Ésta subyace a muchas de nuestras más negativas emociones.
Cuando nacemos somos como pizarrón en blanco, claro, genéticamente cargados, pero en personalidad no totalmente definidos. La personalidad se define principalmente durante la niñez y la adolescencia. En la vida adulta se buscará tener un mayor ajuste entre nuestro yo real y el yo ideal, pero en gran medida el autoconcepto y autoestima se establecen antes de etapa. En la infancia se nace, de hecho, con una perspectiva positiva de todo, con curiosidad nata por descubrir el mundo como a uno mismo, la situación comienza a tomar formas diversas cuando el niño comienza a tener mayor conciencia de las cosas y su entorno del cual nota que puede influir y también recibe influencia. Gracias a este hecho es que, como sistemas abiertos que somos, comenzamos a definir quiénes somos en nuestro continuo existir e interactuar con otros. La familia es determinante en esta etapa, pues son los responsables de ser modelo y guía para apoyar a una buena cimentación de la autoestima en los infantes.
La realidad es que en el núcleo familiar rara vez se suscita el amor sin condicionamiento, ¡sí, es verdad!, y no se molesten conmigo, pero la familia comienza a mostrar, según su propio repertorio de creencias y valores, lo que es y lo que no es aceptable al niño. El niño, ávido de amor y aceptación, generalmente tiende a amoldarse a los parámetros impuestos, de esta manera poco a poco va soltando gran parte de su autenticidad para someterse a lo que los demás desean y esperan de él. De este modo creces con la idea de que debes siempre estarte ajustando para dar “gusto” a los demás.
Otra de las etapas más cruciales es la adolescencia, en ésta se experimentan muchos cuestionamientos de lo que se le ha sometido al chico hasta entonces, es como un tiempo de constante búsqueda y confrontación de las cosas, una etapa de cambios tanto físicos como cognitivos que debe ser tomada con cautela por los padres, pues mientras el o la joven buscan recuperar un poco o tanto de su esencia, los familiares lo toman como rebeldía y constantemente buscan “apaciguar” los constantes cambios que éste muestra, dificultando así el camino a un ajuste final de quien este individuo podría llegar a ser. Como es normal en los humanos, el miedo a perder el control sobre los hijos no apoya a esta etapa de transición, dejando en el adolescente un sentimiento de ser rechazado por quien decide ahora ser.
Resumen: De manera inconsciente o consiente, esta persona puede llegar a notar que se le impusieron formas, y ahora que ha decidido atreverse a pensar por sí mismo, no se le está permitiendo hacerlo.
Resultado: Pueden ser 2. Si la figura parental es muy fuerte, doblegará sus deseos, guardando cierto resentimiento a éstos por limitar su libertad, entenderá que su ser no es bueno y no es aceptado, es decir, lo traducirá como que algo está mal con él. Él no es bueno por sí mismo ni suficiente para ser amado. Total, su autoestima se va en picada.
En otros casos, la persona emerge con fuerza suficiente para defender quién es y avanzar a la adultez bajo sus propias condiciones.
La realidad es que en la gran mayoría de los casos, esta ultima situación no se da tanto, y en gran medida, las personas ceden a las peticiones de la familia y la sociedad, quienes también dictan parámetros de qué ser y qué no.
Para la gran mayoría de los humanos, la necesidad de pertenecer a algo es de vital importancia, y así durante todo su ciclo vital se encuentran sin notarlo en un constante ceder a muchas formas para “encajar”, y este ir y venir entre ser quienes quieren ser y lo que deben ser no puede arrojar otra cosa sino un sinfín de emociones raras como el orgullo, miedo, tristeza, falta de empatía, envidia, etc., entre otras, sometiéndolos a un constante estrés, frustración, intolerancia, que todo esto evoluciona a un neurotismo y después otros tantos trastornos más como los depresivos.
Bien, ¿porqué nunca hablamos de este tema, prácticamente es la raíz de miles de problemas a los que nos enfrentamos hoy en día?, porque aún es un tabú, porque no somos valientes y trabajamos en aceptarnos como somos y defender lo que queremos (claro siempre y cuando esto no afecte a nadie más).
Querido lector: En la adultez, yo creo que lo único que falta para lograr esto ¡es valor!
Cuando nacemos somos como pizarrón en blanco, claro, genéticamente cargados, pero en personalidad no totalmente definidos. La personalidad se define principalmente durante la niñez y la adolescencia. En la vida adulta se buscará tener un mayor ajuste entre nuestro yo real y el yo ideal, pero en gran medida el autoconcepto y autoestima se establecen antes de etapa. En la infancia se nace, de hecho, con una perspectiva positiva de todo, con curiosidad nata por descubrir el mundo como a uno mismo, la situación comienza a tomar formas diversas cuando el niño comienza a tener mayor conciencia de las cosas y su entorno del cual nota que puede influir y también recibe influencia. Gracias a este hecho es que, como sistemas abiertos que somos, comenzamos a definir quiénes somos en nuestro continuo existir e interactuar con otros. La familia es determinante en esta etapa, pues son los responsables de ser modelo y guía para apoyar a una buena cimentación de la autoestima en los infantes.
La realidad es que en el núcleo familiar rara vez se suscita el amor sin condicionamiento, ¡sí, es verdad!, y no se molesten conmigo, pero la familia comienza a mostrar, según su propio repertorio de creencias y valores, lo que es y lo que no es aceptable al niño. El niño, ávido de amor y aceptación, generalmente tiende a amoldarse a los parámetros impuestos, de esta manera poco a poco va soltando gran parte de su autenticidad para someterse a lo que los demás desean y esperan de él. De este modo creces con la idea de que debes siempre estarte ajustando para dar “gusto” a los demás.
Otra de las etapas más cruciales es la adolescencia, en ésta se experimentan muchos cuestionamientos de lo que se le ha sometido al chico hasta entonces, es como un tiempo de constante búsqueda y confrontación de las cosas, una etapa de cambios tanto físicos como cognitivos que debe ser tomada con cautela por los padres, pues mientras el o la joven buscan recuperar un poco o tanto de su esencia, los familiares lo toman como rebeldía y constantemente buscan “apaciguar” los constantes cambios que éste muestra, dificultando así el camino a un ajuste final de quien este individuo podría llegar a ser. Como es normal en los humanos, el miedo a perder el control sobre los hijos no apoya a esta etapa de transición, dejando en el adolescente un sentimiento de ser rechazado por quien decide ahora ser.
Resumen: De manera inconsciente o consiente, esta persona puede llegar a notar que se le impusieron formas, y ahora que ha decidido atreverse a pensar por sí mismo, no se le está permitiendo hacerlo.
Resultado: Pueden ser 2. Si la figura parental es muy fuerte, doblegará sus deseos, guardando cierto resentimiento a éstos por limitar su libertad, entenderá que su ser no es bueno y no es aceptado, es decir, lo traducirá como que algo está mal con él. Él no es bueno por sí mismo ni suficiente para ser amado. Total, su autoestima se va en picada.
En otros casos, la persona emerge con fuerza suficiente para defender quién es y avanzar a la adultez bajo sus propias condiciones.
La realidad es que en la gran mayoría de los casos, esta ultima situación no se da tanto, y en gran medida, las personas ceden a las peticiones de la familia y la sociedad, quienes también dictan parámetros de qué ser y qué no.
Para la gran mayoría de los humanos, la necesidad de pertenecer a algo es de vital importancia, y así durante todo su ciclo vital se encuentran sin notarlo en un constante ceder a muchas formas para “encajar”, y este ir y venir entre ser quienes quieren ser y lo que deben ser no puede arrojar otra cosa sino un sinfín de emociones raras como el orgullo, miedo, tristeza, falta de empatía, envidia, etc., entre otras, sometiéndolos a un constante estrés, frustración, intolerancia, que todo esto evoluciona a un neurotismo y después otros tantos trastornos más como los depresivos.
Bien, ¿porqué nunca hablamos de este tema, prácticamente es la raíz de miles de problemas a los que nos enfrentamos hoy en día?, porque aún es un tabú, porque no somos valientes y trabajamos en aceptarnos como somos y defender lo que queremos (claro siempre y cuando esto no afecte a nadie más).
Querido lector: En la adultez, yo creo que lo único que falta para lograr esto ¡es valor!
Comentarios
Publicar un comentario
Hacer un Comentario