DUMMY - PORTISHEAD

DUMMY POTISHEAD
“¿Por qué no hablas sobre sexo?” esa fue una de las preguntas que se me hizo, por un momento pensé que no estaba dentro de mis facultades, pues únicamente recomiendo música, no lo pensé tanto, ya había escuchado a Portishead en un Table Dance. Recordé el momento en que la bailarina salía a la pista, se movia al ritmo de “Glory box”, mientras mis sentidos se inundaban en alcohol, un tanto adulterado, por otra parte se me quedaba grabada su imagen, sus movimientos. Pero bueno, esa noche paso.


Portishead, fue formada por Geoff Barrow y Beth Gibbons en 1991 y tomaron el nombre de la localidad donde nació Barrow, al oeste de Bristol. Y este no pudo quedarle mejor, un pueblo con hermosos paisajes pero con una doble identidad, la cual se puede volver un tanto terrorífica.

DUMMY POTISHEAD

Barrow trabajó en un estudio donde vio de cerca el trabajo de Massive Attack y Tricky, quien en un comienzo estuvo colaborando con Massive. Barrow adquirió el conocimiento para crear collages de música, iniciando así sus primeros samples; pasando pegado a la computadora para plasmar todas la ideas que se le venían a la mente, tiempo después conocería a Gibbons, quien quería probar con su poca experiencia como cantante y se mostraba interesada por los sampleos, teniendo algunas canciones compuestas, decidió mostrarlas a Barrow y Barrow a su vez, mostró su trabajo y aunque tenían gustos musicales diferentes, vieron talento entre los dos.

Después de estrenar el cortometraje To Kill a Dead Man, Portishead firmó un contrato con la discográfica Go! Beat que editó su primer álbum Dummy en 1994, con la colaboración del guitarrista Adrian Utley. A pesar de la nula campaña de publicidad de la banda, el álbum fue un éxito en Estados Unidos y Europa, los sencillos "Glory Box" y "Sour Times" alcanzaron los primeros puestos de las listas de éxitos, a los pocos meses llegaron a vender 50,000 copias, tan solo en Inglaterra.

Dummy , fue la carta de presentación, después de esto, se decidió salir de la seguridad que daba el estudio y ahora se presentaban ante un público de 2000 asistentes, que poco a poco fue creciendo, para 1995 ganó el Mercury Music Prize, premio concedido anualmente para el mejor disco británico o irlandés. Dejando abajo a grupos como Blur y Oasis. La crítica lo consideró como un disco clave, encasillándolo dentro del género Trip-hop. El tema “Glory Box” aún confunde a muchos, algunos lo consideran como un tema compuesto para una relación amorosa, en la que se lleva un proceso de cierta depresión y melancolía al pedir razones para amar, pero esto se aleja demasiado, pues es una petición feminista, donde se pide libertad y donde se deben llevar bien para una relación, si uno de los dos no sede ante esto, será mejor ir por caminos diferentes.

Es de día, está nublado, la urbe gris se rebela ante mis ojos, debería escribir lo que ya he repasado, no logro concentrarme, termina el Dummy, es hora de poner el segundo disco que fue homónimo, ese disco tan odiado y amado, un disco deprimente y oscuro, el recuerdo de ella sigue en mi mente, ¿Samanta? La chica del Table, pero no, no es ella, recuerdo de cuando estaba con ella, la sonrisa, el cabello quebrado, la inocencia que siempre ha tenido. Y ¿ahora? Bueno, mis datos solo abarcan música, tenía que llegar un momento en que se aburriera. Pues sí, pero se regresó con su ex, no me jodas, su ex, ni siquera fue alguien nuevo. La gente regresa al punto de origen, eso no lo podemos negar.

Los samples y la voz de Gibbons me hacen más adicto a mi depresión, aquel segundo disco es una adicción. Pareciera que Portishead es solo para aquellos que ya estamos cansados del mundo. Una espiral de sonidos donde el dejarse caer es un elemento importante, música para no ser escuchada bajo sustancias que alteran el sentido y si lo hacen, es y será bajo su propio riesgo. Letras perturbadoras y pareciera que Gibbons llevó una vida problemática, aunque no fue así, nadie sabe cuál es la fuente de inspiración para escribir letras tan fantásticas y cautivadoras. Pero su música va más allá, guardando cierta misticidad a veces extrema, no pretenden obligar a nadie a nada. Si lo que ves y escuchas te agrada está bien y sino puedes sentirte mal con total libertad.

Al final yo me quedé encerrado en la ratonera, escribiendo. Al terminar, salí un momento a caminar, contemple aquellas calles con su estructura colonial, hacía frio, tomé algunas fotografías, las calles y el clima hacían un juego perfecto. Me senté en la banca de un parque, comencé a fumar mientras pensaba en lo que estaría haciendo con su ex, tal vez verían una serie de esas complicadas, terminarían teniendo sexo, escuchando algún disco o en total silencio, ella ahogaría sus gemidos contra la almohada, la respiración acelerada y las gotas de sudor recorriendo sus cuerpos, mientras estallan en un orgasmo y yo aquí, matándome con el pensamiento, dando la última calada a mi cigarro, me di cuenta

que el parque quedaba cerca del departamento del ex, me levanté y comencé a caminar de vuelta a mi ratonera. Al llegar a la entrada cayó un aguacero, subí las escaleras, frente a mi puerta estaba Ivanna, una niña que había conocido tiempo atrás, nos quedamos viendo sin saber que decir, hasta que ella lanzo dos preguntas

-¿Escribiste sobre sexo? ¿Tienes café?

-Algo así, hay café pero no hay azúcar, solo ron

-Invítame a pasar…


Comentarios