Todavía no empiezan las campañas políticas, apenas estamos en las precandidaturas dentro de los partidos políticos, pero podemos hacer un análisis político sobre el escenario que estamos viviendo. Si hoy preguntamos ¿Quién ganará la presidencia de la República este año? La moneda está en el aire, quien afirme que Andrés Manuel López Obrador será el virtual triunfador, sería aventurarse demasiado, lo mismo para el caso de Ricardo Anaya y el de José Antonio Meade, ya no se diga el de los independientes como “El Bronco”, Margarita Zavala, o Armando Ríos Píter.
Andrés Manuel López Obrador se ha mantenido a la cabeza de todas las encuestas durante los últimos años para ganar la presidencia de la República, sin embargo, existe en la rama de la economía la famosa “Ley de Rendimientos Marginales Decrecientes”, que, de acuerdo a la Economipedia, supone “la disminución de un producto o de un servicio a medida que se añaden factores productivos a la creación de un bien o servicio”. Por ende, “incrementar la cantidad de un factor productivo en la producción del bien o servicio en cuestión, provoca que el rendimiento de la producción sea menor a medida que incrementamos ese factor.” Un ejemplo sería que “no por tener más obreros en una construcción necesariamente el trabajo se realiza de manera rápida y eficiente”.
Y usted se preguntaría: ¿Qué tiene que ver dicha ley con el caso de López Obrador? La respuesta aplicada a la política es que “El Peje” ya no puede subir más en su escala de aceptación y apoyo para ganar la presidencia. Durante meses se ha mantenido, en promedio, alrededor de un 40 por ciento en la intención de voto, pero no ha subido más. Aplicando dicha ley, el tabasqueño ha alcanzado el sumit de su campaña, y de no mantenerse en el mismo ritmo, lo que le queda, por ley, es bajar.
En cambio, en el caso de Ricardo Anaya y de José Antonio Meade, la escala es crecer, y hoy para ambos precandidatos, saben que colocarse en el segundo lugar es crucial, pues como dicen en mi pueblo “caballo que alcanza gana”, y esto lo hemos visto en un sin número de campañas políticas.
Casos como el de Enrique Peña Nieto, en su momento cuando contendió como candidato a gobernador del Estado de México en 2005, comenzó su campaña con una desventaja de 20 puntos sobre su rival más cercano, el panista Rubén Mendoza Ayala. Sin embargo, el conteo final fue de 49% de votos para Peña Nieto, 25.6% para Rubén Mendoza y 25.11% para Yeidkol Polevnsky. Otro caso es el panista Alejandro Zapata Perogordo que contendió para la gubernatura de San Luis Potosí, teniendo prácticamente ganada la elección con 20 puntos arriba de ventaja sobre su rival del PRI, el médico Fernando Toranzo Fernández, quien finalmente lo derrotó con amplia ventaja. Y qué decir también del caso de Pepe Calzada Rovirosa, actual Secretario de Agricultura, y quien en su momento contendió para la gubernatura del estado de Querétaro, también empezó la campaña con 20 puntos de desventaja, para finalmente romper con la tradición de años de gobiernos del PAN.
Hoy, la moneda para ganar la presidencia de la República está en el aire. Por su parte, Ricardo Anaya, “El Joven Maravilla” del PAN, ha logrado lo que pocos han hecho en un corto lapso de tiempo: ganar elecciones, chutarse a sus rivales políticos, e imponer a sus candidatos. Anaya dejó atrás a los Calderón-Zavala, a Rafael Moreno Valle, a Miguel Ángel Mancera, y demás aspirantes a la candidatura presidencial. Supo tejer un alianza política con el PRD que le valió ganar 7 de las 12 gubernatura que se jugaron en 2016, una más en 2017, metiéndole una paliza a uno de los políticos más experimentados de este país, el priista Manlio Fabio Beltrones, a quien por cierto, no lo ha dejado en paz con los recientes escándalos en el gobierno de Chihuahua. También ejerció una presión sobre el tema del Fiscal Carnal, que desembocó en la renuncia del Procurador General de la República. Y logró imponerle al PRD en la capital, como candidata del Frente Ciudadano, a su dupla Alejandra Barrales.
Sin embargo, creo que también dentro de la clase política existe un temor profundo hacia Anaya, pues, según se dice, es un hombre que ha traicionado a muchos, incluyendo a su creador e impulsor, el panista Gustavo Madero. En este escenario, Anaya se ha ganado varios enemigos políticos, no menores que lo verían como una gran amenaza si llegara a la presidencia. En este grupo incluyo al Presidente Peña.
De ahí que el escenario apenas comienza a calentarse rumbo a las elecciones de julio. Falta también ver la estrategia que haga el candidato del PRI, José Antonio Meade para llegar a la Presidencia. Recordemos que tiene todo el apoyo del gobierno federal, una buena imagen, y la maquinaria del PRI, que no es menor. Repetir la estrategia del Estado de México les puede volver a funcionar, de ahí que habrá que estar atentos.
Andrés Manuel López Obrador se ha mantenido a la cabeza de todas las encuestas durante los últimos años para ganar la presidencia de la República, sin embargo, existe en la rama de la economía la famosa “Ley de Rendimientos Marginales Decrecientes”, que, de acuerdo a la Economipedia, supone “la disminución de un producto o de un servicio a medida que se añaden factores productivos a la creación de un bien o servicio”. Por ende, “incrementar la cantidad de un factor productivo en la producción del bien o servicio en cuestión, provoca que el rendimiento de la producción sea menor a medida que incrementamos ese factor.” Un ejemplo sería que “no por tener más obreros en una construcción necesariamente el trabajo se realiza de manera rápida y eficiente”.
Y usted se preguntaría: ¿Qué tiene que ver dicha ley con el caso de López Obrador? La respuesta aplicada a la política es que “El Peje” ya no puede subir más en su escala de aceptación y apoyo para ganar la presidencia. Durante meses se ha mantenido, en promedio, alrededor de un 40 por ciento en la intención de voto, pero no ha subido más. Aplicando dicha ley, el tabasqueño ha alcanzado el sumit de su campaña, y de no mantenerse en el mismo ritmo, lo que le queda, por ley, es bajar.
En cambio, en el caso de Ricardo Anaya y de José Antonio Meade, la escala es crecer, y hoy para ambos precandidatos, saben que colocarse en el segundo lugar es crucial, pues como dicen en mi pueblo “caballo que alcanza gana”, y esto lo hemos visto en un sin número de campañas políticas.
Casos como el de Enrique Peña Nieto, en su momento cuando contendió como candidato a gobernador del Estado de México en 2005, comenzó su campaña con una desventaja de 20 puntos sobre su rival más cercano, el panista Rubén Mendoza Ayala. Sin embargo, el conteo final fue de 49% de votos para Peña Nieto, 25.6% para Rubén Mendoza y 25.11% para Yeidkol Polevnsky. Otro caso es el panista Alejandro Zapata Perogordo que contendió para la gubernatura de San Luis Potosí, teniendo prácticamente ganada la elección con 20 puntos arriba de ventaja sobre su rival del PRI, el médico Fernando Toranzo Fernández, quien finalmente lo derrotó con amplia ventaja. Y qué decir también del caso de Pepe Calzada Rovirosa, actual Secretario de Agricultura, y quien en su momento contendió para la gubernatura del estado de Querétaro, también empezó la campaña con 20 puntos de desventaja, para finalmente romper con la tradición de años de gobiernos del PAN.
Hoy, la moneda para ganar la presidencia de la República está en el aire. Por su parte, Ricardo Anaya, “El Joven Maravilla” del PAN, ha logrado lo que pocos han hecho en un corto lapso de tiempo: ganar elecciones, chutarse a sus rivales políticos, e imponer a sus candidatos. Anaya dejó atrás a los Calderón-Zavala, a Rafael Moreno Valle, a Miguel Ángel Mancera, y demás aspirantes a la candidatura presidencial. Supo tejer un alianza política con el PRD que le valió ganar 7 de las 12 gubernatura que se jugaron en 2016, una más en 2017, metiéndole una paliza a uno de los políticos más experimentados de este país, el priista Manlio Fabio Beltrones, a quien por cierto, no lo ha dejado en paz con los recientes escándalos en el gobierno de Chihuahua. También ejerció una presión sobre el tema del Fiscal Carnal, que desembocó en la renuncia del Procurador General de la República. Y logró imponerle al PRD en la capital, como candidata del Frente Ciudadano, a su dupla Alejandra Barrales.
Foto: Cuartoscuro |
Anaya ha demostrado ser un hombre sumamente astuto. Su pecado: lograr tantos éxitos en un corto plazo, algo que en México está “prohibido”. A los ojos de algunos, Anaya no se ha ganado dichos triunfos, sino que ha tenido suerte. Suerte o no, lo cierto es que el joven azul, en mi opinión, es el candidato real a vencer. Ante un escenario donde todavía existen muchas personas en este país que le temen a Andrés Manuel López Obrador, y que piensan que podría ser un peligro para México, Anaya puede ser visto como una opción para regresar al PAN a “Los Pinos”.
Sin embargo, creo que también dentro de la clase política existe un temor profundo hacia Anaya, pues, según se dice, es un hombre que ha traicionado a muchos, incluyendo a su creador e impulsor, el panista Gustavo Madero. En este escenario, Anaya se ha ganado varios enemigos políticos, no menores que lo verían como una gran amenaza si llegara a la presidencia. En este grupo incluyo al Presidente Peña.
De ahí que el escenario apenas comienza a calentarse rumbo a las elecciones de julio. Falta también ver la estrategia que haga el candidato del PRI, José Antonio Meade para llegar a la Presidencia. Recordemos que tiene todo el apoyo del gobierno federal, una buena imagen, y la maquinaria del PRI, que no es menor. Repetir la estrategia del Estado de México les puede volver a funcionar, de ahí que habrá que estar atentos.
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