Presidencial con multipartidismo
En la entrega pasada señalábamos que el Presidente de la República tiene un doble déficit de legitimidad, al ser electo por una minoría y contar con una bancada en el congreso también en condición de minoría, lo cual es consecuencia de la combinación de un régimen presidencial con un sistema de partidos múltiple. Si de tener gobiernos con el respaldo de la mayoría se trata, esta combinación, salvo excepciones poco probables, sistemáticamente producirá gobiernos con doble déficit de legitimidad.
Presidencial con bipartidismo
Si la combinación fuera un sistema presidencial con bipartidismo la cosa sería diferente porque el presidente, salvo raras excepciones, sería electo con el respaldo de la mayoría y en caso de que su partido no logre ganar la mayoría en las cámaras, su déficit de legitimidad sería menor que el que se experimenta con el régimen actual en el caso de México.
En términos de legitimidad, el modelo presidencial combinado con bipartidismo ofrece mejores resultados que combinado con multipartidismo; pero en el caso de nuestro país, esta combinación no representa una opción dado que los partidos más grandes difícilmente pueden representar la diversidad política, ideológica y social de todos los mexicanos. El bipartidismo no puede ser la opción, cuando hasta más o menos 2016, los partidos más grandes se advertían como los promotores de un gobierno cártel.
El número de coaliciones registradas para competir en 2018 aunados al número de candidatos independientes que buscan el apoyo ciudadano para su registro, es una evidencia de que no es para nosotros el bipartidismo. Adicionalmente, el tripartidismo dominante hasta 2015, se rompió con el surgimiento de Morena y al parecer, la tendencia parece encaminarse a un multipartidismo que acentuará la dispersión del voto.
Ante este panorama, lo previsible es que con el resultado de las próximas elecciones, el doble déficit de legitimidad siga creciendo y se vuelva más complicado contar con un gobierno eficiente y eficaz. Para algunos, la salida a esta posibilidad, es la reforma que institucionalizó los gobiernos de coalición o la segunda vuelta, veamos cada una de ellas.
Presidencial con segunda vuelta
En un sistema dónde la elección presidencial y la legislativa son concurrentes, generalmente la segunda vuelta sólo considera a los dos candidatos presidenciales más votados, en tanto que el congreso queda integrado con los resultados de la primera vuelta; si la elección del congreso fuera sometida a una segunda vuelta, un sistema multipartidista se transformaría en bipartidista, eliminando de tajo cualquier otra expresión política.
Ahora bien, la segunda vuelta en la elección presidencial dota al presidente electo de una legitimidad que no le da la primera vuelta (si hay más de dos candidatos, puede ganar con un porcentaje de los votos menor al 50% y con la segunda vuelta puede obtener más del 50%), pero ese respaldo de la mayoría, es una mayoría forzada que adicionalmente puede ir acompañada de una disminución de los votantes en la segunda ronda.
La segunda vuelta no sólo implica una legitimidad forzada; adicionalmente, esa mayoría que se logra en una segunda vuelta, no necesariamente implica, una mayoría del mismo partido en el Congreso. A pesar de la segunda vuelta, el partido del presidente puede ser minoría en las cámaras y en consecuencia el gobierno será dividido. Con la segunda ronda un presidente electo contará con legitimidad, pero eventualmente mantendrá un déficit de legitimidad en el congreso, con lo cual existe el riesgo de que este déficit, erosione la legitimidad del presidente.
En regímenes presidenciales, la elección separada del presidente y el congreso implica que de ella emanen dos mandatos (legítimos) que pueden favorecer al mismo partido o a partidos diferentes. De esa elección separa pueden surgir gobiernos unificados o divididos. Hasta donde logro entender, la segunda vuelta no solucionará el problema de los gobiernos divididos; y con gobierno dividido, la legitimidad forzada del presidente, solo causara frustración ciudadana. Aquí le dejamos por hoy, en la siguiente entrega continuaremos con el modelo presidencial de coalición y semipresidencialismo.
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