Qué fastidio, las campañas. ¿En verdad piensan los partidos que nos van a entusiasmar a los ciudadanos machacándonos propagandas día y noche en todos los medios? Y, ¿no podrían ser mucho más cortas estas competiciones, digamos, de un mes de duración, para que el Estado mexicano no dilapide inútilmente los miles de millones de pesos que nos sonsaca de nuestros bolsillos a los contribuyentes? ¿Por qué coños no nos han preguntado a nosotros, que somos no sólo los primerísimos perjudicados de tantísima importunación sino los pagadores, en contante y sonante, del gran circo?
Y es que, encima, han hecho leyes para que las estaciones de radio y las cadenas de televisión les trasmitan gratis sus ocurrencias. Una expropiación pura y simple, o sea. Un embargo, por sus pistolas, de tiempos de difusión. Así nada más, a la torera, porque en un momento les vino en gana. Como de régimen comunista, vamos.
Ahora, si fueren 45 días, pues como que te aguantas. Pero, digo, casi dos meses de precampañas (del 14 de diciembre al 11 de febrero) y luego, tras esa extraña “pausa” electoral, otros… ¡tres meses! (del 30 de marzo al 27 de junio) coronados ahora en una incomprensible “veda” de tres días (¿por qué, para qué?) y rematados de 48 horas de una “ley seca” absolutamente imbécil, eso —¡cinco meses de monserga!— es para que te den ganas de huir del país, de esconderte en alguna cueva lejanísima y desentenderte totalmente de la cuestión.
Me permito reproducir aquí tres incisos del artículo 51 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General del Reino de España, señoras y señores:
1. La campaña electoral comienza el día trigésimo octavo posterior a la convocatoria.
2. Dura quince días.
3. Termina, en todo caso, a las cero horas del día inmediatamente anterior a la votación.
Puse yo en letras negrillas lo de las dos semanas para resaltarlo y, sobre todo, para mostrar que algo así es totalmente posible. No sirve de nada, sin embargo, ofrecer parecido argumento. Aquí no tomamos ejemplos de nadie. Aquí hacemos las cosas a la mexicana. A nuestra manera, y nada más. Sí señor.
revueltas@mac.com
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
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