¿Hay también mexicanos en ese gobierno tan malo?

¿Hay también mexicanos en ese gobierno tan malo?
Un conocido mío tiene una oficina en un inmueble de la calle Ámsterdam ubicado justo al lado del edificio que se derrumbó en la esquina con Laredo. Lo renta a unas chicas que, en el momento en que comenzaron las violentísimas sacudidas, salieron despavoridas hacia la calle, no sin tener todavía el cuidado de cerrar la puerta de vidrio. Luego del seísmo, las autoridades cercaron la zona e impidieron el acceso a los antiguos ocupantes. Cuando permitieron finalmente el paso, estas inquilinas se encontraron con que su oficina había sido totalmente saqueada: desaparecidas las computadoras, esfumados los bolsos de mano que habían dejado al escurrirse apresuradamente del local, evaporado cualquier objeto de valor… Es más, la puerta entera había sido desmontada. ¿Cómo pudo pasar algo así? ¿Quién perpetró el robo? ¿Ocurrió antes de que el lugar fuera acordonado? ¿Hubo complicidad de los propios vigilantes?

He aquí el otro rostro que exhibimos los mexicanos, señoras y señores, el de la rapiña y la vileza. Así como miles de habitantes se movilizaron con ejemplar rapidez para ayudar desinteresada y generosamente a sus semejantes, otros sacaron provecho de la desgracia ajena. Sin escrúpulo alguno. Sin el menor problema de conciencia. Sin tocarse el corazón.

Mucha gente se reconforta ahora al constatar, una vez más, que los ciudadanos de a pie se pueden organizar de manera perfectamente espontánea y desprendida para afrontar las durezas de un desastre natural. Y proclama casi que ese Gobierno torpón que tenemos es totalmente innecesario, que la nobleza primigenia de este pueblo puede compensar su ineficiencia y llenar los espacios que deja desatendidos durante el tiempo que necesita para pasar a la acción. La admirable capacidad organizativa de los habitantes de la nación refuerza la idea de que ellos son más que sus gobernantes, mejores y superiores, como si los otros, los encargados de la cosa pública, fueran una potencia ocupante, administradores venidos de otro planeta, extraños enemigos, funcionarios ajenos a los valores esenciales de la mexicanidad.

Pueblo bueno frente a Gobierno malo, o sea. Si todo fuera tan simple…

revueltas@mac.com
Esta columna es publicada con la autorización expresa de su autor.


Comentarios