Como dios del Olimpo López Obrador ha dedicado una buena parte de sus discursos para otorgar el perdón a un buen número de sus adversarios políticos con fines de acercamiento y adhesión a su movimiento y en otros casos como purificación y perdón de sus fallas o delitos pasados.
Sin tener muy claro quién le otorga ese don, o que méritos o acciones le dan esa facultad de divino y justo juez me parece qué los ciudadanos lo que esperamos de sus discursos son propuestas reales para enfrentar los variados y grandes retos que enfrenta nuestro país, más que perdones y purificaciones de oscuros personajes de pasado nada memorable.
El tono soberbio y sobrado de sus declaraciones en los últimos días, donde ya da por un hecho su triunfo como presidente, me parece bueno como estrategia de campaña, pero con un alto riesgo social de no ser ese el resultado en las urnas, pues no se gana con las encuestas sino con los votos.
Siento qué Andrés Manuel pierde un poco el piso y está viviendo en el futuro sin afianzar el presente. Por otro lado, veo falta de fuerza en las campañas de sus contrincantes pues los operadores de Anaya y Meade no atacan los negativos del tabasqueño -porque los tiene- Han dejado a un lado pifias garrafales como el perdón y tregua al crimen organizado, su relación con políticos cercanos a estos grupos criminales como los Abarca, los Vallejo y el mismo Durazo, esto en lo referente a seguridad. Por el lado de la corrupción una buena parte de los nuevos y antiguos colaboradores del tabasqueño como Bejarano, Eva Cadena, Ebrard, etc. tiene manchadas sus manos por ese flagelo que tanto reclama la sociedad sea erradicado.
Sin conocerlo, no dudo de la honestidad y buena intención del tabasqueño, pero rodeándose de tan oscuros personajes qué sin identificarse plenamente con su movimiento se van adhiriendo a él como rémoras buscando únicamente su beneficio personal y un puesto en su gabinete de resultar victorioso me brinca la sospecha que se volverá a repetir la misma historia de cada seis años.
“El que anda con lobos...” al tiempo.
Sin tener muy claro quién le otorga ese don, o que méritos o acciones le dan esa facultad de divino y justo juez me parece qué los ciudadanos lo que esperamos de sus discursos son propuestas reales para enfrentar los variados y grandes retos que enfrenta nuestro país, más que perdones y purificaciones de oscuros personajes de pasado nada memorable.
El tono soberbio y sobrado de sus declaraciones en los últimos días, donde ya da por un hecho su triunfo como presidente, me parece bueno como estrategia de campaña, pero con un alto riesgo social de no ser ese el resultado en las urnas, pues no se gana con las encuestas sino con los votos.
Siento qué Andrés Manuel pierde un poco el piso y está viviendo en el futuro sin afianzar el presente. Por otro lado, veo falta de fuerza en las campañas de sus contrincantes pues los operadores de Anaya y Meade no atacan los negativos del tabasqueño -porque los tiene- Han dejado a un lado pifias garrafales como el perdón y tregua al crimen organizado, su relación con políticos cercanos a estos grupos criminales como los Abarca, los Vallejo y el mismo Durazo, esto en lo referente a seguridad. Por el lado de la corrupción una buena parte de los nuevos y antiguos colaboradores del tabasqueño como Bejarano, Eva Cadena, Ebrard, etc. tiene manchadas sus manos por ese flagelo que tanto reclama la sociedad sea erradicado.
Sin conocerlo, no dudo de la honestidad y buena intención del tabasqueño, pero rodeándose de tan oscuros personajes qué sin identificarse plenamente con su movimiento se van adhiriendo a él como rémoras buscando únicamente su beneficio personal y un puesto en su gabinete de resultar victorioso me brinca la sospecha que se volverá a repetir la misma historia de cada seis años.
“El que anda con lobos...” al tiempo.
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