevo aliado, suman un total de 323 diputados federales.
Se requieren 334 legisladores para alcanzar la mayoría calificada para reformar la Constitución, aprobar nombramientos, entre otras decisiones clave para la vida política de nuestro país.
A Morena y sus taxis partidos aliados les faltan sólo 11 legisladores para alcanzar esa mayoría. Veremos los oficios políticos de un experimentado parlamentario, y recién nombrado coordinador de la bancada morenista en la Cámara Baja, Mario Delgado. Podrá voltear a ver a los dos legisladores que integran esta legislatura y que no tienen partido, o echarle el guiño a los 20 perredistas, cuyo partido se ha desdibujado después de la elecciones presidenciales.
Esta legislatura marca el regreso de los buenos discursos, de buenos maestros en el arte de la política, que ya quiero escucharlos.
El 12 de noviembre de 1998, durante la visita del entonces presidente francés a México, Jacques Chirac, escuché uno de los mejores discursos pronunciados en la Cámara Baja, por el entonces perredista Muñoz Ledo.
Transcribo alguna de sus frases:
“Sea bienvenido a este Congreso General. Estáis (sentado) en el epicentro de la transformación democrática de México:
Es ésta la primera legislatura, desde la vigencia de la Constitución de 1917, en la que el Gobierno no tiene mayoría. Hace poco más de un año hubimos de decir, como en aquella Asamblea fundacional del parlamentarismo moderno, ‘que estábamos aquí por la voluntad del pueblo y que no cederíamos en el empeño por edificar un poder autónomo del Estado’.
Sois el cuarto presidente de Francia que visita nuestro país. Lo hacéis en un tiempo en que la quinta República ha llegado al punto más alto de su maduración institucional y del equilibrio armonioso de sus poderes públicos.
El general De Gaulle dejó un impacto perdurable en el imaginario colectivo de los mexicanos, encarnó la memoria y la grandeza de Francia, sembró el mensaje de una latinidad atlántica y de una Europa en obra, decidida a trascender los dictados estrechos del hegemonismo y de las inercias de la geopolítica.
El presidente Giscard D'Estaing llegó cuando la comunidad internacional buscaba un acuerdo entre los países productores y consumidores de petróleo, abogó vivamente por el estrechamiento y la complementariedad de nuestras economías.
Francois Miterrand nos visitó en el contexto de la conferencia de Cancún. Esfuerzo postrero del diálogo norte-sur. Recién emitido el comunicado franco-mexicano sobre El Salvador, nos exhortó a defender los derechos del hombre por igual en el interior de nuestros países que en el escenario internacional.
Francia reivindica su papel de vanguardia en la redefinición de la sociedad internacional. Nos alienta la crítica al neoliberalismo en el planteamiento de nuevas relaciones monetarias y financieras, que a partir de la multipolaridad restablecida por el Euro, permitirá reducir y compensar los estragos de la economía especulativa y restaurar los objetivos originales de Bretton Woods, el crecimiento estable de laseconomías por el financiamiento suficiente a la infraestructura, a la producción, al empleo y al mejoramiento de las capacidades humanas.
Es preciso abolir la confusión entre los equilibrios macroeconómicos y los ajustes estructurales. Los primeros son necesarios en una economía globalizada, los segundos no son sino el tributo que los países débiles han pagado unilateralmente a costa del bienestar de sus habitantes y del desmantelamiento de sus plantas productivas al fortalecimiento de las economías centrales y a la preeminencia de las corporaciones sobre el orden jurídico.
Estoy cierto de que la ignorancia sobre la verdadera naturaleza de la globalización ha sido aprovechada por los gobiernos mediocres, derrotistas, para justificar los errores y los errores, los errores y los horrores de sus políticas.”
Qué discursos se escuchaban antes, el nivel de clase y narrativa espectacular que endulzaban nuestros oídos en voz de los mejores parlamentarios que ha tenido nuestro país como lo han sido Porfirio Muñoz Ledo, Francisco Arroyo Vieyra, Pablo Gómez Álvarez, Juan José Rodríguez Prats, Manlio Fabio Beltrones y hasta el joven Armando Ríos Píter.
Porfirio Muñoz Ledo |
Cómo olvidar aquel pasaje histórico cuando Beatriz Paredes, líder de la mayoría priista, le negó la palabra a Martí Batres para hablar durante la visita de los reyes de España.
Hoy ambos regresan a un escaño, ella como integrante de una bancada disminuida de tan sólo 14 de 128 senadores, él como Presidente del Senado, donde Morena cuenta con una bancada nutrida por 55 senadores.
Morena tiene prácticamente una mayoría bastante cómoda para aprobar casi cualquier reforma que pretenda impulsar.
Con 247 diputados federales, más 29 aliados del Partido del Trabajo (PT), 31 del Partido Encuentro Social (PES), y los 16 del Partido Verde Ecologista (PVEM), su nuevo aliado, suman un total de 323 diputados federales.
Se requieren 334 legisladores para alcanzar la mayoría calificada para reformar la Constitución, aprobar nombramientos, entre otras decisiones clave para la vida política de nuestro país.
A Morena y sus taxis partidos aliados les faltan sólo 11 legisladores para alcanzar esa mayoría. Veremos los oficios políticos de un experimentado parlamentario, y recién nombrado coordinador de la bancada morenista en la Cámara Baja, Mario Delgado. Podrá voltear a ver a los dos legisladores que integran esta legislatura y que no tienen partido, o echarle el guiño a los 20 perredistas, cuyo partido se ha desdibujado después de la elecciones presidenciales.
Esta legislatura marca el regreso de los buenos discursos, de buenos maestros en el arte de la política, que ya quiero escucharlos.
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