Morir de nada

Morir de nada
Afortunadamente para nosotros, México accede regularmente sin problemas a la máxima fiesta organizada por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) gracias a las bondades de la ubicación geográfica a la que pertenecemos. 

Económicamente, eso es perfecto para los organizadores de cada edición. Según Airbnb, plataforma de renta de hospedajes en el mundo, alrededor de 13,000 mexicanos hicieron reservación con ellos. Aproximadamente 70,000 connacionales hicieron el viaje hasta tierras rusas para apoyar al tricolor.
Pero, ¿eso representa algo positivo para nuestro fútbol? Vamos a ver.

De acuerdo con estadística obtenida del experto en datos futbolísticos Alexis Martin-Tamayo, mejor conocido como Mister Chip, México se convirtió en el primer país en la historia de los mundiales en quedar eliminado en octavos de final en siete ocasiones consecutivas.

Si, durante siete copas del mundo hemos sido de los dieciséis mejores equipos del orbe, ¿y luego?
En 1986, eliminados en penales 4-1 como anfitriones ante Alemania Federal, fue la última vez que se llegó al tan anhelado quinto partido.

Luego, en 1990, por tramposos y cachirules, como en los torneos juveniles entre escuelas, nos dejaron fuera de la fiesta más importante del balón.

A partir de Estados Unidos 1994, hemos logrado rebasar satisfactoriamente la famosa fase de grupos cada vez que asistimos al certamen, sea donde sea.

Lo malo, es que no hemos trascendido. Es por eso que en la mente del mexicano tenemos tatuado “hay que buscar el quinto partido”. No ser campeones, llegar mínimo a cuartos de final. Y desde ahí estamos mal, tirando de loco a todo aquél que diga que va a buscar ser campeón.

Culpamos a entrenadores, jugadores, al mítico gol de Maxi Rodríguez en tiempos extra, al error de Ricardo Osorio y el fuera de lugar, a Arjen Robben con el #NoEraPenal que seguimos llorando.
Pobres de nosotros. Siempre hay algún pretexto.

Ayer, Brasil nos sacó a patadas de Rusia 2018 con un sólido dos a cero y sin cansarse mucho.
¿Neymar? Sí, le tiran patadas y le encanta actuar. No, no quedamos fuera por eso.

Los dirigidos por Juan Carlos Osorio jugaron con valentía durante treinta minutos. Después, el equipo brasileño fue muy superior en todos los aspectos.

Se planteó una estrategia agresiva al arranque en la que era necesario anotar un gol para poder aguantar el resto del partido. No se logró, y el equipo terminó fundido físicamente. 

Brasil jugó tranquilamente, sabiendo que era superior hombre por hombre y esperando que México se cansara. Ahí, liquidó con sus únicas dos jugadas de peligro.

Luego, vino el problema que siempre tiene el equipo mexicano: se cae cuando va perdiendo. Su capacidad de respuesta ante la adversidad es nula. Emocionalmente se derrumban cuando ya están abajo en el marcador.

¿Se veía venir? Al ganarle a Alemania tocamos el sol, y no hablo de Luis Miguel. Ante Corea del Sur bajamos a las nubes, y tras perder contra Suecia nos arrastraron hasta el subsuelo. 

Seamos honestos, la selección no volvió a mostrar las mismas ganas y rendimiento que ese histórico 17 de junio en Luzhniki. 

¿Se confiaron? Probablemente, pero cada vez fue bajando su nivel de intensidad y calidad.
Luego, contra el experimentado equipo que ha ganado más mundiales en la historia, no metieron ni las manos la mayor parte del partido.

No hay pretextos, nos ganaron bien. No podemos reclamar ese penal dudoso, fuera de lugar o error del árbitro. Morimos de nada. Sin ganas, sin lucha, sin calidad.

Todavía nos falta mucho para lograr trascender más allá de octavos de final y aspirar a ser campeones, pero no queda más que buscar seguir trabajando y confiar en nuestros representados.
Serán cuatro años eternos, pero tenemos oportunidad de lograr mejorar nuestras bases futbolísticas y de mentalidad. Si se puede, México.

Una vez más que nos vamos a casa pronto. Spasibo, Rusia.

Para dudas, sugerencias y comentarios, contacto a mi Twitter: @SergioGomezMtz


Comentarios