Si gana López Obrador el PRI va a morir en julio, porque se llevará todo, hasta sus bases.
En la campaña priista están tan ocupados en pelearse con el segundo lugar, y en una de esas logran su objetivo: quedar segundos.
Nadie se acuerda de los segundos lugares, no sirven para nada, pues lo único que importa es el primer sitio: la Presidencia.
El PRI ha tenido una extraña complacencia con López Obrador y le ha dejado pasar los peores errores y dislates que ha cometido en esta campaña.
Ahí está Napoleón Gómez Urrutia, próximo senador por Morena, a quien el Consejo Coordinador Empresarial tuvo que salir a exhibir porque priistas y panistas están enfrascados en una batalla por llevarse la medalla de plata.
Nestora Salgado, una secuestradora, candidata de Morena al Senado y nadie en el PRI dice ni pío.
La Constitución Moral de AMLO ha pasado como una propuesta más, cuando en realidad es un intento por normar el alma de los gobernados con un texto que nos diga qué es el bien y qué el mal, por encima de las leyes.
Una ley divina, como la sharía. Y un ayatola que interpretará el texto sagrado por encima de la Corte.
¿Qué es eso? Es lo que le puede pasar a México.
Podríamos llenar páginas completas con las barbaridades que ha planteado López Obrador en estas semanas, y no ha habido respuesta de parte del PRI.
Olvidan que si López Obrador gana la Presidencia van a desaparecer, porque se trata de un priista del paleolítico que sabe cómo hablarles a las bases de ese partido, y qué ofrecerles a los cuadros directivos.
El PRI puede morir en julio porque López Obrador les va a absorber a todos sus cuadros regionales y desde luego a su militancia: tendrá qué repartir.
Si el PRI se espera a rebasar a Anaya para bajar a AMLO, va a ser demasiado tarde cuando busquen el voto útil: López Obrador se habrá consolidado.
Se entiende que tengan como prioridad rebasar al candidato del Frente, pero no pueden dejar que se les escape AMLO. Después no habrá tiempo para bajarlo.
Así como están las cosas, el avance de López Obrador lo puede hacer llevarse la Presidencia, la mayoría en el Congreso, la mayoría de las gubernaturas que se elegirán, y la mayoría de los congresos estatales, que se disputan casi todos (30) el primero de julio.
López Obrador se va a quedar con el Estado.
De las nueve gubernaturas en juego, el PRI no va a ganar ninguna.
Chiapas lo descompusieron por completo, y les aseguraba un millón de votos para el candidato Meade. Adiós a esos votos. AMLO va a barrer en Chiapas.
Lo mismo en Guanajuato. Ya le habían dicho a José Luis Romero Hicks que él sería el candidato, por su buena imagen y arraigo en la sociedad guanajuatense, y lo quitaron para poner al líder de la CNC que arrastró al PRI hasta el sótano de las preferencias.
Y no tocan a AMLO. ¿Por qué?
Si Anaya se consolida en el segundo lugar, gana López Obrador porque el voto útil del PRI se va con Morena.
Y si el PRI gana el segundo lugar no le servirá de nada, porque se va a vaciar en los años que vienen.
Hasta ahora los priistas han mostrado anteojeras: sólo piensan en el segundo lugar (al que en dos meses no han podido bajar, sino al contrario) y carecen de una estrategia integral para enfrentar el crecimiento de López Obrador.
El segundo lugar no sirve, pero insisten en enfocarse a conquistar la medalla de plata, y tal vez se la lleven. ¿Para qué?
A este paso, sí, el PRI puede morir en julio.
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero
En la campaña priista están tan ocupados en pelearse con el segundo lugar, y en una de esas logran su objetivo: quedar segundos.
Nadie se acuerda de los segundos lugares, no sirven para nada, pues lo único que importa es el primer sitio: la Presidencia.
El PRI ha tenido una extraña complacencia con López Obrador y le ha dejado pasar los peores errores y dislates que ha cometido en esta campaña.
Ahí está Napoleón Gómez Urrutia, próximo senador por Morena, a quien el Consejo Coordinador Empresarial tuvo que salir a exhibir porque priistas y panistas están enfrascados en una batalla por llevarse la medalla de plata.
Nestora Salgado, una secuestradora, candidata de Morena al Senado y nadie en el PRI dice ni pío.
La Constitución Moral de AMLO ha pasado como una propuesta más, cuando en realidad es un intento por normar el alma de los gobernados con un texto que nos diga qué es el bien y qué el mal, por encima de las leyes.
Una ley divina, como la sharía. Y un ayatola que interpretará el texto sagrado por encima de la Corte.
¿Qué es eso? Es lo que le puede pasar a México.
Podríamos llenar páginas completas con las barbaridades que ha planteado López Obrador en estas semanas, y no ha habido respuesta de parte del PRI.
Olvidan que si López Obrador gana la Presidencia van a desaparecer, porque se trata de un priista del paleolítico que sabe cómo hablarles a las bases de ese partido, y qué ofrecerles a los cuadros directivos.
El PRI puede morir en julio porque López Obrador les va a absorber a todos sus cuadros regionales y desde luego a su militancia: tendrá qué repartir.
Si el PRI se espera a rebasar a Anaya para bajar a AMLO, va a ser demasiado tarde cuando busquen el voto útil: López Obrador se habrá consolidado.
Se entiende que tengan como prioridad rebasar al candidato del Frente, pero no pueden dejar que se les escape AMLO. Después no habrá tiempo para bajarlo.
Así como están las cosas, el avance de López Obrador lo puede hacer llevarse la Presidencia, la mayoría en el Congreso, la mayoría de las gubernaturas que se elegirán, y la mayoría de los congresos estatales, que se disputan casi todos (30) el primero de julio.
López Obrador se va a quedar con el Estado.
De las nueve gubernaturas en juego, el PRI no va a ganar ninguna.
Chiapas lo descompusieron por completo, y les aseguraba un millón de votos para el candidato Meade. Adiós a esos votos. AMLO va a barrer en Chiapas.
Lo mismo en Guanajuato. Ya le habían dicho a José Luis Romero Hicks que él sería el candidato, por su buena imagen y arraigo en la sociedad guanajuatense, y lo quitaron para poner al líder de la CNC que arrastró al PRI hasta el sótano de las preferencias.
Y no tocan a AMLO. ¿Por qué?
Si Anaya se consolida en el segundo lugar, gana López Obrador porque el voto útil del PRI se va con Morena.
Y si el PRI gana el segundo lugar no le servirá de nada, porque se va a vaciar en los años que vienen.
Hasta ahora los priistas han mostrado anteojeras: sólo piensan en el segundo lugar (al que en dos meses no han podido bajar, sino al contrario) y carecen de una estrategia integral para enfrentar el crecimiento de López Obrador.
El segundo lugar no sirve, pero insisten en enfocarse a conquistar la medalla de plata, y tal vez se la lleven. ¿Para qué?
A este paso, sí, el PRI puede morir en julio.
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.
Publicado originalmente en El Financiero
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