La semana pasada escribimos sobre la maquinaria política de los partidos y señalamos que es importante porque es la estructura donde se monta y trabaja el operador político y es la organización por dónde fluyen y se administran los recursos, muchos de ellos, no necesariamente de la bolsa del financiamiento público a que tienen derecho los partidos como parte de sus prerrogativas.
Los operadores políticos son los personajes en los que los partidos delegan y confían la operación electoral de las campañas, con el fin de retener, acrecentar el universo de posibles votantes en pro de un candidato. Los operadores del viejo partido (no están exentos los operadores de los demás partidos) tienen una máxima: una elección se gana con tres cosas, dinero, más dinero y más dinero. Si no se tiene dinero en abundancia, difícilmente se puede lograr mucho.
Recursos en abundancia es uno de resortes que motivan al operador; buena parte de esos recursos (obscuros y no auditables) generalmente no llegan a su destino final y en muchos casos se convierten en fuente de nuevas fortunas. Los partidos políticos premian a sus operadores políticos exitosos con puestos de elección popular, en el poder legislativo y el ejecutivo en todos sus niveles, y una vez como legislador o gobernante a nivel municipal, estatal o federal, siguen siendo operadores; como legisladores pueden incidir en el presupuesto y el endeudamiento y como gobernantes cuentan con una hacienda pública que se puede explotar a gusto para que se siga cumpliendo la máxima. No importa que no se tenga mayoría, si de aprobar deuda pública se trata, la oposición tiene su precio.
En el caso nacional, es importante quien gobierna el país porque la hacienda federal es inmensa; es importante el número de gobiernos locales que se tienen porque las haciendas estatales también son una importante fuente de financiamiento, bueno y que decir de los gobiernos municipales que también hacen su parte. Para desgracia de los mexicanos, es la naturaleza perversa del operador, que se transforma en gobernante o legislador, siempre guiado por su máxima. Es el círculo vicioso de la política.
Las maquinarias políticas son operadas y aceitadas por las haciendas públicas de todos los niveles, quien tiene más, tiene más posibilidades de éxito; en buena medida, ahí se pueden anidar las expectativas del viejo partido de ganar con el 40% de los votos. Con el número de gobiernos locales y municipales que gobierna la coalición PRI-PVEM-PANAL y la coalición PAN-PRD-MC, la cosa está más o menos pareja, aunque claro la coalición encabezada por el PRI lleva una gran ventaja con el gobierno federal, con una caja de recursos muy grande.
En el caso de los operadores y los recursos, al igual que en el caso de la maquinaria, el más débil o la coalición que no tiene una fuerza representativa en este plano, es la que encabeza López Obrador. Pero he aquí, que desde hace más de una década apareció en la escena política una nueva especie de operador político a nivel municipal. Se trata de un operador político que por financiamiento o intimidación ha logrado apadrinar a presidentes municipales a través de diferentes partidos políticos, como dio cuenta de ello recientemente la prensa nacional.
Esta nueva especie de operadores políticos con presencia en diferentes rincones del territorio nacional, sin duda seguirán operando a nivel municipal a través de diferentes partidos para adueñarse de varios gobiernos municipales; sólo que ahora, es probable que no sólo operen para que gane sus candidatos en sus respectivos territorios, sino también para que a nivel nacional gane quien les ofrezca mejores condiciones. No sabemos si el llamado de esta nueva especie de operadores le funcione a MORENA y de funcionar, no se sabe si ese nuevo operador tiene la fuerza suficiente y recursos para equipararse con los operadores de viejo cuño.
Si de maquinaría y operación política se trata, pues ya sabemos quién está en mejores condiciones de competencia, pero si el enojo social y las tendencias que observamos en las encuestas son más poderosas, la maquinaría y sus cerros de dinero no servirán de mucho. Con un PAN que puede dividirse en las urnas entre Anaya y Margarita Zavala, AMLO solo puede perder si no resiste la campaña que puede venir en sus contra o bien si se autodestruye con probables errores y enojos.
No veo como pueda ganar el PRI, salvo que sea en alianza Zavala, para que siga gobernando el cártel timoneado por el nuevo Calles; tampoco se ve sencillo como pueda remontar Anaya para ganarle el PAN (electoralmente) a Margarita y con el PAN dividido, el frente que encabeza Anaya pierde parte de su fuerza más importante. Tal vez, la única forma en la que puede ganar el Chico Maravilla, es polarizando la elección entre los que no llamarán a cuentas al “peñismo” y los que quieren sentarlos en el banquillo de los acusados: estamos en un momento donde la plaza, clama sangre.
Los operadores políticos son los personajes en los que los partidos delegan y confían la operación electoral de las campañas, con el fin de retener, acrecentar el universo de posibles votantes en pro de un candidato. Los operadores del viejo partido (no están exentos los operadores de los demás partidos) tienen una máxima: una elección se gana con tres cosas, dinero, más dinero y más dinero. Si no se tiene dinero en abundancia, difícilmente se puede lograr mucho.
Recursos en abundancia es uno de resortes que motivan al operador; buena parte de esos recursos (obscuros y no auditables) generalmente no llegan a su destino final y en muchos casos se convierten en fuente de nuevas fortunas. Los partidos políticos premian a sus operadores políticos exitosos con puestos de elección popular, en el poder legislativo y el ejecutivo en todos sus niveles, y una vez como legislador o gobernante a nivel municipal, estatal o federal, siguen siendo operadores; como legisladores pueden incidir en el presupuesto y el endeudamiento y como gobernantes cuentan con una hacienda pública que se puede explotar a gusto para que se siga cumpliendo la máxima. No importa que no se tenga mayoría, si de aprobar deuda pública se trata, la oposición tiene su precio.
En el caso nacional, es importante quien gobierna el país porque la hacienda federal es inmensa; es importante el número de gobiernos locales que se tienen porque las haciendas estatales también son una importante fuente de financiamiento, bueno y que decir de los gobiernos municipales que también hacen su parte. Para desgracia de los mexicanos, es la naturaleza perversa del operador, que se transforma en gobernante o legislador, siempre guiado por su máxima. Es el círculo vicioso de la política.
Las maquinarias políticas son operadas y aceitadas por las haciendas públicas de todos los niveles, quien tiene más, tiene más posibilidades de éxito; en buena medida, ahí se pueden anidar las expectativas del viejo partido de ganar con el 40% de los votos. Con el número de gobiernos locales y municipales que gobierna la coalición PRI-PVEM-PANAL y la coalición PAN-PRD-MC, la cosa está más o menos pareja, aunque claro la coalición encabezada por el PRI lleva una gran ventaja con el gobierno federal, con una caja de recursos muy grande.
En el caso de los operadores y los recursos, al igual que en el caso de la maquinaria, el más débil o la coalición que no tiene una fuerza representativa en este plano, es la que encabeza López Obrador. Pero he aquí, que desde hace más de una década apareció en la escena política una nueva especie de operador político a nivel municipal. Se trata de un operador político que por financiamiento o intimidación ha logrado apadrinar a presidentes municipales a través de diferentes partidos políticos, como dio cuenta de ello recientemente la prensa nacional.
Esta nueva especie de operadores políticos con presencia en diferentes rincones del territorio nacional, sin duda seguirán operando a nivel municipal a través de diferentes partidos para adueñarse de varios gobiernos municipales; sólo que ahora, es probable que no sólo operen para que gane sus candidatos en sus respectivos territorios, sino también para que a nivel nacional gane quien les ofrezca mejores condiciones. No sabemos si el llamado de esta nueva especie de operadores le funcione a MORENA y de funcionar, no se sabe si ese nuevo operador tiene la fuerza suficiente y recursos para equipararse con los operadores de viejo cuño.
Si de maquinaría y operación política se trata, pues ya sabemos quién está en mejores condiciones de competencia, pero si el enojo social y las tendencias que observamos en las encuestas son más poderosas, la maquinaría y sus cerros de dinero no servirán de mucho. Con un PAN que puede dividirse en las urnas entre Anaya y Margarita Zavala, AMLO solo puede perder si no resiste la campaña que puede venir en sus contra o bien si se autodestruye con probables errores y enojos.
No veo como pueda ganar el PRI, salvo que sea en alianza Zavala, para que siga gobernando el cártel timoneado por el nuevo Calles; tampoco se ve sencillo como pueda remontar Anaya para ganarle el PAN (electoralmente) a Margarita y con el PAN dividido, el frente que encabeza Anaya pierde parte de su fuerza más importante. Tal vez, la única forma en la que puede ganar el Chico Maravilla, es polarizando la elección entre los que no llamarán a cuentas al “peñismo” y los que quieren sentarlos en el banquillo de los acusados: estamos en un momento donde la plaza, clama sangre.
Comentarios
Publicar un comentario
Hacer un Comentario