Mañana viernes se cumplen dos plazos. Uno es el que se ha estimado como límite para llegar a un acuerdo entre los tres países del TLCAN, que no es fatal, sino que se calculó dejando al Congreso estadounidense los tiempos máximos que tiene para revisar y aprobar lo que su presidente haya negociado. El otro sí es definitivo: termina la actual legislatura en México, la LXIII. El sábado 1 de septiembre se instala la LXIV Legislatura.
De las negociaciones del TLCAN no puedo agregar mucho a lo ya comentado. Estamos esperando que Canadá y Estados Unidos resuelvan un par de temas para ver si con eso se puede proceder a la firma de los Ejecutivos, y a esperar la aprobación del Legislativo, en las tres naciones. Una vez publicado el texto, podremos evaluar con justeza si se negoció un buen arreglo, dadas las circunstancias, como esta columna cree, o si se cometieron errores por las prisas, como muchas personas imaginan.
El inicio de la LXIV Legislatura, en cambio, es un dato. A las cinco de la tarde del sábado deberá instalarse el Congreso en pleno, para dar inicio a una nueva etapa en la historia de México. La coalición “Juntos haremos historia” contará con 307 diputados (247 de Morena, 29 del PT, 31 del PES). Aunque el PRI con sus aliados tuvo una mayoría mínima en la Legislatura que termina, no habíamos visto algo parecido desde que la democracia funciona en México, es decir, desde 1997. En la Cámara de Senadores esta coalición tendrá 70 integrantes (59 Morena, 6 PT, 5 PES).
Hace un par de días, el PVEM anunció el fin de su alianza con el PRI, que llevaba 15 años, como esperábamos. Este partido se ha aliado con quien le puede garantizar ganancias, y el PRI ya no puede hacerlo. Si, como es lógico, se acercan a López Obrador, las fracciones crecerán a 323 diputados y 75 senadores. Les faltarán diez votos en cada cámara para alcanzar los dos tercios requeridos para cambios constitucionales. No estoy seguro si los obtendrán de forma permanente, es decir, con migración del PRI o PRD, pero seguramente podrán contar con ellos para ciertos temas. La reforma energética, que pocos entienden pero a muchos les llena la boca, puede conseguirles votos de esos partidos, o incluso de Movimiento Ciudadano, por ejemplo.
Decía que es un asunto histórico, porque el control directo de ambas cámaras por parte del Presidente es algo que no veíamos desde los tiempos de Miguel de la Madrid, aunque él no tuvo el margen económico que sí tendrá López Obrador. Habría que comparar con alguno de los antecesores, pero ninguno de ellos logró contar con estas mayorías debido a una elección democrática, como es el caso de López Obrador. Por todo ello, no puede sino calificarse de histórica la instalación de la nueva Legislatura.
Ahora bien. No conozco a todos los nuevos legisladores, pero da la impresión de ser una Legislatura que no cuenta con exceso de preparación. En otras ocasiones, ha sido la segunda Legislatura de cada gobierno la que muestra menor capital humano, y por eso la actual es un poco sorprendente. Sin embargo, es también resultado del triunfo arrollador de AMLO, que acabó llevando al Congreso a muchas personas con pocos conocimientos, al menos en primera impresión. El arranque ayer, gritando lo del honor con Obrador, parecería anunciar una asamblea de militantes y no el Congreso de una de las diez naciones más grandes del mundo.
Esta columna sigue convencida de que avanzamos en un tobogán que nos aleja de la democracia y de la racionalidad.
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero.
De las negociaciones del TLCAN no puedo agregar mucho a lo ya comentado. Estamos esperando que Canadá y Estados Unidos resuelvan un par de temas para ver si con eso se puede proceder a la firma de los Ejecutivos, y a esperar la aprobación del Legislativo, en las tres naciones. Una vez publicado el texto, podremos evaluar con justeza si se negoció un buen arreglo, dadas las circunstancias, como esta columna cree, o si se cometieron errores por las prisas, como muchas personas imaginan.
El inicio de la LXIV Legislatura, en cambio, es un dato. A las cinco de la tarde del sábado deberá instalarse el Congreso en pleno, para dar inicio a una nueva etapa en la historia de México. La coalición “Juntos haremos historia” contará con 307 diputados (247 de Morena, 29 del PT, 31 del PES). Aunque el PRI con sus aliados tuvo una mayoría mínima en la Legislatura que termina, no habíamos visto algo parecido desde que la democracia funciona en México, es decir, desde 1997. En la Cámara de Senadores esta coalición tendrá 70 integrantes (59 Morena, 6 PT, 5 PES).
Hace un par de días, el PVEM anunció el fin de su alianza con el PRI, que llevaba 15 años, como esperábamos. Este partido se ha aliado con quien le puede garantizar ganancias, y el PRI ya no puede hacerlo. Si, como es lógico, se acercan a López Obrador, las fracciones crecerán a 323 diputados y 75 senadores. Les faltarán diez votos en cada cámara para alcanzar los dos tercios requeridos para cambios constitucionales. No estoy seguro si los obtendrán de forma permanente, es decir, con migración del PRI o PRD, pero seguramente podrán contar con ellos para ciertos temas. La reforma energética, que pocos entienden pero a muchos les llena la boca, puede conseguirles votos de esos partidos, o incluso de Movimiento Ciudadano, por ejemplo.
Decía que es un asunto histórico, porque el control directo de ambas cámaras por parte del Presidente es algo que no veíamos desde los tiempos de Miguel de la Madrid, aunque él no tuvo el margen económico que sí tendrá López Obrador. Habría que comparar con alguno de los antecesores, pero ninguno de ellos logró contar con estas mayorías debido a una elección democrática, como es el caso de López Obrador. Por todo ello, no puede sino calificarse de histórica la instalación de la nueva Legislatura.
Ahora bien. No conozco a todos los nuevos legisladores, pero da la impresión de ser una Legislatura que no cuenta con exceso de preparación. En otras ocasiones, ha sido la segunda Legislatura de cada gobierno la que muestra menor capital humano, y por eso la actual es un poco sorprendente. Sin embargo, es también resultado del triunfo arrollador de AMLO, que acabó llevando al Congreso a muchas personas con pocos conocimientos, al menos en primera impresión. El arranque ayer, gritando lo del honor con Obrador, parecería anunciar una asamblea de militantes y no el Congreso de una de las diez naciones más grandes del mundo.
Esta columna sigue convencida de que avanzamos en un tobogán que nos aleja de la democracia y de la racionalidad.
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
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