Sin TLCAN, lloverán migrantes

Sin TLCAN, lloverán migrantes
Las tres partes involucradas lo han dicho, aunque de forma diferente: si no me conviene, me retiro del TLCAN. Sabemos que esta caja de pandora la ha abierto voluntariamente el pequeño hombrecillo naranja que habita la Casa Blanca, sólo para satisfacer una promesa de campaña por la falsa idea que instalaron en la imaginación de muchos norteamericanos; de hecho, el grupo de ciudadanos de aquel país que sabe menos sobre este tema y otros.


Y aunque no nos guste, la maquinaria ya se puso a andar y el pronóstico es reservado. Los tres países tienen mucho que perder. Podríamos decir que Canadá, sin deberla ni temerla, está en medio del pleito y sufrirá las consecuencias del mismo cuando en realidad ese país no tiene grandes problemas con las otras dos partes en conflicto y aun así será damnificado.

México sí tiene una responsabilidad en cuanto a los posibles daños y no tiene qué ver con el supuesto superávit frente a los norteamericanos; no, la responsabilidad es que, durante todo el tiempo de vida del tratado, nunca le interesó diversificar sus mercados con la misma fuerza con la que se tiene con los Estados Unidos y depositó todos los huevos en la misma canasta. Ese es el pecado, la típica actitud de echarse a dormir al lado del cactus hasta que la tragedia nos alcance.

Sin embargo, estoy seguro de que quienes más perderán en caso de que este acuerdo se cancele, serán los que iniciaron el pleito.

Millones de mexicanos tienen trabajo en México gracias al Tratado de Libre Comercio, empresas nacionales y extranjeras cuya dinámica depende principalmente del intercambio comercial y alianzas estratégicas con Estados Unidos y Canadá, se verán forzados a ajustarse a la nueva realidad y con ello, será inevitable la pérdida de empleos.

Ingenuo sería negar que los compatriotas no conocen el camino en caso de crisis, la migración indocumentada hacia EU se dará de forma natural y tampoco podemos pecar de ingenuidad y negar que los empleadores norteamericanos ven con buenos ojos la mano de obra calificada de los connacionales, su innegable menor costo al contratarlos de forma irregular de acuerdo a las leyes de aquel país y, sobre todo, la voluntad y vocación que tienen para el trabajo fuerte y con poco descanso, característica que nos diferencia de los blancos norteamericanos a quienes, trabajar, trabajar, lo que se dice trabajar… no se les da.

No habrá muros (como lo ha prometido Trump) que detengan esa migración, a las pruebas me remito.

¿Lo tendrán en el cálculo los negociadores gringos? ¿Lo habrá pensado Donald, en esos ratos en los que no ve televisión? Lo dudo.

Twitter: @adejorge


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