La cuadratura del círculo: cómo crear empleos que no resulten del asistencialismo sino de procesos productivos beneficiosos para todos. Muchas personas acuden a la casa donde despacha Obrador, en la colonia Roma, para solicitar trabajo, apoyos y ayudas. Hacen filas durante horas enteras hasta que son atendidas por algún miembro de su equipo de comisionados. A veces, el mismísimo ganador de las elecciones se aparece también para tomarse alguna fotografía abrazando cariñosamente a una anciana desvalida. El presidente de México, de pronto, ya no es únicamente un jefe de Estado sino un gran dador de bienes, un munificente proveedor, un otorgador directo de dádivas y prebendas. Desde luego que Obrador todavía no toma posesión del cargo y tampoco es aún el mandatario electo de la nación porque al Instituto Nacional Electoral (INE) se le han atravesado por ahí algunos entorpecimientos para declararlo oficialmente ganador. Pero, para esa gente que se persona en la casona de la calle Chihuahua él no es un simple individuo que habrá de administrar globalmente la cosa pública a partir del 1º de diciembre: es una figura providencial a la que, aquí y ahora, se le pueden solicitar las más personalísimas bondades. Ya en campaña le llevaban niños enfermos para que, a través de una imposición de manos o de su mera presencia, les aliviara sus males. Al día siguiente de su gran triunfo electoral, centenares de esperanzados ciudadanos comenzaron a peregrinar hacia su casa de transición. La magia sigue embrujando a los mexicanos.
Al mismo tiempo, como una propuesta de políticas públicas para intentar paliar el rezago de una región entera del país, AMLO ha presentado un proyecto para sembrar árboles frutales y maderables en el Sureste mexicano, abarcando un millón de hectáreas en dos etapas. Se crearían 400 mil empleos para los campesinos. No sabemos, por el momento, si existe un mercado para la subsecuente comercialización de estos productos agroforestales pero el planteamiento mismo del programa, hay que decirlo, es muy ilusionante. Necesitaríamos, sin embargo, de un Gobierno eficiente para llevarlo a cabo. Porque, hasta ahora, es precisamente ahí donde se han atorado fatalmente los grandes planes. Esta vez, ¿todo será diferente?
revueltas@mac.com
Al mismo tiempo, como una propuesta de políticas públicas para intentar paliar el rezago de una región entera del país, AMLO ha presentado un proyecto para sembrar árboles frutales y maderables en el Sureste mexicano, abarcando un millón de hectáreas en dos etapas. Se crearían 400 mil empleos para los campesinos. No sabemos, por el momento, si existe un mercado para la subsecuente comercialización de estos productos agroforestales pero el planteamiento mismo del programa, hay que decirlo, es muy ilusionante. Necesitaríamos, sin embargo, de un Gobierno eficiente para llevarlo a cabo. Porque, hasta ahora, es precisamente ahí donde se han atorado fatalmente los grandes planes. Esta vez, ¿todo será diferente?
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Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
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