Confirmado, los turistas deben informarse un poco sobre el lugar que van a visitar o de lo contrario sufrirán en el bolsillo con cosas tan inesperadas como absurdas.
Era el invierno de 2006, la crudeza de la temporada caía en todo el territorio escocés, nada puede detener esa filosa aguanieve que golpea sin piedad tu cara debido a los fuertes vientos que azotan la región norte del Reino Unido desde septiembre y hasta finales de marzo.
Ni modo, había que salir a trabajar en los días laborables y tratar de disfrutar de la ciudad los fines de semana, al fin que uno se acostumbra a todo.
Recorría las calles del centro y comencé a pensar que mi sopa de champiñones del mediodía tenía por error hongos alucinógenos, de esos que son tan famosos en tierras escocesas y que pueden verse (y consumirse) muy cerca de donde fue mi primer departamento, la zona de Causewayside, muy cerca de The Meadows, unas praderas que flanquean algunos edificios universitarios.
La visión era por demás surrealista: paraguas en cada bote de basura. No cabían por la cantidad de basura que había en los botes o por lo grande de los paraguas, así es que salían patas para arriba y estaban a la vista de todos. Seguía caminando y los botes rebosaban paraguas.
Eran de todos colores y estilos, seguramente fabricados en diferentes partes del mundo, algunos estaban rotos y otros, muy rotos. Todos inservibles.
¿Qué pasa aquí? Pregunté ¿qué me hizo daño? Pues nada. Resulta que los turistas creen ser muy prevenidos cuando viajan, sólo porque la fama de lluvioso que tiene el gélido país les recuerda llevar cualquier paraguas y ¡oh sorpresa! por ahorrarse un dinero, siempre cometen el error de llevar el más barato.
Y, como dice el clásico, ahí está el detalle. Si no compras un paraguas en Escocia, mismo que está preparado para los vientos extremos, cualquier otra baratija será inservible y en pocos minutos de exposición a los soplidos huracanados propios de la temporada se quiebran y… a la basura.
Eso sí, todos los turistas podrán regresar con pocos regalos y recuerdos cuando abandonan Escocia, pero de que tendrán un paraguas caro y para el resto de su vida, no cabe duda.
¿Quién dijo que sólo el Whiskey era negocio por allá? La venta de paraguas para despistados es una mina de oro.
email: jorgediaz@live.co.uk
Twitter: @adejorge
Facebook: http://goo.gl/Q4w6D2
Google+: http://gplus.to/JorgeDiazElizondo
Sitio web: http://goo.gl/KSWHW
Blog: http://www.lasanadistancia.com/
Era el invierno de 2006, la crudeza de la temporada caía en todo el territorio escocés, nada puede detener esa filosa aguanieve que golpea sin piedad tu cara debido a los fuertes vientos que azotan la región norte del Reino Unido desde septiembre y hasta finales de marzo.
Ni modo, había que salir a trabajar en los días laborables y tratar de disfrutar de la ciudad los fines de semana, al fin que uno se acostumbra a todo.
Recorría las calles del centro y comencé a pensar que mi sopa de champiñones del mediodía tenía por error hongos alucinógenos, de esos que son tan famosos en tierras escocesas y que pueden verse (y consumirse) muy cerca de donde fue mi primer departamento, la zona de Causewayside, muy cerca de The Meadows, unas praderas que flanquean algunos edificios universitarios.
La visión era por demás surrealista: paraguas en cada bote de basura. No cabían por la cantidad de basura que había en los botes o por lo grande de los paraguas, así es que salían patas para arriba y estaban a la vista de todos. Seguía caminando y los botes rebosaban paraguas.
Eran de todos colores y estilos, seguramente fabricados en diferentes partes del mundo, algunos estaban rotos y otros, muy rotos. Todos inservibles.
¿Qué pasa aquí? Pregunté ¿qué me hizo daño? Pues nada. Resulta que los turistas creen ser muy prevenidos cuando viajan, sólo porque la fama de lluvioso que tiene el gélido país les recuerda llevar cualquier paraguas y ¡oh sorpresa! por ahorrarse un dinero, siempre cometen el error de llevar el más barato.
Y, como dice el clásico, ahí está el detalle. Si no compras un paraguas en Escocia, mismo que está preparado para los vientos extremos, cualquier otra baratija será inservible y en pocos minutos de exposición a los soplidos huracanados propios de la temporada se quiebran y… a la basura.
Eso sí, todos los turistas podrán regresar con pocos regalos y recuerdos cuando abandonan Escocia, pero de que tendrán un paraguas caro y para el resto de su vida, no cabe duda.
¿Quién dijo que sólo el Whiskey era negocio por allá? La venta de paraguas para despistados es una mina de oro.
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