Ant Financial, brazo financiero de Alibaba y propietario de Alipay (una plataforma similar a PayPal con más de 450 millones de usuarios en China) pagará 880 millones de dólares por MoneyGram, la segunda compañía más importante del sector tras Western Union. La compra, anunciada en enero, se enmarca en la estrategia de internacionalización del gigante chino: “La adquisición mejorará nuestra capacidad de servir a los clientes globalmente y ayudará a desarrollar las finanzas digitales en estos mercados”, asegura a EL PAÍS un portavoz de Ant Financial. La firma propiedad de Ma rehusa comentar nada, sin embargo, sobre el impacto que podría tener en el negocio una intervención total o parcial de las remesas entre EE UU y México. Tampoco da pistas sobre si los planes de la Administración Trump podrían obligarle a rehacer su estrategia respecto a la empresa estadounidense.
En esta tesitura, no es extraño que el magnate chino fuera uno de los primeros empresarios extranjeros que se entrevistó con Trump, incluso antes de su toma de posesión. “Es un hombre de miente abierta y que escucha. Hay que darle tiempo”, dijo Ma tras la reunión. “Jack y yo vamos a hacer grandes cosas”, aseguró el presidente estadounidense en su habitual actitud colaborativa con otros grandes potentados.
El acuerdo de compra de Moneygram aún está pendiente del visto bueno del Comité de Inversiones Extranjeras (CFIUS), una agencia dependiente del Gobierno de EE UU que puede bloquear transacciones de este tipo si las considera una amenaza a la seguridad nacional. Todo parece apuntar a que no será así, pero su fallo será una primera prueba para divisar la postura de la nueva Administración ante la creciente ola de inversión china: “No soy optimista porque Trump parece favorecer políticas más nacionalistas o proteccionistas contra firmas extranjeras. Pero, por otra parte, no sé si Jack Ma llegó a algún tipo de acuerdo con el presidente sobre esta operación en particular”, explica Wang Yong, profesor de Economía de la Universidad de Pekín. Desde octubre del año pasado, las acciones de MoneyGram han duplicado su valor gracias, en buena medida, al fuerte repunte en los envíos de dólares de EE UU a México causado por el temor a medidas restrictivas de la nueva Administración.
Aunque el equipo de Trump y los legisladores republicanos optasen finalmente por fijar una tasa sobre las remesas mexicanas con el argumento de pagar la construcción del muro —un congresista ya ha propuesto gravarlas con un impuesto del 2% para recaudar 1.000 millones al año—, su implantación no será ni mucho menos sencilla. Los especialistas tienen serias dudas tanto de su constitucionalidad como de su efectividad. En el plano legal, son mayoría las voces que apuntan a que las autoridades no podrían diferenciar entre los nacionales de un país u otro a la hora de imponer una tasa sobre las remesas: se consideraría discriminatorio y la única salida posible sería que EE UU la hiciese efectiva a todos los extranjeros. En lo puramente financiero, los analistas ven una enorme falla en la medida: en vez de enviar el dinero directamente a México, podrían triangular con otros países y escapar así del yugo fiscal de Washington.
Vía: El País.
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