El cáncer supone una de las principales causas de mortalidad del mundo. Según los últimos datos actualizados que ofrece la Organización Mundial de la Salud, en 2012 se diagnosticaron 14 millones de nuevos casos y se prevé que esta cifra aumente en un 70% en las próximas décadas. En España, según las previsiones de la Sociedad Española de Oncología Médica, en 2020 se diagnosticarán 246.713 nuevos casos de cáncer, frente a los 215.534 casos que se diagnosticaron en 2012. Los tumores más frecuentes son el cáncer de colon, seguido del cáncer de próstata, pulmón, mama y vejiga. Se estima que 3 de cada 10 hombres y 2 de cada 10 mujeres murieron en 2012 a causa del cáncer.
En 2015, la prestigiosa revista Science publicó una investigación en la que se concluía que dos tercios de los cánceres se deben a la 'mala suerte' o azar, es decir, a mutaciones aleatorias que ocurren durante la replicación del ADN; mientras que solo un tercio se atribuye a factores externos y ambientales en los cuales que podemos incidir, a través de ciertos estilos de vida. Estas cifras provocaron un extenso debate y en 2016 la revista Nature publicó un estudio en el que se concluyó que el estilo de vida y la exposición a ciertos factores de riesgo ambientales influyen en el desarrollo de un 70-90% de los cánceres. Este estudio remarcó que el control de ciertos factores como el consumo de tabaco, alcohol, una mala alimentación y la inactividad física puede modular el riesgo de padecer cáncer.
Los datos epidemiológicos nos hablan de que, por ejemplo, en el Reino Unido el 43% de casos de cáncer y el 50% de muertes ocasionadas por el propio cáncer en 2010 se atribuyeron al estilo de vida y a los factores ambientales. Pese a las discrepancias en los porcentajes, a día de hoy sabemos que muchos tipos de cáncer están provocados por un estilo de vida poco saludable y que esa 'mala suerte', en el fondo, no es tan influyente como se pensaba. Pero ¿qué hábitos pueden ayudarnos a reducir el riesgo de padecer cáncer?
Un mayor índice de masa corporal –que es el ratio entre peso (kg) y estatura (metros) al cuadrado y, por tanto, dependiente de tu peso– se asocia con un mayor riesgo de padecer 17 de los 22 tipos de cáncer más comunes. Así, reducir la obesidad a través de ejercicio físico y dieta y reduciendo la ingesta de azúcares y grasas saturadas, es un eficaz método para reducir el riesgo de cáncer. Además el consumo de alimentos procesados y productos ricos en azúcares incrementa hasta en tres veces el riesgo de cáncer de próstata, mientras que el consumo de hidratos de carbono complejos y fibra, presentes en legumbres, frutas y granos enteros se asocia con un menor riesgo de cáncer colorrectal, cáncer de mama y de próstata.
Se ha demostrado que las mujeres activas tienen hasta un 71% menos de riesgo de padecer cáncer de mama
La actividad física reduce el riesgo de cáncer a través de la reducción de la obesidad pero también mediante la liberación de sustancias químicas que el músculo libera a la sangre repartiéndose por todos los tejidos del organismo. En un estudio donde participaron cerca de millón y medio de personas se pudo comprobar que aquellas que realizaban mayores niveles de actividad física en su tiempo libre mostraron un menor riesgo de desarrollar 13 de los 26 tipos de cáncer analizados. Recientemente, se ha demostrado que las mujeres activas tienen hasta un 71% menos de riesgo de padecer cáncer de mama, con independencia de si son delgadas o tienen sobrepeso.
Otro conocido responsable de aumentar el riesgo de cáncer, en concreto el cáncer de pulmón, es el tabaco. Según estimaciones de la Asociación Española Contra el Cáncer hasta el 90% de los cánceres de pulmón ocurre en fumadores mientras que el 30% de las muertes por cáncer pueden estar ocasionadas por el tabaco. Sin embargo, también el alcohol incrementa el riesgo de algunos tipos de cáncer. Se estima que el 3,6% de todos los cánceres se atribuyen al consumo de alcohol. Aunque el efecto negativo proviene del abuso del alcohol, cierta evidencia sugiere que la ingesta de una bebida alcohólica diaria aumenta el riesgo de cáncer para la cavidad orofaríngea, esófago y mama.
Los distintos tipos de radiación pueden incrementar el riesgo de algunas formas de cáncer. Así, la exposición prolongada a radiación ultravioleta no ionizante, la del Sol, puede provocar cáncer de piel o melanoma, la forma de cáncer más común en el mundo. Las radiaciones ionizantes, como las utilizadas para obtener imágenes médicas, pueden inducir algunos tipos de cáncer.
En conclusión, más allá de la 'mala suerte' que acompaña al riesgo de padecer algunos tumores, seguir ciertos estilos de vida hará que incrementemos nuestras posibilidades de padecer cáncer. No todo es azar en el cáncer sino que cada persona tiene el poder de minimizar su riesgo a través de hábitos que reduzcan su obesidad, inactividad física, consumo de alcohol y tabaco o la exposición prolongada a radiación. De hecho, la conocida como 'triada tóxica del cáncer', que incluye inactividad física, baja condición física y obesidad, eleva la incidencia de cáncer y la mortalidad.
Helios Pareja es investigador y profesor de Escuela de Doctorado e Investigación de la Universidad Europea; Javier Morales Rojas es investigador de la Escuela de Doctorado e Investigación de la Universidad Europea.
Vía: Muy Interesante.
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