Versus Moreira

Versus Moreira

Para René Delgado. Agradecido por décadas de afecto y respeto mutuo. 

He demandado por difamación y daño moral a Humberto Moreira Valdés, exgobernador de Coahuila, expresidente del PRI y actual candidato a diputado local plurinominal por el Partido Joven de aquella entidad.


El 12 de octubre de 2016 el profesor Moreira envió una carta a la Vanguardia de Coahuila reproducida por otros medios nacionales. En ella recordaba que él "no era Gobernador cuando tuvieron lugar los terribles hechos de Allende", para luego declararse sorprendido de que "el columnista insista en ello". El profesor reaccionaba a mi columna Los dos Moreira publicada por la mañana: Humberto Moreira, dije, "ya no era gobernador en el aciago fin de semana de marzo de 2011" cuando sucedió la tragedia de Allende. En otras palabras, en su misiva el profesor mintió, me difamó y me causó daño moral porque puso en entredicho el cuidado que tengo en respetar los hechos.

¿Demandarlo o dejar pasar la frase?, ¿invertir tiempo, dinero y esfuerzo en ese juego de azar que son los tribunales mexicanos? Lo medité por meses con mis abogados Héctor y Sergio Beristain. Decidimos seguir adelante, primero, porque las demandas por daño moral se han convertido en un instrumento de los poderosos para intimidar y desgastar a periodistas y defensores. Si se recuerda, hace casi un año el profesor utilizó tres sustentadas frases para demandarme por más de diez millones de pesos (en mi demanda no incluí monto).

Recurro a tribunales que hasta ahora han sido parciales al profesor. Humberto Moreira encontró en Alejandro Rivera Rodríguez un juez amigo que le concedió peticiones absurdas, incluida una evaluación psicoanalítica con cuestionario sesgado. Después de varias inconformidades, optó por excusarse. El nuevo juez ya tiene en sus manos la demanda del profesor y la mía; confío en que con él sí tendremos equidad y terminará el patrón de favoritismo a Moreira.

Entre los grandes problemas nacionales está la parcialidad, corrupción o ineficacia de la mayoría de las dependencias y funcionarios encargados de emparejar el piso. Nos habituamos a la indefensión. Hago un paréntesis para demostrar esta actitud con las elecciones del próximo domingo. Se dedica una atención excesiva a la personalidad y a los dimes y diretes de quienes contienden. Se menciona de pasada la compra de votos y la intervención de los gobiernos.

Aceptamos comicios sin limpieza ni confiabilidad y nos resignamos a la ausencia e indolencia de la trinidad arbitral. El INE vive en el optimismo y lo imitan los 32 organismos estatales, los tribunales electorales son pomposos e inútiles y las fiscalías emulan, en el mejor de los casos, a una Fepade que tuvo la meteórica y efímera existencia de una luciérnaga. Son un trío de inútiles.

En esa languidez insertemos la candidatura de Humberto Moreira a diputado plurinominal local de Coahuila por el Partido Joven. Como es improbable que ese partido rebase ese nivel, es legítimo suponer que busca el santuario del fuero que complementaría el arropamiento que le da el PRI y el presidente. En ese proceso, el polémico profesor se enzarzó en una feroz pelea con el expresidente de la república y del PAN, Felipe Calderón Hinojosa. En el intercambio de tuits, comunicados y videos hay materia para varias demandas por daño moral.

Es bien revelador que en lugar de actuar jurídicamente contra Felipe Calderón, Moreira optara por demandar a dos diarios (Reforma y Vanguardia de Coahuila) por publicar información sustentada en documentos. Se refuerza la red de complicidades entre las élites del poder y hay una ofensiva multidimensional contra medios y periodistas incómodos y defensores de derechos humanos que los acompañan. Quieren amedrentarnos y callarnos.

Vivimos tiempos difíciles y confusos. El desaliento se extiende. Demandé a Moreira por difamación y daño moral esperanzado en que se me hará justicia, pero sabiendo que ésta no es una flor silvestre. Hay que cultivarla y cuidarla. Uno de los mejores fertilizantes es no dejarse intimidar. Son tiempos para organizarse y participar en la defensa de las grandes y las pequeñas causas. Ningún poderoso cederá sus cuantiosos privilegios y nos hará concesiones. Las libertades no se mendigan, se conquistan.


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