Por Lesby, por Valeria, por Mara, ¡por tu madre!… #NiUnaMenos

Por Lesby, por Valeria, por Mara, ¡por tu madre!… #NiUnaMenos
¡Cállate, maldita feminazi! Este y otros adjetivos peyorativos que he tenido que soportar gracias a mi ideología, a la forma de expresarme… a mi herida. Sí, a mi herida, y a la de todas las mujeres inmersas en sociedades machistas. Calificativos que ya no duelen, al contrario, me hacen llenarme de más coraje para seguir gritando y exigiendo equidad y respeto a la vida de todas las mujeres.

Exigir respeto a la vida, ¿qué clase de exigencia es esa? Se supone que todos tenemos derecho a eso: a vivir, pero no, hasta ese derecho le están arrancando a mi género. Como si no fuera suficiente que todas las mujeres suframos acoso, que nos propongan tener relaciones sexuales por caminar sola, por llevar falda, o porque eres mujer, porque según estos acosadores mi sexo los provoca y por eso nos tocan en la calle, en el transporte público, en donde se les dé la gana. Y ahora, no conforme con eso, estos malditos depravados van por ahí arrancándole la vida a mis compañeras.

Desde hace varios años, muchas mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas, de su familia, conocidos y por desconocidos. Pero hasta hace poco este delito, se tipificó como feminicidio en algunos estados del país. Tuvieron que ocurrir casos extremos como “Las muertas de Juárez” o todas las asesinadas del Estado de México, donde el miedo se empezó a apoderar de las mujeres, cuando todas comenzaron a temer por su vida y su integridad; pero no quedó ahí, esta ola de feminicidios se fue expandiendo en cada rincón del país, este país tan ensangrentado por el crimen organizado y la corrupción ahora tenía una nueva agravante.

Cada estado, cada municipio se he venido tiñendo de sangre, cada día en las noticias una desaparecida, una violada… una asesinada.

En el estado de Puebla desde 2013 hasta 2015, se ha registrado un feminicidio por semana. Y la cifra fue aumentando en 2016. La mayoría de estas mujeres fueron privadas de la vida después de un ataque sexual. Sin embargo, las cifras mienten, ¿dónde están todas las desaparecidas? ¿De dónde salieron todas las muertas sin identificar? Pero regresemos a las cifras:

En 2013 hubo 49 feminicidios. 2 de las víctimas eran foráneas y de 14 se desconoce su origen. De las 33 sobre las que sí se tiene información se sabe que radicaban en 19 municipios –9 de ellas en Puebla, 3 en Tehuacán, 2 en Tecali de Herrera, 2 en Huauchinango y 2 en Ocoyucan.

En 2014 se registraron 38 feminicidios en 19 municipios. El que más tuvo en casos fue Puebla, con 11, seguido de Atlixco, con 4 y Tehuacán con 3. Sin embargo, en cuanto a la tasa de feminicidios por cien mil habitantes Zoquitlán estuvo a la cabeza, con 70.67 feminicidios por cada cien mil personas, seguido de San José Acateno, con 56.1, y Tapanco de López, con 34.5. Estos municipios no están en la misma región de la entidad: Zoquitlán y San José Acateno están a más de 250 kilómetros de distancia.

Durante 2015 hubo 49 mujeres asesinada, de las cuales 10 se desconoce el lugar donde radicaban. Las 39 víctimas conocidas vivían en 16 municipios, esta vez en lugares más alejados como Francisco Z. Mena, en la punta norte de la entidad.

Para el 2016, se sumaron 81 feminicidios, el número 81 fue en el municipio de Tochtepec, hecho que se contabilizó como el último feminicidio registrado ese año en Puebla.

Tantas muertes por razones de odio, por misoginia, por machismo. Sin embargo, existen casos aislados que han tenido un impacto nacional tan grande que ha movido a grandes cantidades de personas para exigir justicia; como el caso de Lesby, la chica que apareció asesinada en la UNAM y que lejos de ser considerada como víctima, se le señaló por haber provocado su propio asesinato. Como Valeria, la niña de 11 años que fue violada y asesinada por un chofer de transporte público y que también hizo marchar a los que sintieron coraje en Nezahualcóyotl. Y el más reciente: el caso de Mara Castilla, la estudiante de tercer semestre de ciencias políticas de la UPAEP, veracruzana que estudiaba en Puebla, caso similar al de la pequeña Valeria. Mara tomó un “taxi seguro”, un Cabify, de esos que están monitoreados, pero nunca regresó a su casa, sino que el chofer la estranguló después de haber abusado de ella, para después tirar su cuerpo en una sábana en una carretera de Puebla-Tlaxcala.

Mara suma el feminicidio 84 en Puebla, en lo que va del año, esta cifra rebasa las cifras de años anteriores, y apenas estamos en septiembre. El asesinato de Mara lastimó aún más a esta sociedad en estado de putrefacción, muchas personas levantaron la voz al grito de: #JusticiaParaMara, #NiUnaMenos, #FeminicidioEmergenciaNacional. También se convocó una marcha para el día de ayer, la cual como siempre terminó dando foco a un periodista y las feministas radicales y dejó de centrarse en el objetivo principal, el grito de justicia.

No pienso ahondar en el tema de la marcha, solo quiero que esto no sirva de pretexto para seguir fomentando el odio contra las mujeres. Solo quiero rogar a todos los que lean esta columna que no se callen, que no permitan que esto siga pasando, que peleemos para se condenen a los feminicidas, para que no quede un feminicidio más impune, para que esos asesinos se vayan extinguiendo. Sí, pueden verlo como un grito desesperado, porque lo es.

deysisnhn@gmail.com


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