La entrega de los cínicos

La entrega de los cínicos
En el arte y en la vida siempre han existido los fantoches, seres que presumen de lo que no son, ni tienen; pero que saben venderse, prostituirse, ponerse la ropa más llamativa y salir a ofrecer su producto, su trabajo carente de belleza y de valor.

Avelina Lésper asegura que el arte debe cumplir los función de transmitir emociones y/o sentimientos, de lo contrario solo es basura. Y tiene razón, sin embargo también existen “artistas” que son vitoreados por personas que no tienen idea de lo que significa el arte y compran la idea del artista solo porque alguien les dijo que así funciona ese cliché, aunque estos individuos no tengan la mínima de lo que es un movimiento artístico y peor aún, no tiene la capacidad de apreciar la estética.

La literatura no es la excepción, miles de nuevos escritores emergentes que se han hecho famosos por fanpages de redes sociales, porque alguien les dijo que escribían “bonito”, peor aún, otros tantos que se autodenominan escritores, personas que no tienen idea de qué va la métrica y la simple estructura de un cuento, que andan por la vida proclamándose escritores cuando sólo tienen dos cuentos (mal hechos) y que presentan en lugares de mala muerte, de poca vida.

Pero la culpa no es de ellos, sino de todos los que aplauden sus divagues, que ahora cuentan como textos libres, como si la libertad extrema en algún momento hubiera dejado algo a favor de la sociedad, y lo que es peor, para la cultura.

Tal vez sea el momento de replantearnos lo que estamos haciendo, de todos los monstruos que estamos creando. Tal vez sea el momento de tomar en serio las artes, pues están atravesando un momento de decadencia donde hasta las cucarachas podrían considerarse artistas.


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