Cuando aún no inician las campañas por la presidencia de la República los tres principales candidatos de las coaliciones ya velan sus armas para la batalla electoral que se avecina. El camino no será fácil y la lucha por el poder será encarnizada.
López Obrador quien encabeza las encuestas -lo que no le garantiza la victoria- dado su largo período de precampaña, se encuentra en este momento en una zona de confort -lo que explica su buen humor- deberá reforzar sus propuestas y sobre todo presentar un proyecto real que muestre al votante su plan para solucionar los problemas que aquejan a la población. El engrudo se le podría hacer bolas al tabasqueño sino se logra un sana incorporación de los nuevos personajes y partidos que se han ido adhiriendo a su movimiento, lo cual podría causar molestia entre sus bases en morena, sobre todo si no hay una reparto justo de puestos y curules; ha llegado al sumit de su campaña, lo qué le jugará en contra, pues ya no puede alcanzar un punto más alto de aceptación, y al ya no ser el único candidato los otros dos empezarán a sumar poco a poco emparejando las encuestas, lo qué muy probablemente le ahuyente su buen humor.
Ricardo Anaya deberá encontrar la fórmula para recuperar los votos de los militantes perdidos por la división de su partido, ahora sí abiertamente fracturado, no como en la anterior elección, donde obtuvo buenas cuentas en alianza con el PRD ganando varias gobernaturas, cuando aún la división no era franca. De los tres candidatos me parece qué el joven maravilla es quien más obstáculos ha sorteado para obtenerla y ya veremos sí esto lo ha fortalecido o llegará desgastado a la campaña.
El candidato oficial arrancará en el tercer lugar de preferencias. Fresco y preparado me parece era el menos malo para la sucesión, aún así le juegan en contra todos los negativos del presidente, que créame no son pocos. Para José Antonio Meade y sus operadores de campaña no será fácil separarlo de la mala imagen del partido que lo postula y a la vez identificarlo con sus bases y cuadros duros de ese partido, ese será un punto de equilibrio qué deberán encontrar, de no ser así, la maquinaria priista no trabajará para él y eso es sinónimo de derrota, porque hay qué reconocer qué ese engranaje bien aceitado gana elecciones, eso ya está más que demostrado.
Apreciado lector, el cronómetro ya se puso en marcha la oferta no es muy buena y el desencanto por los partidos y la clase política es muy grande. Razonemos bien las propuestas, los cuadros y elijamos a quien verdaderamente nos garantice bienestar, paz, prosperidad y sobre todo la libertad de opinar y discernir, qué eso, no lo hemos perdido aún... al tiempo.
López Obrador quien encabeza las encuestas -lo que no le garantiza la victoria- dado su largo período de precampaña, se encuentra en este momento en una zona de confort -lo que explica su buen humor- deberá reforzar sus propuestas y sobre todo presentar un proyecto real que muestre al votante su plan para solucionar los problemas que aquejan a la población. El engrudo se le podría hacer bolas al tabasqueño sino se logra un sana incorporación de los nuevos personajes y partidos que se han ido adhiriendo a su movimiento, lo cual podría causar molestia entre sus bases en morena, sobre todo si no hay una reparto justo de puestos y curules; ha llegado al sumit de su campaña, lo qué le jugará en contra, pues ya no puede alcanzar un punto más alto de aceptación, y al ya no ser el único candidato los otros dos empezarán a sumar poco a poco emparejando las encuestas, lo qué muy probablemente le ahuyente su buen humor.
Ricardo Anaya deberá encontrar la fórmula para recuperar los votos de los militantes perdidos por la división de su partido, ahora sí abiertamente fracturado, no como en la anterior elección, donde obtuvo buenas cuentas en alianza con el PRD ganando varias gobernaturas, cuando aún la división no era franca. De los tres candidatos me parece qué el joven maravilla es quien más obstáculos ha sorteado para obtenerla y ya veremos sí esto lo ha fortalecido o llegará desgastado a la campaña.
El candidato oficial arrancará en el tercer lugar de preferencias. Fresco y preparado me parece era el menos malo para la sucesión, aún así le juegan en contra todos los negativos del presidente, que créame no son pocos. Para José Antonio Meade y sus operadores de campaña no será fácil separarlo de la mala imagen del partido que lo postula y a la vez identificarlo con sus bases y cuadros duros de ese partido, ese será un punto de equilibrio qué deberán encontrar, de no ser así, la maquinaria priista no trabajará para él y eso es sinónimo de derrota, porque hay qué reconocer qué ese engranaje bien aceitado gana elecciones, eso ya está más que demostrado.
Apreciado lector, el cronómetro ya se puso en marcha la oferta no es muy buena y el desencanto por los partidos y la clase política es muy grande. Razonemos bien las propuestas, los cuadros y elijamos a quien verdaderamente nos garantice bienestar, paz, prosperidad y sobre todo la libertad de opinar y discernir, qué eso, no lo hemos perdido aún... al tiempo.
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