No cabe duda que a río revuelto ganancia de pescadores. Ese río hoy, se llama México, porque muchos nos encontramos confundidos, enojados y con ganas de cambiar de tajo las cosas que están mal, por ilusorio que esto sea.
Confundidos porque al escuchar a los políticos que ansían el poder nos dicen que todo está mal y es muy fácil comprar esos argumentos. Pero no todo está mal, aunque no todo está bien y ese es el problema a la hora de meditar sobre qué oferta escogeremos.
Los ejemplos de la alternancia ya son comprobables por todos: son los mismos políticos que saltan de un partido a otro sin pudor. Gritones que a la hora de ser oposición se autoproclaman santos y cuando llegan al poder se convierten en ladrones o negligentes a los que les importa un bledo lo que pase en sus entidades.
Hoy mismo, estamos atestiguando el desempeño de las jóvenes administraciones en Veracruz y en Chihuahua por mencionar algunas. Opciones que se pusieron el disfraz de justicieros en campaña y que, ya instalados en el poder, son tan ineficientes como los que se fueron.
El mismo Trump, anti sistémico y showman que prometió el paraíso en los Estados Unidos ya sufrió un golpe de realidad y le faltan muchos otros. No obstante, tendrá la oportunidad de infringir daño a millones, pero de que terminará siendo vomitado hasta por quienes lo llevaron al poder, no le quepa la menor duda.
¿Lo mismo pasará en México? Aún es muy pronto para saberlo, pero existen signos que nos ponen más cerca de ese escenario que de uno de mayor cordura y serenidad por parte del electorado y de los actores de poder capaces de inclinar la balanza en favor de un candidato o de otro.
Entonces la pregunta es si vale la pena dejarnos llevar por el discurso estridente y grosero, el que amenaza y promete destruir todo para construir algo nuevo en tres días, el que desprecia y ningunea al que disiente de él, el mentiroso pues; sólo por nuestra sed de venganza y nuestra flojera para meditar.
Los ejemplos mencionados no le dan la razón al que hoy se presente como anti sistema y belicoso salvador del pueblo. El resultado sería más o menos el mismo que estamos viendo hoy en nuestro país y en el del vecino del norte.
¿Realmente tenemos la necesidad de expresar nuestro coraje tirándonos al vacío? ¿O será que en los próximos meses aparezca alguien que sepa canalizar la indignación y convencernos de un camino difícil pero seguro para alcanzar mejores niveles de bienestar?
Twitter: @adejorge
Confundidos porque al escuchar a los políticos que ansían el poder nos dicen que todo está mal y es muy fácil comprar esos argumentos. Pero no todo está mal, aunque no todo está bien y ese es el problema a la hora de meditar sobre qué oferta escogeremos.
Los ejemplos de la alternancia ya son comprobables por todos: son los mismos políticos que saltan de un partido a otro sin pudor. Gritones que a la hora de ser oposición se autoproclaman santos y cuando llegan al poder se convierten en ladrones o negligentes a los que les importa un bledo lo que pase en sus entidades.
Hoy mismo, estamos atestiguando el desempeño de las jóvenes administraciones en Veracruz y en Chihuahua por mencionar algunas. Opciones que se pusieron el disfraz de justicieros en campaña y que, ya instalados en el poder, son tan ineficientes como los que se fueron.
El mismo Trump, anti sistémico y showman que prometió el paraíso en los Estados Unidos ya sufrió un golpe de realidad y le faltan muchos otros. No obstante, tendrá la oportunidad de infringir daño a millones, pero de que terminará siendo vomitado hasta por quienes lo llevaron al poder, no le quepa la menor duda.
¿Lo mismo pasará en México? Aún es muy pronto para saberlo, pero existen signos que nos ponen más cerca de ese escenario que de uno de mayor cordura y serenidad por parte del electorado y de los actores de poder capaces de inclinar la balanza en favor de un candidato o de otro.
Entonces la pregunta es si vale la pena dejarnos llevar por el discurso estridente y grosero, el que amenaza y promete destruir todo para construir algo nuevo en tres días, el que desprecia y ningunea al que disiente de él, el mentiroso pues; sólo por nuestra sed de venganza y nuestra flojera para meditar.
Los ejemplos mencionados no le dan la razón al que hoy se presente como anti sistema y belicoso salvador del pueblo. El resultado sería más o menos el mismo que estamos viendo hoy en nuestro país y en el del vecino del norte.
¿Realmente tenemos la necesidad de expresar nuestro coraje tirándonos al vacío? ¿O será que en los próximos meses aparezca alguien que sepa canalizar la indignación y convencernos de un camino difícil pero seguro para alcanzar mejores niveles de bienestar?
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